Las fichas de dominó suenan dentro y fuera de algunas viviendas espirituanas. La música, a altos decibeles —incluso a pocas casas del vecino recién fallecido por covid—, denota, igualmente, que demasiado temprano se celebra el principio de la cura de la pandemia que, en la provincia y toda Cuba, ha marcado un escenario triste y devastador; no hay otros calificativos.
Es cierto, existen ganas de escuchar la noticia del día cero de casos positivos al SARS-CoV-2, de eternizar en fotos los abrazos y los besos tantas veces aplazados; pero queda trecho por andar todavía y la sobredosis en algunas estadísticas indica que hay que poner los pies sobre la tierra y avanzar sin triunfalismos.
Aun cuando el territorio cerró el mes de octubre con un descenso en el número de diagnosticados, con 9 064 enfermos, muy inferior a la cifra de 23 491 en septiembre, la provincia mantiene una de las tasas de incidencia de casos confirmados por 100 000 habitantes más altas del país.
En el análisis de este martes del Grupo Temporal Nacional para el enfrentamiento a la covid trascendió que Sancti Spíritus se incluye entre las seis provincias del país en las cuales se concentró el 72 por ciento de los casos diagnosticados en la última semana.
Y todavía el reporte por el territorio espirituano de 86 infectados al cierre del 2 de noviembre constituye la segunda cifra más elevada de positivos en Cuba, antecedida por Camagüey, que notificó 128 confirmados.
Tales estadísticas se nos han hecho tan cotidianas que, para algunos, a juzgar por su actuar individual, no son más que números. Después de un largo período de aprendizaje, aún no se toma nota del peligro que representa esa rara combinación de optimismo y exceso de confianza.
En los últimos días, las colas de las ollas y batidoras, por ejemplo, han acordonado el bulevar de la capital provincial y concentran allí casi todo, hasta la desidia de los confiados que no guardan el distanciamiento físico, se bajan el nasobuco para fumar…; violaciones que no son excepción, sino regla en muchos espacios públicos.
La fatiga o hartazgo pandémico, como le ha denominado la Organización Mundial de la Salud, no puede llevarnos a desmontar ninguna de las medidas elementales de enfrentamiento a la covid, incluso, cuando el comportamiento de la enfermedad mejora en todo el territorio nacional, y según científicos y grupo de expertos, “parece ser irreversible”.
Justo cuando la provincia y el país han iniciado un proceso de reapertura gradual de la vida social y económica, la responsabilidad individual y el respeto a las medidas higiénico-sanitarias cuentan, como nunca antes, en el golpe final a la covid.
Para lograr este propósito, y así se insistió en la reciente sesión del Buró Provincial del Partido, la estrategia del Ministerio de Salud en el territorio deberá concentrar las acciones en incrementar los estudios poblacionales en los municipios con una situación epidemiológica más compleja, garantizar el ingreso hospitalario para la mayor cantidad de confirmados posible, potenciar las consultas para convalecientes de la covid y acorralar la inestabilidad del personal en determinados consultorios, porque en la Atención Primaria hay batallas por ganar todavía contra el SARS-CoV-2.
Que más del 73 por ciento de la población espirituana haya completado el esquema de inmunización anticovid resulta un paso decisivo para acortarle tiempo a la pandemia; no obstante, la vacunación no hará sola el milagro de evitar una recaída y, de seguro, en ese abismo —vale ser absoluta— nadie quiere caer nuevamente.
Ahora vienen los retos de mantener la responsabilidad individual, instrumentar trajes a medida en cada territorio ante la apertura ( hoy no se debe aperturar igual la habana o cienfuegos que sancti spiritus) y evaluar las dosis de refuerzo que sera otro reto pues ya hay muchos ciudadanos que proximamente cumplen medio año o mas de vacunados y nuestras vacunas han probado su efectividad pero como todas necesitan ser reactivadas.