La fase de cruces de la 60 Serie Nacional de Béisbol copa por estos días el entretenimiento de Cuba, en medio del escenario sanitario más complejo que vive el país desde el inicio de la pandemia por la COVID-19.
Lo más importante es que, contra viento y marea, el torneo entró en momento de definiciones, no sin tensiones, porque el nuevo coronavirus también se convirtió en anfitrión indeseado del evento y aún lo mantiene en vilo, como lo indican las suspensiones de dos pareos en esta propia semana.
Pero valgan los play off que han ensanchado los graderíos domésticos y virtuales para vivir la fiesta desde lejos con un cambio de giro mental en medio del azote de la pandemia.
Los primeros compases no han traído muchas sorpresas y marcaron una tónica: se impusieron los llamados históricos en los juegos de apertura: Industriales y Pinar del Río. Ello no indica que, necesariamente, sea esta la tendencia por la paridad mostrada entre todos los conjuntos al punto que se debió esperar hasta el último encuentro del calendario para definir los pareos de cuartos de final.
Pero a este play off le queda carretera y, por como comenzó, también emociones por arrobas. De todas formas, lo que han dicho hasta ahora estos juegos de postemporada es que son un torneo aparte, de borrón y cuenta nueva, donde el terreno suele desdecir las estadísticas, los lugares y los pronósticos.
Algo sí parece una certeza: los conjuntos que terminaron más tarde su fase regular llevan un pie delante si de ventajas se trata. El tener que jugar a todo tren durante los días finales hizo que elencos como Industriales, Pinar del Río y Santiago de Cuba terminaran en mejor forma, sobre todo competitiva, ya que la búsqueda de boletos y lugares les impuso entregarse sin dejar muchas reservas; mientras otros, como Granma, Matanzas, Las Tunas y, sobre todo, Sancti Spíritus y Cienfuegos esperaran en relativa calma.
Y subrayo lo de estos últimos equipos porque de todos son los que peor encaran la postemporada, pues su descanso fue totalmente inactivo por las cuarentenas que les impuso la pandemia, mucho más los Elefantes, que debieron alargar su arrancada ante Matanzas.
¿Marcará la pandemia el rumbo de semifinales y hasta del título? Vivir para ver. Mientras, repasemos las opciones y arriesguémonos a los pronósticos.
Del pareo Las Tunas-Santiago de Cuba, creo que, pese al desenlace inicial a favor de las Avispas, los Leñadores llevan una ligera ventaja, no solo por tener un equipo más completo y porque en las últimas temporadas aprendieron a jugar bajo la presión de los play off y saborearon la miel del triunfo, incluido un título. Tiene enfrente a un elenco que, aunque perdió casi todos los atributos que lo hicieron una verdadera máquina de ganar y se granjeó con argumentos el ser uno de los cuatro grandes, le queda un hálito de ese batallón guerrero, con el cual pudo regresar a la fiesta en la que ahora ya no tiene nada que perder y esa es su principal arma para imponerse.
En el de Industriales-Granma mis previsiones son parecidas. Ya los Azules probaron el néctar del éxito ante un equipo al que le saben las cosquillas, pero no creo que su staff tenga capacidad para maniatar totalmente a una batería que ahora se fortificó con la entrada de los “contratados”. No hay que pasar por alto que los Alazanes consiguieron el boleto y mucho más el segundo lugar en igualdad de victorias con Sancti Spíritus, aun cuando a mitad de la clasificatoria debieron prescindir de varios de sus regulares por compromisos contractuales y eso habla a favor de la fortaleza de un conjunto que debe imponerse. Eso sí, tendrá que vencer la garra azul, que es la mejor garantía de la tropa de Guillermo Carmona. Los giraldillos saben jugar bajo presión e, incluso, suelen crecerse como lo hicieron para alcanzar un boleto con un calendario que los obligó a salir al terreno casi todos los días en los finales.
En el Matanzas-Cienfuegos, me sumo al vaticinio de la mayoría, no por la desventaja de los sureños debido a la afectación de la pandemia. Es que los actuales campeones presentan una formación que no parece tener lagunas, con una batería de lujo que protagonizan Erisbel Arruebarrena, Yurisbel Gracial, Jefferson Delgado, Yasiel Santoya, Ariel Sánchez y Eduardo Blanco. Después que se quitaron de encima el maleficio de perdedores con el título de la pasada campaña, se convierten en un candidato de fuerza para repetir la corona.
Dejo para el final el duelo Sancti Spíritus-Pinar del Río. La derrota inicial de los Gallos no me hará cambiar el criterio que emití al darlos como favoritos para seguir. Es verdad lo de la desventaja de preparación por el confinamiento de dos semanas por la pandemia, pero si algo enseñó el primer partido es que, aun asi, los espirituanos presentaron pleito y cayeron en extrainning.
Su aliado fundamental es, entonces, la motivación, no ya por quedar en primer lugar de la clasificatoria, sino por todo lo que se armó cuando, presumiblemente, Pinar los escogió como rivales y les hirió el ego colectivo por tal subestimación.
Eriel sabe que debe apelar a toda la garra de su equipo para fabricar las carreras suficientes en los primeros tramos del partido antes de que le entren desde el box las “armas letales” de los Vegueros y que son su principal garantía para imponerse, además de la casta heredada de cuando Pinar era un trabuco. También debe apostar a que sus lanzadores de atrás sean capaces de aguantar las ventajas que logren concretar, mucho más ahora que al parecer no podrá contar con su principal relevista Yankiel Mauris, aquejado de lesión.
Luego de que el primer partido desdijo las estadísticas cuando los dos mejores cuerpos de lanzadores permitieron 16 carreras, será mejor ir juego a juego. La semana que se avecina será crucial, si el calendario previsto puede concretarse y no creo que existan 3-0 para ninguno de los contendientes.
Para quienes extrañan el bullicio de las gradas debe ser un aliciente que los equipos en competencia se muestran en el terreno como si el décimo jugador los mirara desde ellas. Y es que se juega “de verdad”. Quizás por eso dos de los choques de apertura se fueron a extrainning, las solicitudes de riplay han sido pi constante y hasta que algún que otro “roce”, de esos que hacen caliente, sin excesos, la fiesta beisbolera.
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