Los líderes mundiales que se reúnen en la conferencia del clima de Naciones Unidas no han podido implementar políticas adecuadas que detengan el calentamiento global por debajo de los 2°C, como prometieron en la cumbre de París hace seis años.
«El tiempo de las sutilezas diplomáticas ya pasó», dijo el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, en un tuit previo reciente.
«Si todos los gobiernos, especialmente los del G-20, no se ponen de pie y lideran los esfuerzos contra la crisis climática, nos encaminamos hacia un terrible sufrimiento humano», añade Guterres. En los últimos tiempos, en medio de problemas ambientales cada vez más difíciles y protestas desde varios sectores, el cambio climático se ha convertido en centro de atención de los públicos.
Luego de dos décadas y media de negociaciones anuales, decenas de miles de personas acudieron a la ciudad escocesa de Glasgow para discutir acuerdos sobre emisiones en la 26ª Conferencia de las Partes, o COP26.
Las cumbres climáticas de la ONU son un foro para que los líderes mundiales acuerden planes para consumir menos combustibles fósiles.
El gobierno del Reino Unido, el anfitrión, está llamando con énfasis a los líderes para que se comprometan a reducir las emisiones rápidamente. En su agenda destaca «carbón, automóviles, efectivo y árboles».
Hay delegados de países pobres y vulnerables, que no pueden asistir a la cumbre por las restricciones de la pandemia y el costo de los viajes, que están solicitando a los contaminadores ricos que paguen por las pérdidas y los daños causados por los fenómenos meteorológicos extremos provocados por el cambio climático.
Grupos de científicos, activistas y hasta políticos han manifestado su desconfianza ante la idea de que las cumbres climáticas puedan solucionar el problema. Sobre todo, se critica a los países ricos por no cumplir sus promesas. También rechazan las promesas de reducir las emisiones a largo plazo que no sean acordes con las políticas actuales.
«Esto es todo lo que escuchamos de nuestros supuestos líderes: palabras que suenan muy bien pero que hasta ahora no se traducen en hechos», dijo la activista climática Greta Thunberg en un evento previo a la COP en Italia el mes pasado. «Nuestras esperanzas y ambiciones se ahogan en sus promesas vacías», concluyó.
En la actualidad, con temperaturas globales 1,1°C más altas que antes de la Revolución Industrial, el clima se torna cada vez más imprevisible.
La ola de calor que asoló el noroeste de América en junio de este año se hizo 150 veces más probable y 2°C más cálida debido al cambio climático, según un estudio del grupo de investigación World Weather Attribution. El mismo grupo de científicos encontró una correlación similar con el cambio climático, aunque más débil, para las lluvias que provocaron inundaciones mortales en el norte de Europa en julio.
La COP26 es la vigésima sexta conferencia del clima, así como la mayor y más importante conferencia relacionada con el tema en el planeta.
En 1992, la ONU organizó una cita en Río de Janeiro, bajo el nombre de la Cumbre de la Tierra, en el que se adoptó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
En este tratado, las naciones acordaron «estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera» para evitar la peligrosa interferencia de la actividad humana en el sistema climático.
Durante las conversaciones se han negociado lo que se considera varias ampliaciones del tratado de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático para establecer límites jurídicamente vinculantes a las emisiones de gases de efecto invernadero para los distintos países, y para definir un mecanismo de aplicación para evaluar el cumplimiento.
Entre esas extensiones, se encuentran el Protocolo de Kioto de 1997, que definió los límites de emisiones para las naciones desarrolladas que debían alcanzarse para 2012. También está el Acuerdo de París, adoptado en 2015, en el cual los países acordaron intensificar los esfuerzos para intentar limitar el calentamiento global a 1,5 °C por encima de los niveles de la era preindustrial, e impulsar la financiación de la acción sobre el cambio climático.
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