La obsesión de destruir la Revolución Bolivariana de Venezuela, la sandinista de Nicaragua y la de Cuba se reflejó, una vez más, en la agenda del presidente Donald Trump durante su recorrido por el estado de la Florida, donde se reunió con grupos extremistas opuestos a la soberanía de esos países.
El canciller Bruno Rodríguez repudió las afirmaciones del magnate sobre Cuba, y en su cuenta de Twitter escribió: «Rechazo mendaces afirmaciones del presidente de Estados Unidos, mal asesorado y apegado a retórica fallida», y añadió: «En su oportunismo electoral no explica cómo la eliminación de los viajes e intercambios, el ataque a las familias cubanas y el endurecimiento brutal del bloqueo ayudan al pueblo de Cuba».
En la sede del Comando Sur, ubicada en la comunidad de Doral, en un breve discurso elogió la capacidad militar de esa base, principalmente de la armada, la fuerza aérea, la guardia costera y los marines, y mencionó su modernización por más de 2,5 billones de dólares.
Reconoció que en los últimos tres meses ese ejército patrulla las fronteras regionales, desde el Mar Caribe hasta el Pacífico oriental, utilizando armas poderosas como guardacostas, naves de combate, helicópteros y más de 1 300 efectivos, que representa un aumento del 65 % en los barcos y un incremento del 75 % de los aviones de vigilancia, en comparación con el año pasado.
Indicó que ese incremento para la modernización del Comando Sur se realizó a costa de los recortes presupuestarios en los sectores públicos: «Tenemos en construcción el rompehielos más grande del mundo en este momento, vamos a tratar de conseguir diez rompehielos adicionales». Aseveró que no disminuirá el presupuesto para los militares.
En la iglesia Doral Jesus Worship, en la comunidad del mismo nombre, el magnate-presidente enfatizó en su odio contra Venezuela, Nicaragua y Cuba, sin hacer mención a la situación epidemiológica, que en ese estado ha cobrado la vida de más de 4 000 personas, con una avalancha de casos positivos de la COVID-19.
El jueves último, la Florida reportó 8 935 contagios y 120 fallecimientos, cifra considerada récord por Anthony Fauci, el principal funcionario de enfermedades infecciosas de EE.UU,, según el sitio web FiveThirtyEight.
En la reunión con representantes de los grupos mafiosos anticubanos y antivenezolanos, reconoció el recrudecimiento de las medidas coercitivas, las mismas que no le han dado el resultado esperado. Como se trataba de una visita electoral, volvió a criticar a su predecesor Barack Obama por su política hacia la Mayor de las Antillas.
Solo con Cuba, el bloqueo se recrudeció con la imposición de más de 80 medidas económicas, que afectan directamente al pueblo.
De cara a las urnas, Trump le extendió un agradecimiento al congresista Mario Díaz-Balart, como una forma de contar con su apoyo y el de la comunidad que maneja el dinero proveniente de los contribuyentes de la Florida. Para ello realizó una reunión privada de recaudación de fondos en Broward, condado vecino al de Miami-Dade.
También habló acerca de las relaciones con China, las que calificó de severamente dañadas, responsabilizando al gigante asiático de la propagación de la epidemia de la COVID-19. En este tema, aseguró que no avizora una fase dos del acuerdo comercial con ese país en corto plazo.
La agenda de Trump en el sur de la Florida, epicentro de la pandemia en ese estado, debió completarse con un mitin al aire libre en la localidad de Portsmouth, pero fue pospuesto por las lluvias asociadas a la tormenta tropical Fay.
Su oponente, el demócrata Joe Biden, calificó este recorrido como un entretenimiento del presidente ante el azote de la epidemia que vive el país y su afán de ser elegido en noviembre: «Usará este viaje como oportunidad fotográfica y como distracción de sus fracasos», precisó, y marcó el interés de Trump por tomar las riendas de la opinión pública a su favor, ante la caída de su popularidad.
Hoy Biden aventaja en más de ocho puntos porcentuales a Trump para los comicios electorales de noviembre (según sondeos de Real Clear Politics) y esa diferencia pudiera aumentar si la estrategia presidencial mantiene su apuesta a la apertura económica, que trae como consecuencia un mayor número de contagios y de muertes por el nuevo coronavirus.
Estados Unidos es el país más afectado del mundo por esa enfermedad, con más de 3,1 millones de infecciones confirmadas y más de 130 000 muertos, con una sobresaturación de los servicios sanitarios, escasez de insumos médicos y agotamiento de los recursos humanos para atender la enfermedad.
Desde el aterrizaje del avión en Miami se le vio sin mascarilla facial, haciendo alarde de una reapertura a la economía en EE.UU.. y restando importancia al avance de la pandemia. Sin embargo, fue cuidadoso de mantener la distancia al saludar a las personas con las que se reunió.
El presidente estadounidense no tiene oídos receptivos al pedido de los cubanos residentes en su país, quienes en varias manifestaciones han abogado por la libertad de viaje, la reunificación familiar, el envío libre de remesas y la agilidad en los trámites consulares. Estos se han visto obstaculizados por la expulsión del personal diplomático de la sede en Washington bajo burdos pretextos.
Si tan siquiera uno de esos temas que reclaman fuera solucionado, quizá hubiera sido una visita oportuna al menos para ellos.
En definitiva, a Trump no le interesa la Florida, sino sus votos; fue allí a eso, no a preocuparse por el estado de la Unión que más sufre por la COVID-19, ante la indiferencia del hombre al que eligió para garantizarle los tan cacareados derechos humanos que dice defender.
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