¡Al olvido, caramba, al olvido!… pudiera ser el himno insigne si se le diera una serenata a la Casa de la Trova Miguel Companioni, de Sancti Spíritus. A sus 36 años ha perdido buena parte de sus esencias. Desde el retorno a las actividades presenciales el pasado 12 de noviembre no ha podido brindar música en vivo y apenas ha recibido público.
“Solo hemos tenido música grabada —reconoce enfáticamente Xenia Valdivia Quesada, su directora desde hace tres años—. La Casa se subordina administrativamente a la Dirección Municipal de Cultura, que ya para esa fecha solo tiene presupuesto para pagar salario. Apostamos por la música bailable para ver si se sienten atraídos, pero no ha sido posible”.
En su interior también convive la Sucursal Artex S. A. de Sancti Spíritus, responsable de sostener su oferta gastronómica y, antes de que la covid formara parte de nuestras vidas, también asumía parte del pago a los artistas. Pero padece las huellas del desabastecimiento por tantos meses de inactividad y, por tanto, sus arcas están tan deprimidas como su bar y almacenes.
“No tiene ninguna oferta y, aunque la mayoría de las personas que pasan preguntan más por la música en vivo que por las opciones del bar, creemos que la ausencia de sus habituales productos también influye en que de 50 personas, capacidad aprobada según el protocolo sanitario, apenas entren cuatro o cinco en una noche. Hay días que ni siquiera eso”.
De esa forma han transcurrido más de dos meses en la casona de ventanales azules, ubicada en la céntrica calle Máximo Gómez (sur), muy cerca del parque Serafín Sánchez. Parece un museo, donde se entra, se recorre con la vista el lugar ambientado con Van Van, Alexander Abreu y Havana D’Primera… y se sale en busca de opciones más tentadoras.
“No hemos podido cobrar los nuevos precios máximos. Si hay agrupación en vivo, 50 pesos y 25 para los estudiantes los jueves, por ser noche para universitarios. Hasta ahora solo ha sido 25 para el público general y 15 para los educandos ese día”.
ACORDES DEL OLVIDO
José Ezequiel Cardoso, Lalito, se refugia en la letra de Rafael Rodríguez: (…) de aquel inmenso amor no quedó nada, cuando vuelve en su memoria al 20 de diciembre de 1985, día en que, en presencia de Armando Hart Dávalos, entonces ministro de Cultura, se cortó la cinta de la nueva cobija para bardos y amantes de sus melodías.
“Ya no cumple con su objeto social. Allí conocí a muchas personalidades de la trova cubana. No solo nos reuníamos a cantar, sino a conversar de nuestra historia. Aprendí, sentado en el patio del mismísimo Rafael Rodríguez, Juan Manuel Puig, Sigifredo Mora…”, refiere quien asegura no haber rasgado su guitarra en ese espacio desde hace más de 10 años, salvo cuando es sede de un evento nacional o recibe alguna invitación muy puntual.
A la yayabera Leticia Ulacia también se le punza el alma cuando se le pregunta por la Casa de la Trova Miguel Companioni. Aunque prefiere no hacer comparaciones con el ayer, porque cree en la dialéctica natural de la vida, sufre el ambiente que convive en el interior de la edificación.
“Nada puede perder sus esencias y esa Casa se fundó para trabajar en vivo, no solo por los trovadores de aquí, sino para los que lleguen de otras provincias. Su situación lacera la vida cultural espirituana y el ejercicio de los trovadores de ir a cantar ahí espontáneamente. La trova es rica y no se ha detenido. Pero no podemos olvidar que para lograr todo eso hay que tener un respaldo económico”.
¿ARTE O POPULARIDAD?
Después de vivir casi toda una vida con guitarra en mano, Lalito niega la efectividad de la frase nacida en alguna noche de descarga de que “la trova sin trago se traba”. Consciente de que el actual contexto transita con más de una torcedura económica, su olfato de viejo bardo le asegura que son más efectivos la organización, planificación y pensamiento.
“En la época de Jesús Quintero, segundo director de la Trova, nos sentamos varias personas y diseñamos una programación por temáticas: Noche del son, danzón con poesía… una variedad que arrastró a muchísimo público que iba para disfrutar del talento, no porque las ofertas gastronómicas fueran mejores porque eso lo podían hallar en otros sitios”.
Similar proyecto —acota Leticia Ulacia–— se pensó hace algunos años en el Centro de Superación para la Cultura, como parte de una acción que se realizó allí con el colectivo de ese momento de la institución: “Pero quedó en papeles, a los decisores de implementarlo no les importó”.
Poco a poco y a la vista de trovadores, directivos y público, la Casa se contaminó con melodías divorciadas de su objeto social. La clave de la trova no es un bardo con guitarra en mano, sino que exista una perfecta fusión entre texto, armonía y ritmo. Al buscar cómo atraer público y no centrarse en una programación más estructurada, esa trilogía muchas veces se ha fracturado. La utilización de la música grabada es su tiro de gracia.
Este propio semanario ha advertido en otras ocasiones sobre la caída en picada de la institución símbolo de la ciudad del Yayabo. Una fue cuando, tras 18 años de existencia, se eliminó el programa radial Serenata, que se transmitía en vivo desde su patio cada viernes. ¿Las causas? La Trova no garantizaba los tríos para esa noche por falta de pago y la falta de diálogo entre los responsables. Otra, cuando los jueves se convirtieron en el sitio bailable por excelencia de los jóvenes, sin evaluar espacios inutilizados como la Discocentro, que bien pudiera ser el idóneo para esa función.
“Entre la Sucursal Artex S. A. y la Dirección Municipal de Cultura hay un contrato leonino, donde Cultura lleva todas las de perder porque la selección de quienes se presentan allí pasa por el gusto de quienes estén dirigiendo Artex. No hay que ir a la escuela para saberlo, solo basta revisar los contratos repetitivos de quienes antes de la covid llegaban a ese escenario, cuando nuestro catálogo tiene otros muchos representantes evaluados y con igual categoría. Y el tema de la música grabada no es nuevo. Se utiliza allí desde hace un buen tiempo”, opina Leticia Ulacia.
El asunto de la comercialización sigue siendo uno de los grandes talones de Aquiles del sector cultural espirituano. Ha resultado imposible para la Empresa Comercializadora de la Música y los Espectáculos Rafael Gómez Mayea negociar con dividendos según la calidad de sus proyectos, más allá de otros muchos intereses. La actual situación de la Casa de la Trova Miguel Companioni engorda la deuda de más de 200 000 pesos con que despedirá esa empresa su año y que la ha tenido con la soga al cuello hasta para pagar a sus trabajadores.
“Es una empresa estatal socialista que tiene que respaldar todo su funcionamiento con las ganancias que genere su catálogo —explica la artista yayabera—. No obstante, ha suplido parte de la programación del municipio con los artistas subvencionados como muestra de su apoyo a la vida cultural. Pero necesita cumplir con su rol y el escenario de la Trova exige de variedad, porque hasta allí también tienen que llegar los otros creadores”.
En busca de honrar el aniversario 36, la casona a la que da la bienvenida una escultura de Miguel Companioni con su guitarra en mano, diseñó un discreto programa con presentaciones en vivo:
“Será así hasta el día 25 de diciembre, pero de ahí en adelante no se sabe qué pasará”, asegura Xenia Valdivia Quesada, representante del colectivo.
La destrucción total de nuestra cultura es mérito imperial.La resistencia se quiebra sin jóvenes, sabíamos?
Algunas de las mejores ,mejor situadas y bellas edificaciones culturales las gestiona cultura y que ocurre en ellas..No soy periodista,les dejo ese trabajo a quienes cobran por ello,como espirituano me duele
Triste, muy triste que se deterioren los valores identitarios de la villa del yayabo. Sancti Spiritus es cuna de importantes trovadores y de un fuerte movimiento de trios, razones por la que se funda la Casa de la Trova. Esa es su esencia y se desvirtúa como señala Lisandra cuando para atraer público se pone música bailable grabada existiendo otros espacios en la ciudad con condiciones óptimas para ello. La casa de la Trova Miguel Companioni exige la atención de las autoridades del municipio y la provincia para salvar una institución que llegó a ser un símbolo de la cultura espirituana.Las ofertas gastronómicas son complemento no esencia en este tipo de instalación, sin dejar de reconcer que atre a las personas. Tenemos que alimentar el alma y el espíritu para llevar una vida menos violenta, agresiva y decadente. Miremos que hacen otras provincias para salvar sus instituciones. Eso le toca las Direcciones provincial y municipal de cultura con el apoyo del gobierno.
Felicitaciones, periodista, por develar este secreto a voces. Este sábado pasado, el audio con la consabida «música grabada», donde la música cubana no se escucha, la intensidad del sonido era tanta que las ventanas de mi casa (vivo al fondo de la Casa) temblaban a más no poder. Todo eso ¡hasta las 2 de la mañana! La Casa de la Trova no ha muerto, la están matando aus promotores. Es un ultraje vil a la memoria de Companioni. Es una vergüenza.