Fue tan real su modestia que parecía vestir una coraza contra el elogio o la vanidad; es que nunca aceptó, como suyos, los resultados de la cooperativa; aunque, en honor a la verdad, detrás de cada cumplimiento estaba su aporte, ese que nace del trabajo en equipo, del apoyo incondicional al campesino, de esa frase tan suya: “Conmigo camina todo el mundo, pero se abre camino quien cumpla con la cooperativa”.
Así era Mario Fiallo Massip, presidente desde hacía 11 años de la Cooperativa de Créditos y Servicios Josué País, uno de los buenos matemáticos que se metió tierra adentro y con su liderazgo convirtió a esa base campesina en Vanguardia Nacional durante los últimos nueve años; también uno de los más fieles defensores de la diversidad productiva en Banao sin abandonar los cultivos típicos del ajo y la cebolla.
Parecía una utopía que una cooperativa, marcada más por el fatalismo geográfico que por la cercanía de sus áreas, saliera a flote con sus producciones en medio de los avatares que surcan la Agricultura. Con los suelos repartidos por San Pablo, Mayábuna, Siberia y el entronque de Pojabo, Fiallo —como todos le decían—, supo apelar al trabajo en equipo, a la exquisitez de la organización, e incorporó un lema que encajaba por igual en los más de 200 socios: “vemos la tierra como un miembro más de la familia, de la cooperativa”, narró una vez a Escambray.
Todo Banao sintió el dolor de su pérdida física, porque era un hombre de campo y de pueblo, humilde, esposo, padre, vecino afable, un cubano sabio con quien se aprendía en cada intercambio. “Te fuiste amigo, pero te necesitábamos por un tiempo más en la tierra”, se leyó en uno de los cientos de mensajes que desde las redes sociales lamentaron el suceso.
Es que hay personas que abonan la vida con su actuar y hasta se vuelven imprescindibles; desde ya a Banao le faltará por siempre una pieza clave en su esquema productivo, porque no fue Fiallo un presidente de oficina o tareas burocráticas; él hizo del ejemplo su herramienta mayor, de la sabiduría un recurso, del razonamiento pausado un método de trabajo, de la verdad el mejor arado para labrar la obra agropecuaria de su cooperativa.
Es que Fiallo ayudaba a todo el mundo, oí decir varias veces a guajiros y pobladores de la zona; tal vez eso explica el respeto y cariño que tuvo a su alrededor; es que siempre tenía a flor de labios una sentencia digna de aparecer en la Biblia de la Agricultura cubana: “los hombres que le ponen la espalda al sol merecen apoyo y respeto”.
El mismo respeto que prodigó a los demás, que lo llevó a convertirse, sin proponérselo, en una especie de abogado de los campesinos, en fiel defensor del cumplimiento productivo, porque nada lo apasionaba más que quedar bien con su pueblo, con su país. Banao perdió a su líder, a un hombre que a los 58 años sembró una huella humana en la campiña espirituana.
Cuanto sentimos su petdida buen dirigente, amigo, compañero y sobre todo cumplidor de las tareas de la organizacion campesina ANAP
EPD Fiallo, supe de tus conocimientos y amor por la tierra, de tu entrega, de tus seguidores que no fueron más que ese propio pueblo donde crecistes como persona y líder