Cuando las ráfagas de Irma que azotaron Mayajigua la dejaron a cielo abierto y sin tener dónde vivir, Betty Hernández Rodríguez supo que estaba pasando por el peor momento de su vida. Tres años después, como quien se sacude de una pesadilla, recorre con la vista las paredes de su nueva vivienda y se le aprieta la garganta, no del susto como aquella noche cuando el ciclón se ensañó con todo Yaguajay, sino por el sueño cumplido de tener una casa digna.
“Nadie se imagina cuán agradecida estoy porque nunca soñé tener una vivienda así, con este confort, una meseta y un baño de lujo. Ahora vino la tormenta tropical Eta y me queda ese miedo cuando llueve fuerte y con viento, pero mi familia me tranquiliza cuando me dice: acuérdate de que ya tienes un techo seguro”.
Como el reparto Frente Norte Las Villas, en esa localidad yaguajayense, otros nuevos barrios llegan para cambiar la geografía de muchas comunidades en Sancti Spíritus, una provincia que al inicio de la política de recuperación de la vivienda implantada por el país hace dos años reportaba más de 46 000 inmuebles en regular y mal estados.
Por lo que aporta para el beneficio de la población y para el desarrollo esa estrategia se ratifica como uno de los programas priorizados del país, algo que, a juicio de Maribel Vázquez Bernal, subdirectora técnica en la Dirección Provincial de Vivienda, ha sido vital en el empeño colectivo de recuperar las afectaciones que dejaron a su paso por el territorio seis eventos meteorológicos en los dos últimos años.
EL ADIÓS DE LAS RANCHERÍAS
Sancti Spíritus está llena de historias que parten de centenares de personas agradecidas como Gissel García Hernández, pediatra que vivía en una casa de condiciones precarias, la cual fue sacudida por los vientos de Irma. “Mi situación era insostenible, así no se imagina lo que pasó por mi cabeza cuando fui de las beneficiadas por ser madre de tres hijos y me asignaron un apartamento en el Reparto Revolución. Nunca voy a olvidar esa fecha, el 16 de julio de este año vi mi casa por primera vez y el 18 me mudé. Estoy más que agradecida”.
El Taller Central, las petrocasas, Seibabo, Frente Norte Las Villas, Revolución y las nuevas biplantas en Meneses son barrios nacidos tras eventos meteorológicos en Yaguajay, municipio que arrastraba uno de los fondos habitacionales más deteriorados del territorio y fue tan vapuleado por el huracán que las afectaciones superaron las 10 000 casas.
Pero fuerzas de la Empresa de Construcción y Montaje Sancti Spíritus (ECMSS), de las Empresas Agroindustrial de Granos Sur del Jíbaro y Forestal, junto a varias brigadas de la Agricultura, del Minfar y el Minint, entre otras entidades constructoras, han hecho posible que de los viejos ranchos apenas queden algunos.
Por eso desde la propia entrada vía Circuito Norte, desde las petrocasas, todavía se avizora el movimiento constructivo. Es Camaján, un lugar que primero fue un taller de combinadas, luego una pollera y después cinco naves desvencijadas que poco a poco sirvieron de refugio a 12 familias para convertirse luego en el vecindario insalubre que hoy intentan modificar los constructores de la Brigada No. 2 Sancti Spíritus Norte, del Micons.
“Aquí no había techos, ni pisos y las paredes eran pedazos de bloques o ladrillos puestos de alguna manera. Comenzamos los trabajos respetando el área que ocupaba cada quien, pero hubo que demoler casi todo para transformar cinco naves en viviendas confortables”, asegura Daniel Álvarez Borges, al frente de la brigada.
Y es que al decir de Yipver Pérez Pérez, subdirector general de la Vivienda en Yaguajay, se insiste para solucionar en el menor tiempo posible la situación de la vivienda a las 528 familias pendientes del huracán Irma y mejorar a otras que viven en condiciones inestables.
MÁS VIVIENDAS PARA REPONER EL FONDO
“El año que casi termina ha sido difícil para construir —explica Maribel—, porque no siempre han estado en el lugar todos los recursos, a lo cual se suman las paradas inevitables por la COVID-19, y el hecho de que la provincia no se ha escapado de otros tres fenómenos ocurridos este año: las tormentas tropicales Laura y Eta, junto al tornado y las intensas lluvias del mes de mayo que afectaron, sobre todo, las localidades de Guasimal y Managuaco, en el municipio de Sancti Spíritus.
“Aun cuando están pendientes derrumbes parciales y totales en viviendas y techos de estos eventos ocurridos en el 2020, se ha trabajado fuerte en todos los municipios y el plan estatal se va a cumplir, aunque vale destacar que en las más de 5 500 acciones que en los dos últimos años reportan mejoría al fondo habitacional a partir de la construcción de obras nuevas, la mayoría corresponde al esfuerzo propio que se ha visto limitado, además, por el déficit de materiales en los establecimientos de Comercio”, puntualiza la funcionaria.
Los directivos del sector coinciden en que si algo se puede considerar estancado es la construcción de células básicas habitacionales debido a las limitaciones derivadas de la baja disponibilidad de recursos materiales, pero también aseguran que si una estrategia ha avanzado es la atención a la dinámica demográfica para madres con más de tres hijos, así como la eliminación de cuarterías.
“Actualmente solo quedan por erradicar en la provincia cinco ciudadelas, tres en el municipio cabecera y dos en Cabaiguán. En cuatro de ellas se trabaja para darle solución por las diferentes vías, ya sea mediante la entrega de espacios previamente adaptados o por la reubicación de familias en edificios multifamiliares”, aclara Vázquez Bernal.
La política para los próximos años está clara y también las prioridades, que van más allá de la vital necesidad de una vivienda que tienen varias familias espirituanas; se extienden a acciones de reposición, solución a damnificados de eventos climatológicos, viviendas precarias en barrios y focos insalubres, cuarterías y ciudadelas y cuartos aislados, en zonas de inundación, las contempladas dentro de la Tarea Vida, casos sociales y críticos, y personas albergadas.
El impacto de un programa al que le falta el impulso de las industrias locales y, a veces, una mayor organización en los cronogramas de ejecución, lo saben contar muy bien personas como Magda Gil, que estuvo entre los primeros beneficiados del huracán Irma y como muchos afectados hablaban de las comodidades en las viviendas con casas de tabla de palma, pero duraderas y confortables que hicieron crecer un nuevo barrio en Seibabo.
“En Sancti Spíritus los ciclones parieron casas”, asegura un constructor que cuchara en mano repella el borde de una ventana del nuevo edificio en la Zona de Desarrollo Magón, en la ciudad del Yayabo, y lo mismo podría decirse en los seis nuevos repartos que han cambiado la imagen macondiana de Yaguajay, o los edificios del Primero de Mayo en Trinidad, las biplantas de Meneses o el reparto 23 de Diciembre, en el municipio de Sancti Spíritus.
Lo cierto es que, a pesar de las carencias, la provincia ha podido edificar viviendas más resistentes a ciclones tropicales, disminuir la vulnerabilidad de los inmuebles, detener, poco a poco, el deterioro del fondo habitacional y, progresivamente, influir en el embellecimiento de un territorio con edificaciones arcaicas que requieren de acciones emergentes y duraderas en beneficio de sus pobladores.
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