Cuando la doctora Zunilda Leme Rodríguez concluyó el examen médico, todavía sin la confirmación del laboratorio, intuía que la tos persistente del turista sentado frente a ella era más que un simple resfriado; horas después, Cuba anunciaba los primeros tres casos positivos de coronavirus en Trinidad, donde se hospedaron los cuatros viajeros procedentes de Italia y con ellos un intruso invisible, tremendamente letal.
Ahora ella repasa todo el protocolo médico en el que confió, pero también en sus instintos: “Eran aproximadamente las nueve de la mañana; la guía llegó a la Clínica Internacional con los cuatro turistas, de inmediato se les colocó el nasobuco y se les trasladó a la sala habilitada para atender a los pacientes con síntomas respiratorios. Extremamos las medidas de protección de todas las personas que debíamos estar cerca; al realizar la encuesta epidemiológica detectamos que el virus estaba en pleno período de transmisión”.
Trinidad no es la misma desde entonces, la vida sigue su curso en esta urbe bendecida por tantas bellezas, pero se intensifican los cuidados: algunos se colocan nasobucos, en todos los sitios se ubican recipientes y agua con hipoclorito para desinfectar las manos, se evitan los besos, los abrazos; en tanto el sistema de Salud Pública desplegó a todos sus profesionales para auscultar síntomas y preocupaciones del pueblo que no falta a las audiencias y agradece la información. Los doctores Dámaris Castillo y Onelio Ruiz, del Centro Municipal de Higiene y Epidemiología, han realizado más de 20 en instituciones turísticas, la fábrica de cigarros y la Marina Marlin.
La experiencia de tantas cruzadas por la salud les acompaña: “Insistimos en la responsabilidad de cada ciudadano —precisa ella—, porque no solo las personas que conviven en una casa de arrendamiento están en riesgo; es una enfermedad muy contagiosa y no pocas veces los síntomas se confunden con un catarro común”.
Desde el Centro Municipal de Higiene y Epidemiología, una especie de cuartel general, se organizan las estrategias contra este enemigo, cuyas armas —tan peligrosas como los misiles— son las microgotas de saliva. Allí se ejecutan las acciones muy bien definidas en el Plan de Acción y Control de la Covid-19: se adoptan las medidas contempladas en cada etapa, especialistas de la institución participan en las audiencias, con más de 200 efectuadas, se realiza el control de los focos y se capacita a los trabajadores del sector no estatal vinculados a la actividad turística.
“Los intercambios son muy provechosos porque insistimos en las medidas higiénico-sanitarias en los hostales y paladares, son lugares de riesgo en la ciudad donde ha continuado el arribo de turistas”, sostiene la directora de la institución, Yanisleydi Turiño Lema, quien transmite seguridad.
“Es importante decir que el país no subestima el peligro que representa esta pandemia, se extreman las medidas en todos los sectores: el Transporte, la Educación, la Cultura; no se han cerrado las fronteras porque no existe transmisión endémica, pero sí se mantiene una vigilancia estrecha a todos los viajeros; la población juega un rol importante para evitar la transmisión”.
CIUDAD TURÍSTICA, CIUDAD PRECAVIDA
Escambray se va a las calles de la tercera villa cubana y toma el pulso a la cotidianidad trinitaria: escuelas y círculos infantiles reciben a los infantes, la población accede a los servicios y a su vez garantiza la atención a los turistas.
En el antiguo Palacio Cantero, hoy Museo de Historia Municipal, la directora Enriqueta Ramírez Cano está al tanto de la protección a sus trabajadores y expresa: “Aquí recibimos entre 250 y 300 turistas en un día, muchos proceden de países con un gran número de enfermos y aquí tenemos que interactuar con ellos”.
Pastor Héctor Chaviano, jefe comercial de la agencia Viazul, en la Terminal de Ómnibus Municipal, muestra su preocupación: “Entre 6:30 a.m. y 8:00 a.m. se reúnen para el check-in alrededor de 200 viajeros con diferentes destinos, y, aunque nos preocupamos por protegernos, en ocasiones se torna difícil poner en práctica todas las medidas sanitarias”.
Roberto Silvera vive en la Habana y hoy es el conductor del viaje Trinidad-Cienfuegos-Santa Clara; en 15 años de trabajo no ha tenido ningún percance. “Ni ahora tampoco —asegura—; pero, si algún pasajero manifiesta síntomas de tos o resfriado, la orientación es llevarlo de inmediato al centro de Salud habilitado para la atención de estos pacientes”.
VIGILANCIA EN FRONTERAS
Y mientras unos se despiden de la ciudad y sus encantos, otros pueden llegar; por ello desde la Terminal Portuaria de Casilda, la administradora Sonia Ramírez Suárez supervisa el cumplimiento de las orientaciones que van desde el lavado y desinfección de las manos por parte del personal que participa en el atraque de las embarcaciones hasta el uso de las batas sanitarias, guantes y nasobucos.
“Cuando el barco arriba a nuestras costas se procede al control sanitario a cargo del especialista en Epidemiología; ante cualquier síntoma sospechoso de un viajero o tripulante se traslada hasta la sala de aislamiento habilitada aquí y de inmediato se activa el dispositivo previsto para el traslado de estas personas”, expone.
Unos kilómetros más allá, en la franja de playa más hermosa de la costa sur de la isla, las instalaciones turísticas alistan sus armas contra esta nueva versión de la Covid-19.
Desde los primeros reportes de la enfermedad en el mundo, la capacitación llegó hasta los hoteles de este balneario, precisa José Armando Durán Fulgueiras, delegado de Cubanacán en la provincia de Sancti Spíritus, quien confirma además que hoy prestan servicios a los huéspedes sin descuidar las acciones para evitar el contagio por el coronavirus.
Las mismas precauciones toman los 47 trabajadores de la Marina Marlin Trinidad que ofrece la excursión a Cayo Blanco en Katamarán y opciones de buceo en lancha.
La máxima de que no hay bien más preciado que la salud alienta a todos, por eso higienizan, se protegen y siguen las recomendaciones médicas.
Trinidad no es la misma desde que un intruso tocó a su puerta; anda hoy atenta al último parte, organizada y responsable, sanando cada amanecer.
Vivo muy cerca de la Dirección de comercio y Gastronomía del Municipio de San Miguel del Padrón y no existe ni un solo establecimiento o local destinado para la venta de cloro,legìa ni hipoclorito destinado para la igienizacion de la población
Todo está muy bien en Trinidad,felicidades,susede que aquí en Alamar Habana del este hay un centro comercial que vende en cuc, se llama FALCON este centro cuenta con exelentes terrazas,para comerciar los productos sin embargo la admiración de este lugar párese no tener persepcion del tremendo riesgo que tenemos para nuestra salud,y en el salón de vernta alimentos sin ninguna ventilación se aglomeran los cliente,de que vale que nuestras autoridades dicten medidas si algunos centros no cumplen,es muy preocupante.por favor alludennos en este caso