«A mí la pasión se me sale por los poros cuando de la Revolución se trata». Hablaba Cuba en la voz de Raúl, que es la de Fidel y la de su pueblo, y porque la historia traza esos paralelos cuando se es fiel a ella. Lo hacía un 11 de abril –hace ya seis años–, justo a 120 de que José Martí pisara la tierra que lo vio nacer para iniciar la Guerra Necesaria. Como si fuera poco, el auditorio era la Cumbre de las Américas, en Panamá.
El General de Ejército sacó de su pecho aquella frase, para entregársela a todo el continente, cual sentimiento de fidelidad a esa Revolución que parió a nuestro socialismo, también en abril, pero de 1961. Sin embargo, había sido «engendrado» mucho antes, en ese cuarto mes del año, pero de 1892, cuando el día 10 el Apóstol le entregaba a su Patria el Partido Revolucionario Cubano.
Abrimos este abril de 2021 con la dignidad y la hidalguía a flor de piel, con el Comandante en Jefe, legado mediante, en los pechos de las cubanas y cubanos. Y lo hacemos también en combate, contra la pandemia de la covid-19, y frente al mismo bloqueo imperial que, como él previó, se iría recrudeciendo, para hacer más gloriosa cada una de las victorias.
Con la sensibilidad y belleza que ha acompañado a la bravura de este pueblo, la primavera cruza el umbral de otro abril, cuyas puertas se abren a un Congreso histórico, el 8vo. del Partido Comunista de Cuba, heredero de aquel de 1892, sobre el que su fundador dijera: «La unidad de pensamiento, que de ningún modo quiere decir la servidumbre de la opinión, es sin duda condición indispensable del éxito de todo programa político».
A esa unidad consagró su vida Fidel, quien, al hacer brotar al primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba, en octubre de 1965, coronaba un proceso armónico de todas las fuerzas que aportaron a la emancipación definitiva de la nación. Apenas cerraban los días de abril del año 2000 cuando, a la siguiente mañana, nos decía: «Revolución es unidad», que no solo es sostén de la victoria de esa obra de soberanía e independencia, sino el atributo al que más temen el imperialismo y toda su fauna de vendepatrias asalariados.
Por eso la reunión de los militantes del Partido Comunista de Cuba, que comenzará el 16 de abril, el día que hace 60 años Cuba se declaraba en Revolución socialista, y culminará el 19, cuando entonces el socialismo vencía al imperialismo por primera vez en América, es el Congreso de la continuidad de esa unidad.
Por ellas, y con ellas, Cuba ha enfrentado la pandemia de manera holística, en el cual el sistema de ciencia, forjado con la visión socialista de su creador, sueña y realiza la esperanza con sus cinco candidatos vacunales, que permitirán, en el propio año del Congreso, inmunizar a toda su población. Así actúan el socialismo y un Partido Comunista, como hacedores del bien y protectores de la condición humana, aunque aquellos, los inquisidores de las ideologías, hayan querido quemarlos en la hoguera.
Por ellas, y con ellas, los ciudadanos de este pequeño, y a la vez, gigante archipiélago, tienen pleno acceso a la vida política y social; a la salud y a la educación, de manera gratuita, y a un sistema de seguridad social que no deja a nadie desamparado. La continuidad y la unidad han enfrentado resueltamente todo tipo de discriminación; promueven la igualdad de oportunidades, el respeto a los derechos del niño y de la mujer, amplían la participación en el deporte, la cultura, y construyen una sociedad del conocimiento; garantizan el más elemental de los derechos: la vida. Son, en fin, los resortes de la justicia conquistada.
Eso es Revolución, que al decir de Fidel fue la que trajo al mundo al Partido, y este la lleva adelante. Es la cimiente de la paz que disfrutamos, de la alegría compartida de un pueblo que se expresa en el campesino arando la tierra para dar de comer; en los centros científicos, donde la ciencia no es competencia, sino que auxilia al Gobierno y se convierte en herramienta y palanca de su gestión; en el altruismo de sus médicos y en el esfuerzo de sus obreros; en el amor a la pelota, en la defensa de su cielo y de sus costas, en la obra de sus mujeres y en la sonrisa de los niños; en la danza y en la música, en el cine y en el teatro, en la plástica y en la literatura. Es, no lo dudemos, la realización de excelso lirismo de un país.
De esa obra, eminentemente humana, que desde los poderosos centros hegemónicos quieren desaparecer, sencillamente porque encontró su desarrollo sobre los pilares de los valores de su pueblo, y no encima de cánones de ganancias a toda costa y a todo costo, el Partido es su más celoso centinela. A él nada le es ajeno, pues su razón de ser, sea o no militante de sus filas, son las aspiraciones y realizaciones de las cubanas y cubanos, lo que lo dota, además, de la condición de Partido del pueblo, esa que Fidel definió como honor, pero jamás privilegio.
Ahí encuentran sus esencias las palabras del Presidente Miguel Díaz-Canel, cuando en los espacios de preparación de la cita partidista, les dijo a los delegados que el Congreso no puede ir por un lado y los problemas del pueblo por otro. Es también la razón por la cual enfatizó en que la amplia y transversal esfera de la economía es hoy el frente más importante para el país y, en consecuencia, para el Partido; como lo son también la preparación de los que tienen la misión de dirigir los procesos, los cuadros; y el enfrentamiento en el campo político-ideológico, ante una campaña sucia, burda y mentirosa, pagada y organizada por un gobierno extranjero, de nombre Estados Unidos.
La continuidad y la unidad han de explicarse con claridad para verlas como el soporte sobre el que hoy este pequeño país es el que mejor ha controlado la covid-19, no porque tiene las arcas llenas, sino porque ha demostrado que su socialismo, su Gobierno y su Partido han sido más efectivos que todo el mundo desarrollado, pese al recrudecimiento de un bloqueo asesino. Sí, hay que llamarlo así, porque persigue el mal de cada uno de nosotros. Pero continuidad y unidad son, igualmente, enfrentamiento a lo mal hecho, búsqueda constante de la eficiencia, censura sempiterna de la chapucería, buen gusto y buenas prácticas. En una palabra: desarrollo.
Por eso el Partido y su 8vo. Congreso son la poesía, y sus versos la conceptualización del modelo económico-social, la Estrategia económica, los Lineamientos y el Plan de desarrollo hasta 2030, todos guarecidos bajo ese gran poemario que es la Constitución de la República. Porque esa lírica expresa la unidad y la continuidad del futuro de la Patria.
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