Un vertimiento, presumiblemente de aguas albañales, que persiste desde hace varios meses en la calle Mayía Rodríguez, entre Céspedes y Martí, de la cabecera provincial, es el motivo de la misiva enviada a esta sección por Jorge García Hourruitiner, vecino de la calle Isabel María de Valdivia No.101, entre Carlos Roloff y Julio Antonio Mella.
Este medio de prensa pudo comprobar en el lugar lo expuesto por el remitente: se trata de un trabajo iniciado y no concluido, ya que compañeros de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Acueducto y Alcantarillado en el municipio perforaron la calle en un sitio próximo a la acera y luego no acudieron más a dicha dirección. Ante las gestiones de los afectados han explicado que carecen de retroexcavadora para acceder a donde está el problema.
Una vecina cercana al punto de vertimiento, cuyo domicilio se encuentra en construcción por la vía de subsidio, alegó que el jefe de operaciones de la citada UEB la autorizó a retirar el hormigón partido para colocar su acometida de agua potable. Por esa causa los grandes fragmentos yacen allí, en forma de cúmulo, y obstruyen el paso de las aguas que fluyen desde la parte alta de la calle.
Franklin Lantigua Moreno, director adjunto de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado Sancti Spíritus, dio cuenta a Escambray de las dificultades a que se enfrenta su personal, otras veces ya reflejadas en estas mismas páginas. Parten, mayormente, de la antigüedad de las redes soterradas, puesto que la otrora planta potabilizadora que antecedió al actual acueducto, asegura, data de finales del siglo XIX.
“La necesidad ha ido obligando a hacer reparaciones con materiales disímiles, no siempre los más apropiados; a veces lo que encontramos al abrir no resulta de fácil solución. También disponemos de escasos equipos, que se rompen con frecuencia”, explicó el directivo. Atendiendo a elementos ofrecidos con anterioridad a esta redactora, podría añadirse que todo ello propicia la deficiente calidad de algunas reparaciones y el surgimiento de nuevos salideros.
“Nos regimos por un principio, y es que todos los trabajos que emprendamos tenemos que concluirlos, pues somos conscientes de la afectación que crea el no hacerlo de esa forma. Si la rotura de la calle obedece a la necesidad específica de un usuario, es ese usuario quien debe resarcir el daño a la infraestructura de los viales”, sostuvo la fuente.
Al cierre de esta edición se recibió una noticia alentadora: el salidero, que en verdad no es de albañales, sino de agua potable, quedaría suprimido en la jornada del viernes 28 de agosto, gracias a la colaboración de la empresa provincial, ya que las dos retroexcavadoras del municipio se encuentran rotas.
Alejandro Musega González, especialista principal de operaciones en la citada UEB, reconoció la antigüedad de la perforación —que significa demora en la solución— y corroboró los obstáculos para el trabajo.
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