Estamos rodeados. La COVID-19 nos está acechando tanto que a ratos Sancti Spíritus puede parecer una plaza sitiada. Baste asomarse a suelo vecino: Villa Clara en fase de trasmisión autóctona limitada de la enfermedad, mientras que Cienfuegos y Ciego de Ávila han retrocedido a la fase uno de la recuperación.
Y ante tal panorama es mejor ajustarse los cinturones de seguridad. Valdría recordar para que no pecásemos de descuido alguno, el más reciente de los rebrotes padecidos aquí. Porque podríamos tranquilizarnos ahora con las estadísticas: desde el sábado pasado y hasta este viernes solo 19 espirituanos se han diagnosticado con el SARS-CoV-2 —cifra que decreció si se compara respecto a los más de 30 casos confirmados en igual lapso de la semana anterior—; pero ante el nuevo coronavirus toda inquietud es poca.
Ahora, a diferencia del país, los casos en la provincia han ido cayendo a cuentagotas. A no ser el pico de once el domingo —cuando se informaron como siempre los resultados del día anterior—, las jornadas no han superado los tres casos y han existido algunas sin ningún enfermo reportado.
Mejor que en otros tiempos. Mas, como en otros momentos vuelve a ser la cabecera provincial uno de los territorios más complicados, tanto que ha retrocedido, al igual que Jatibonico, a la fase tres de la recuperación.
Al cierre de la jornada precedente del dúo de confirmados uno pertenece a Fomento y otro a Cabaiguán —según trascendió hoy en la conferencia de prensa del doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública—; todos con una misma epidemiología: contactos de casos diagnosticados con anterioridad.
Y aunque la tasa de incidencia de casos confirmados en los últimos 15 días de Jatibonico —con 23, 2 por cada 100 000 habitantes— y de Sancti Spíritus —con 21 por cada 100 000 habitantes— son las más altas de la provincia y los ha hecho retroceder de fase, otros territorios no deben confiarse.
Lo advertía a Escambray el doctor Manuel Rivero Abella, director provincial de Salud: “Fomento tiene una tasa de incidencia de 15 en solo seis días y Cabaiguán de 13 en siete días”.
Si bien para que el indicador se deteriore tanto que implique un retroceso epidemiológico debe mantenerse de forma sostenida por encima de 20 durante una quincena, más vale precaver a tiempo para no tener que lamentar después.
Al repasar la semana un dato alienta: pese a que aún permanecen abiertos más de una veintena de controles de focos, durante la semana se han logrado cerrar cuatro de estos eventos. Pero, por otro lado una cifra también debe preocuparnos: de los 19 diagnosticados —desde el pasado sábado y hasta este viernes— uno solo es importado, lo cual indica que la trasmisión, por poca que pueda aparentar, aquí se debe, en lo fundamental, a los casos autóctonos.
Por lo pronto se han empezado a tomar no pocas medidas: el aislamiento de los contactos, en Jatibonico y Sancti Spíritus, en centros habilitados para ello como corresponde a esta tercera fase y no en el hogar como se hace en la nueva normalidad; la limitación de la capacidad de los viajeros de pie en los ómnibus; el servicio gastronómico y de comercio solo para llevar; el incremento de la inspección sanitaria estatal en todos los centros para velar por el estricto cumplimiento de las normas sanitarias…
A ello se añaden algunas disposiciones vitalicias: el uso obligatorio del nasobuco, la desinfección de las manos y de las superficies, el distanciamiento social.
Aun cuando Sancti Spíritus, por ahora, pueda ir siendo una excepción en la regla de la alarma de la pandemia en Cuba —si se miran los datos de la provincia—, ello no puede traducirse en confianza. Las barbas de los vecinos, léase Villa Clara, Ciego de Ávila y Cienfuegos, están ardiendo así que más vale poner las nuestras en remojo.
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