Cuando está por concluir el primer tercio de la campaña, el derecho Yankiel Mauris Gutiérrez ha exprimido el box y se afianza como as del pitcheo espirituano.
Con cinco victorias sin derrotas, el espigado lanzador lidera ese departamento en el país y está a solo un triunfo de los alcanzados en la pasada campaña, cuando salió en 17 partidos y 48 entradas.
La más reciente fue una salida de lujo, nada más y nada menos que frente al líder de la justa: Santiago de Cuba, equipo al que le lanzó cuatro sólidas entradas, sin libertades y un solo un hit.
“Lancé con mucho cuidado porque el equipo está en un buen momento, la estrategia fue lanzar pegado, bajito y con rompientes, porque ellos le batean mucho a la recta”.
Su eficiencia es tácita: ha salido en ocho partidos y suma solo 17.2 entradas, los contrarios le batean para 254, su PCL es de 2.04, su whip de 1.36, con 13 ponches y siete boletos; este último, un aspecto que puede mejorar.
Casi siempre llega en apuros en los extremos del juego. Por eso sus nervios están curados, o al menos lo parece. “Como me llaman para momentos difíciles, siempre estoy preparado, incluso cuando ya veo que el juego se pega, se empata o el contrario se va arriba, ya me pongo inquieto en el bullpen y quiero que me llamen, salgo confiado en que las cosas me van a salir bien y enfocado en cada bateador”.
De tanto hacerlo, ha creado un hábito. “Siempre he tratado de hacer bien lo que me toca, ahora soy relevista porque es lo que le hace falta al equipo, mucho más en estos inicios que no todos los abridores han salido bien y por eso me enfoco en esa labor, aunque estoy listo para cualquiera, siempre tengo la disposición para salir”.
Dice, como todos, que estos resultados se los debe a la preparación; primero, la que hizo en casa por unos seis meses, bajo la mirada a distancia de Ismel: “Todo el mundo pensó que no llegaríamos al ciento por ciento cuando reiniciaran los entrenamientos con el equipo completo, por eso no tiré tanto, pero sí trabajé mucho en lo físico, sobre todo para fortalecer las piernas”.
Y está lo de la mentalidad: “He mejorado en el estudio del contrario, Ismel insiste mucho en eso, tenemos que ver los juegos completos para ir mirando las deficiencias de cada bateador, qué lance le hace más daño”.
Hace poco un internauta me hizo saber su preocupación por una posible pérdida de la velocidad de Mauris, al comparar la que trajo a su regreso de República Dominicana, donde estuvo por casi tres años. Y él lo aclara: “Las millas son las mismas y están ahí, solo que cambié un poco el estilo en busca de mayor efectividad, siempre he lanzado por encima del brazo y los equipos te estudian, cuando lanzo por el lado del brazo, como lo estoy haciendo ahora, bajan un poco las millas, pero es con el objetivo de dominar mejor”.
La teoría la confirma Ismel, entrenador principal de los Gallos: “Por el lado del brazo ha sido efectivo, porque el rompiente lo ha tirado en las tres zonas: en strike, en bola y en zona de duda, y ha tirado la recta por el mismo ángulo, lo ha sabido manejar y eso tiende a confundir al bateador, de esa forma su velocidad se mantiene estable por las 86-88 millas. Cuando lo hace por encima del brazo, supera las 90”.
Sus saldos no parecen caber en su fisonomía, invariable desde que vino al mundo: “Ya sé que nunca voy a aumentar una libra —sonríe—, pero eso no impide que haga las cosas como las tengo que hacer”.
Ismel, que tiene la misma convicción, sobre todo después que lo ve comer en grandes cantidades, toma previsiones: “Trabajamos con él de forma diferenciada por sus características físicas, no tiene tanto músculo, por eso le incrementamos potencia y rapidez para que pueda aguantar todo ese rigor. Lo ha hecho muy bien hasta ahora. Es el lanzador más completo que tenemos, pues puede abrir, ser intermedio y cerrar”.
Como le queda camino por andar, puede esta confirmarse como lo que ya ha comenzado a ser: su mejor campaña. Sus victorias de ahora, sumadas a las del pasado año (11 en total), superan con creces el saldo de sus dos primeras con traje de los Gallos (2014-2016), cuando acumuló apenas cuatro, con nueve derrotas y siete juegos salvados con 4.19 PCL de efectividad.
“El equipo necesita de mí y voy seguir dándolo todo cada vez que me llamen al box”, concluye.
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