La presidenta del Consejo de Defensa Provincial, Deivy Pérez Martín, evaluó en el municipio de Trinidad el cumplimiento de las medidas encaminadas a preservar la vida de las personas y los recursos del Estado ante la amenaza de la tormenta tropical Eta que, de acuerdo con el pronóstico del Instituto de Meteorología, debe entrar al territorio nacional por un punto próximo a Casilda.
La cifra de personas protegidas sobrepasa ya las 2 000, la mayoría en casas de familiares y vecinos, aunque un número reducido se trasladó para los centros de evacuación del territorio, entre ellos la villa de alojamiento Santiago Escobar, donde permanece poco más de un centenar de embarazadas, niños menores de un año y adultos mayores, a los cuales se les garantiza la alimentación y atención médica.
En la reunión la directora de Salud Pública, la doctora Silvia Odalis Beovides, informó que los pacientes con tratamiento de hemodiálisis en el Hospital Provincial Camilo Cienfuegos fueron traslados hacia ese centro asistencial y en el caso de los pacientes contactos de casos confirmados de la COVID-19 y bajo vigilancia epidemiológica en el campismo Manacal y la villa Cabagán se trasladaron hacia las instalaciones habilitadas en La Boca, en mejores condiciones y sin riesgos de quedar incomunicados.
Los centros turísticos pusieron en práctica las medidas contempladas en sus planes para la reducción de catástrofes y todos los recursos se encuentran a buen recaudo, según precisó Reinier Rendón Fernández, delegado del Ministerio del Turismo en Sancti Spíritus.
Rendón Fernández explicó que el parque automotor y las embarcaciones permanecen en lugares protegidos, en tanto en las instalaciones turísticas ubicadas en la Península de Ancón se recogieron luminarias, tumbonas y los bares situados en la primera línea de la playa; por su parte, los vacacionistas hospedados en cuatro instalaciones de campismo de la provincia regresaron para sus lugares de residencia.
Deivy Pérez Martín, acompañada por los miembros del Consejo de Defensa Municipal, llegó hasta el poblado costero de Casilda; allí insistió en acelerar la evacuación de los vecinos residentes en las zonas bajas y que pueden quedar bajo el fuego cruzado de las inundaciones costeras y de todo el drenaje pluvial procedente de la ciudad cuando las bandas de alimentación de Eta descarguen sus precipitaciones sobre esta localidad sureña.
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