A Oscar Alonso Cabrera lo recordamos franco, abierto, jovial con la frescura con que cada mañana se levantaba para emprender alguna nueva tarea, como el pasado 6 de enero, cuando se conmemoraron 62 años del paso de la Caravana de la Libertad por Sancti Spíritus; entonces él y Alcibiades Aguiar Rondón, los únicos dos caravanistas orientales radicados en Sancti Spíritus, acudieron como cada año al parque Serafín Sánchez en calidad de invitados de honor a conmemorar la efeméride.
Trabajador agrícola y cañero, Oscar se vinculó aún muy joven a la lucha contra la dictadura batistiana como parte de una célula del Movimiento 26 de Julio en la zona de Marcané-Birán y desafió el peligro con los constantes sabotajes como quema de cañas, cortes de las líneas telefónicas y otras acciones, hasta que la persecución se hizo tan intensa que en mayo de 1958 se vio obligado a irse para la Sierra Cristal, donde se unió al II Frente Oriental Frank País, del Comandante Raúl Castro; allí fue asignado a la Columna No. 17 bajo el mando del Comandante Antonio Enrique Luzón Battle.
Luego de participar en distintas acciones guerrilleras en la zona de San Luis, Cueto y La Maya, Oscar se encontró con Raúl, a quien conocía de Marcané, en un punto entre Dos Caminos y San Luis. Fue en noviembre de 1958 y el veterano combatiente no olvidó nunca la alegría de aquella tropa joven con la cual el joven comandante insistió en tomarse una foto antes de platicar largamente con ellos.
También llevó siempre con él el recuerdo del encuentro con Fidel el 24 de diciembre de 1958, cuando, en medio de los últimos combates, el Comandante en Jefe llegó a Birán a visitar a los suyos y de allí siguió a Marcané, donde tuvo un encuentro inolvidable con el pueblo.
Luego del triunfo y la emocionante Caravana de la Victoria, Oscar continuó en el Ejército Rebelde, y luego en las FAR, hasta 1970, cuando se incorpora a la vida civil y ocupa diferentes cargos en Matanzas, Cienfuegos, Sagua la Grande y Santa Clara, hasta que, entre 1976 y 1977 cumple misión internacionalista en Angola. Como funcionario del Ministerio del Azúcar, en 1980 vino a Sancti Spíritus y aquí encontró a quien sería su compañera hasta el fin de sus días.
Caracterizado siempre por una fe inextinguible en Fidel y Raúl, Oscar le confesó a un colega que en Sancti Spíritus tuvo su momento más feliz y el más triste: El primero, cuando vino en la Caravana de la Libertad y llegó a esta ciudad donde alguna fuerza interior le dijo que aquel encuentro no terminaba ahí. El segundo, cuando fue testigo, en el propio parque Serafín Sánchez, del paso de la caravana que conducía las cenizas de Fidel en sentido contrario, en emotivo regreso a las raíces.
Ese, a grandes rasgos, es el compañero alegre y cabal que nos dejó este viernes, luego de una vida plena de lucha y de trabajo, siempre formando parte de los hombres leales que, al decir de Martí, aman y construyen.
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