Casi cinco días de grandes tensiones, amenazas e incertidumbres han vivido los Estados Unidos y el mundo a partir de la celebración en ese país el martes 3 de noviembre, de las elecciones que habrían de ratificar en el cargo al excéntrico presidente Donald Trump, o, por el contrario, su relevo por el demócrata Joseph Biden, como acaba de ocurrir poco antes de las 12 meridiano del sábado 7, tras un conteo rompe corazones en cinco estados claves de la gran nación de norte.
Durante más de 72 horas tras el martes eleccionario, las infografías de sitios digitales como Rusia Today, SputnikNews y Telesur, entre otros, mantuvieron en las pantallas una escala dividida al medio en la cual se asignaban 264 votos electorales a Joe Biden y 214 a Donald Trump, mientras la británica BBC Mundo situaba al contendiente demócrata solo 253 sufragios de compromisarios.
Esto ocurría en tanto se libraba una batalla campal en Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte, Nevada y Arizona, que con sus vaivenes y particularidades se fueron decantando por Biden, poco a poco, merced al conteo de los votos remitidos por correo, que se verificaron después, y que se caracterizaron por ser demócratas en su mayor parte.
Como era de esperar, el actual mandatario, que cuestionó en varias ocasiones la probidad del conteo de votos, sobre todo en Georgia y Pensilvania, ha manifestado sin pruebas que no está de acuerdo con los resultados, porque, según sus palabras, fue él quien ganó las elecciones y, por tanto, elevará su reclamación a los tribunales.
De acuerdo con las primeras informaciones tras haberse declarado Biden ganador en una batalla que, matemáticamente, ya estaba decidida de antemano por el factor de las probabilidades, y que se demoró por el temor a las reacciones del actual mandatario, aquel llegó a los 290 votos de compromisarios estaduales, mientras Trump tuvo que conformarse con mantener sus 214 sufragios de las primeras jornadas.
En lo que todos los analistas coinciden es que en Estados Unidos se implantó récord de asistentes a las urnas, ya fuera de manera presencial o por correo, los cuales , al momento de la decisión, dieron a Biden la victoria por 74 872 687 votos, frente Donald Trump, que se anotó 70 602 mil 144, lo que hace un gran total de 145 474 mil 831 papeletas en total.
Cualquiera de los dos contendientes por separado alcanzó más votos que los obtenidos por Barack Obama en las elecciones que ganó en 2008, pero aún así son notables los 4 270 mil 543 con que Biden aventajó a su rival republicano, en unas elecciones que, simpatizantes de los dos bandos llamaron “las más importantes de la historia” en ese país.
Historia resultan ya las batallas libradas por ambos adversarios por ganar el estado de la Florida, muchos de cuyos electores —sobre todo los cubanoamericanos trumpistas—, se creyeron el “ombligo del mundo” al imaginar que se definiría allí la suerte de esta elección y que, con su voto, —son solo el 6 por ciento— iban a decidir la prorroga por otros cuatro años de su favorito al frente de los destinos de esa nación.
Si de novedades se trata, estas han abundado en la recién concluida elección, que ha dado a una mujer: Kamala Harris, como nueva y primera vice presidenta en los anales de ese país, la cual llega a la Casa Blanca como compañera de fórmula de Biden, quien se desempeñó en el período 2009-2016 como vice presidente de Barack Obama.
Ahora este norteamericano de origen irlandés, como el extinto ex presidente John F. Kennedy y católico como él, logra la primera magistratura en su tercer intento, a solo 13 días de cumplir 78 años, y la realidad y los especialistas le auguran un camino complejo, pues la primera tarea es logar que Trump reconozca su derrota sobre la base de que los números no se equivocan y que, aun cuando entable pleito en la Corte Suprema, donde los magistrados conservadores tienen mayoría de 6 a 3,
poco o nada podrá hacer ante el peso de la evidencia y su falta de pruebas.
Un análisis somero de las causas que llevaron al triunfo al candidato demócrata, expresa que no sucedió que ganó Biden, sino que perdió Trump, pues muchos de los que votaron por el ex vicepresidente, lo hicieron para castigar al multimillonario por su desfachatez, su falta de honestidad, su hábito de decir mentiras, sus ideas retrógradas; pero, sobre todo, por el mal manejo que ha hecho del enfrentamiento a la Covid-19 y el consiguiente desplome de los indicadores económicos.
Si Biden logra ocupar normalmente la presidencia el próximo 20 de enero, como por ley está previsto, su primera gran tarea será tratar de unir a los estadounidenses, hoy divididos en dos grandes campos; reducir la explosividad social que ha estado amenazando incluso con una nueva guerra civil; detener la pandemia del SarsCov.2, restablecer el empleo y el crecimiento económico y reconstruir las relaciones con los aliados tradicionales de Washington, tan dañadas por la actual administración.
A día de hoy, solo quedan dos meses y unas pocas jornadas para el traspaso presidencial y todo indica que serán casi tan movidos y relevantes como las últimas semanas previas a las elecciones recién concluidas, en una sucesión de acontecimientos relevantes para Estados Unidos y para el mundo que parecen no tener fin.
Cuba, uno de los objetivos de la política agresiva del presidente Trump desde que inauguró su mandato, se pronunció este 8 de noviembre sobre lo ocurrido en el país del norte en voz de su presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien escribió en su cuenta de la red social Twitter: “Reconocemos que, en sus elecciones presidenciales, el pueblo de EEUU ha optado por un nuevo rumbo. Creemos en la posibilidad de una relación bilateral constructiva y respetuosa de las diferencias”.
La cosa esta color de hormiga, absoluto silencio democrata, cero festejo despues de la «victoria» de Biden-solo en los medios-, mucha revision y conteo, todo no termina hasta que termina, todo no termina hasta el out 27