Nadie como ella para salirle al paso a cada carro que le pasa por delante. Sin perder la ternura y con el saludo a flor de labios se presenta, una y otra vez, durante las 12 horas de labor que debe cumplir entre las seis de la mañana y las seis de la tarde, durante los cuatro días que le toca su turno. “¿Cuál es su destino?”, pregunta siempre, aunque en muchas ocasiones la respuesta es errada.
Migdalia Pulido Romero, inspectora de Transporte en el punto de embarque de La Rotonda, en Sancti Spíritus, confiesa que en tiempos de pandemia la labor es más dura y compleja. “Llevo ocho años en esto, antes estuve en otros puntos de embarque, ya me conozco de memoria el oficio, pero el tiempo y la experiencia no significan nada ante el cuidado que debemos tener para evitar el contagio”.
Por este lugar pasan más de 300 personas al día, es cierto que desde que comenzó la COVID-19 el trabajo de los inspectores ha sido intermitente, en dependencia de la etapa en que se encuentra el territorio, pero Migdalia afirma que lo primero es cuidarse, sin perder el respeto y la credibilidad que se logra cuando se es serio en el desempeño de esta labor.
“Aquí tratamos con todo tipo de público —dice— unos quieren irse pronto, otros protestan cuando el carro pasa por la vía rápida y no para…; hay que hacer malabares para lograr embarcarlos a todos.
“Nosotros somos el espejo del pueblo, por eso la responsabilidad está por delante”.
¿Cómo se comportan los conductores de vehículos estatales?
Hay muchos que son respetuosos y siempre paran, aunque el inspector no esté presente, pero todavía existen incumplidores que pasan de largo por la senda rápida y nos ignoran, otros llegan y afirman ir hasta El Chambelón, cuando en realidad van mucho más allá. Se ha dado el caso de que nos mienten y detrás embarco en otro carro al pasajero, pero al siguiente día, cuando la persona viene al punto, porque es asiduo de este servicio, nos dicen: “Inspectora, el conductor del jeep que le dijo ayer que no llegaba a Cabaiguán, lo pasamos llegando al Psiquiatrico”, ante eso nada podemos hacer, solo apelar a la conciencia de cada chofer.
Con la tablilla de madera en su mano derecha y la alcancía en la otra Migdalia pasa casi todo el día, muchos espirituanos la admiran y dicen que es de las mejores inspectoras de la provincia porque reconocen el empeño que pone para gestionarle un transporte seguro a cada persona que se llega a La Rotonda.
“A veces estoy a punto de terminar mi jornada y llega algún anciano o una madre con niño pequeño, los miro y pienso en cómo embarcarlos, porque si me voy se quedarán aquí quién sabe hasta qué hora. En ese momento me acerco bien a la senda y le saco la mano a todo el carro que venga, me da pena con los pasajeros que insisten en que los ayude”.
Migdalia lleva sobre la cabeza un sombrero de ala ancha que la cubre del sol, para algunos ella pasa inadvertida, a no ser que tengan que llegarse a la parada de La Rotonda con la intención de viajar, entonces fijan su mirada en la mujer amable y educada que es, conocen la importancia de su labor y el empeño que pone para que los conductores cumplan su cometido y los pasajeros lleguen hasta su destino en el menor tiempo posible.
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