Hasta el zumbido de un mosquito debiera escucharse en las áreas declaradas en cuarentena por el número de positivos a la COVID-19 diagnosticados; pero, lo que usted y yo suponemos en ocasiones se estrella contra la realidad, cuando esta coge el carril contrario a toda lógica.
Como el péndulo, que va y regresa, el Grupo Temporal de Trabajo provincial para la prevención y el control de la pandemia ha recalado en el análisis del funcionamiento de esas zonas, a raíz de las transgresiones de las medidas de bioseguridad observadas, cuya prueba más gráfica resulta la dilación en el cierre de los eventos de transmisión local.
¿A qué violaciones de la disciplina ciudadana aludimos elementalmente? En el inventario aparecen los intentos (han sido más que tentativas) de “meter cabeza” para salir de las áreas; incluso, hay quienes, al mejor estilo ninja, saltan elevadas tapias y se escurren por los patios traseros, y de esa forma, devienen en potenciales propagadores del SARS-CoV-2, si padecen la enfermedad de manera asintomática.
Si bien existen ciudadanos que buscan escabullirse de las zonas, los hay también que aprovechan el menor filón para ingresar a estas, por miles de causas; pero ninguna que justifique burlar lo dispuesto.
El deambular en la vecindad y, en particular, la visita a esta o aquella casa es otra de las violaciones detectadas, por ejemplo, en Zaza del Medio, poblado con la COVID-19 hasta la garganta. Ciertamente, la indisciplina ha circulado sin freno por la calle 22, como lo admitió la presidencia del Consejo Popular a este reportero.
Algo similar ocurrió en la calle La Paz y en determinados segmentos de Céspedes, en el reparto Kilo-12, de Sancti Spíritus; realidad corroborada por la vicepresidencia de la Asamblea Municipal del Poder Popular.
Pero no todas las áreas declaradas en cuarentena están cortadas con la misma tijera. Saltan a la vista Boquerones 1 (meses atrás) y el edificio 3 (norte), también en La Sierpe y que transita por dicho proceso. Allí prevalece el sentido común, gracias a un control sistemático, seguido por las autoridades locales, con la participación de diversas entidades y organismos.
Si suscribimos las estadísticas de los contagiados, el no quitar los ojos de las áreas bajo tal condición, es decir, el establecer un sistema de control verdaderamente efectivo ha faltado, en mayor o en menor grados, en otros territorios; fiscalización que va desde las organizaciones políticas y de masas, así como de las estructuras del barrio, que conocen, como nadie, las dinámicas de la comunidad, hasta los Grupos Temporales de Trabajo.
En particular, el municipio de Sancti Spíritus ha apostado por acrecentar el rol de los factores comunitarios, ante las disímiles frentes que cubren hoy las fuerzas del Ministerio del Interior, explicó el intendente Jaile Rabelo Orellana en reciente emisión de la revista especial de Centrovisión.
No debe eludirse el caso de Taguasco, el de mayor número de eventos de transmisión local activos desde hace varias semanas y todavía con elevadas cifras de positivos al coronavirus, expresión clara y manifiesta de un cierre no del todo efectivo de las áreas declaradas en cuarentena y con restricción de movimiento, entre otras lecturas.
Ni en ese territorio ni en otros se ha demostrado el valor real de aplicar, justedad de por medio, el Decreto No. 31, aprobado por el Consejo de Ministros a inicios de año para poner boca abajo las violaciones de las medidas sanitarias. Al hablar de valor, partimos del carácter preventivo de la norma jurídica, que comprende multas de hasta 3 000 pesos para quienes violen las disposiciones dictadas en tiempos de pandemia; sí, prevención, por lo alto del monto y porque, a la postre, también la sanción contribuye a evitar el contagio al infractor y a salvarle la vida; aunque, a la hora de recibir la notificación, el multado no considere ni lo uno ni lo otro.
Hagamos notar, además, que el Grupo Temporal de Trabajo Provincial ha criticado la lentitud de las autoridades de algunos de municipios como Fomento para declarar determinadas áreas en cuarentena, a pesar de las indicaciones al respecto de la dirección del mencionado órgano. En la actualidad, suman 44 en la provincia; 12 de estas en Yaguajay, 6 en Jatibonico, 8 en Taguasco, 6 en Cabaiguán, 4 en Sancti Spíritus, 1 en La Sierpe, 3 en Trinidad y 4 en Fomento.
Ni por asomo desconocemos el aporte de quienes se han quitado días, noches de sus vidas para domar la agresividad y la expansión del virus en Sancti Spíritus, cuyo pronóstico epidemiológico, debido a la comprobada circulación de la cepa delta en el municipio capitalino y en Jatibonico, más que subirnos la presión arterial, debiera llamarnos a capítulo y hacer lo que a cada cual le corresponda en lo individual, familiar e institucional.
Igualmente, pocos disentirían de que, casi siempre, transgredir las medidas sanitarias genera la aparición de nuevos confirmados en las áreas en cuarentena; hecho que implica, a partir de ahí, empezar de cero otra vez el ciclo del cierre. Círculo vicioso que echa por tierra la contribución de muchos, incluida la de quienes actúan como voluntarios. Tanto ellos como nosotros sabemos que esos sitios no llegan hoy a ser realengos; pero, también, que no reinan la total calma y la disciplina, que permitan escuchar hasta el zumbido de un mosquito.
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