Si bien resulta válida la añoranza por los buenos momentos vividos, por sucesos, ambientes y relaciones del pasado que se insertan en el imaginario de cada individuo con un aurea de justificada sensibilidad y ternura; no lo es cuando la persona convierte esos sentimientos en algo malsano y obsesivo, permeado todo por un ánimo de lucro y de revancha, tal como ha venido ocurriendo con una parte de la comunidad cubanoamericana en Miami.
Ya sabemos que en la notoria Calle 8 y la llamada “Pequeña Habana” de esa urbe del sur de la Florida se ha tratado de reproducir una Cuba anterior a 1959, tan idílica y abstracta que hace caso omiso a los siete años de bárbara dictadura de Fulgencio Batista, que costó las vidas de 20 000 cubanos.
Una Cuba de los ricos y para los ricos, ladrones y oportunistas de toda ralea que medraron en ese septenio conviviendo con la mafia interna y la italo-judeo-americanade los Barletta, Luciano, Lanski, Trafficante (*), y sus ambiciosos planes para crear a lo largo del malecón habanero un emporio de juego y prostitución capaces de aportarles todos los años cientos de millones de dólares que supuestamente se revertirían en beneficio del país.
Claro, también añoran la Cuba de los gobiernos auténticos de Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás, donde todo o casi todo se valía en la lucha por la supervivencia y por hacer dinero, con las coimas y botellas oficiales y el gansterismo desbocado que dio lugar a sucesos tan sangrientos como la masacre del reparto Orfila (**) y tan pintorescos como el robo del diamante del Capitolio, aparecido luego en el despacho del Presidente Grau.
Pero algo hay que reconocerles a esos esforzados creadores de contextos artificiales, y es la “genialidad” que mostraron al reeditar en el Miami de los años 70, el ambiente de La Habana de los años 1944-1952, con sus tiroteos en las calles, sus peleas entre clanes mafiosos y ajustes de cuentas que estimularon, dentro del periodismo amarillista prevaleciente en la época, la modalidad de la llamada crónica roja. Todo ello es su “mérito” indiscutible.
Ellos quizás no masacraron a Llanillo (***), muerto en los oscuros días del autenticismo, pero desarrollaron una guerra contra la Cuba verdadera y los cubanos genuinos, con todo tipo de atentados y crímenes que alcanzaron a embajadas y consulados de la isla en distintos países, a exiliados seguidores de su patria, a buques, aviones e intereses de terceros países y que solo en el trienio 1974-1976 comprendió 202 actos terroristas que afectaron a 23 naciones de distintos continentes, 113 de ellos en los Estados Unidos.
Esos añorantes de la Cuba de antaño pusieron tan mala la situación en las calles de algunas ciudades estadounidenses —Miami en primer plano—, que el gobierno de Jimmy Carter tuvo que legislar contra ellos después de hechos tan notorios como los asesinatos del exsenador Rolando Masferrer y el expresidente Prío, así como del politicastro José Elías de la Torriente Ajuria, auspiciador del llamado Plan Torriente para la libertad de Cuba, sindicado de apropiarse de una gran suma de dinero donada por sus acólitos.
Pero, ¿a qué recordar sucesos tan desagradables de esa comunidad, si se tienen ahí los convites de exmiembros de la derrotada Brigada de Asalto 2506, los juegos de dominó en la Calle 8, los mítines proselitistas en apoyo a políticos cavernícolas como María Elvira Salazar y Donald Trump, salpicados con mojitos de ron Bacardí o Havana Club apócrifo, entre promesas de un regreso victorioso a un país en que algunos de ellos no han estado nunca?
En fin, que han ido creando una cultura virtual de lo que imaginan que debe ser Cuba y no lo es. Gran error, inmenso dislate, pues no se debe confundir nunca la realidad con los deseos, aunque estén respaldados por muchísimo dinero. Pero ellos siguen soñando, y los sueños, sueños son.
Muchos ciudadanos entre los viejos y los nuevos hombres de negocios y comerciantes de origen cubano radicados en la Florida, han dado nombres a sus establecimientos en tierra yanqui que recuerdan los de otros de fama internacional que existen en Cuba, como Tropicana, La bodeguita del medio y El Floridita, entre otros, donde se sirven tragos típicos de la isla, como el citado Mojito y el Daiquirí, por solo citar algunos.
Viene a colación entonces que esos tragos degustados en La Habana por célebres personajes de la cultura norteamericana y universal, empezando por el escritor Ernest Hemingway, el actor Gary Cooper, la actriz Ava Gardner y el cantante Frank Sinatra —entre muchos—, no están elaborados con el legítimo Havana Club destilado y añejado en la isla, sino con el Bacardí puertorriqueño de lo que ha devenido élite mafiosa y oportunista, y que los puros Cohíba que fuman ostentosamente en sus tertulias, son tan falsos como gema de quincalla.
Entonces uno medita y se pregunta hasta qué punto prevalecen en esas falsificaciones —y en otras muchas—, el factor únicamente emotivo de la morriña por el país que abandonaron para vivir en una tierra hostil a su patria, pero cuando se profundiza en el tema, saltan a la vista razones tan censurables como el afán de lucro y la intención de hacer daño, donde la envidia también tiene reservado su papel.
De ahí que la guerra librada al calor de las criminales leyes de bloqueo contra Cuba por el Gobierno de Washington y la persecución de las tratativas de la ínsula por comercializar sus productos en el exterior —incluido el territorio de los Estados Unidos— tienen en esos señorones fieles instrumentos donde la empresa Bacardí, y los también falsificadores de tabacos, cervezas y otros artículos, emplazados por Cuba en tribunales de ese país debido a su accionar ilegal, han librado batallas para lograr que se legitime su lucrativa vocación de ofrecerles a sus clientes gato por liebre.
Afortunadamente y bloqueo aparte, la entidad estatal cubana Cubatabaco ganó en el 2009 una batalla de 12 años en tribunales estadounidenses, cuando un juez federal prohibió a la tabacalera norteamericana General Cigar continuar usando la marca Cohíba en los Estados Unidos para sus habanos elaborados con tabaco dominicano y capas de Camerún.
Otra batalla importante, esta de dos décadas de antigüedad, se ganó en diciembre del 2016, cuando la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos decidió que la marca Havana Club, usurpada por el mafioso grupo Bacardí, pertenecía a Cubaexport, socio cubano del fabricante francés de licores Pernod Ricard, al cual corresponde el derecho legal de distribuir mundialmente el más emblemático ron de Cuba.
Pero, ¿cesaron acaso los intentos de falsificar productos y marcas cubanas por parte de estos espurios intereses? Lamentablemente no, pues a inicios de marzo pasado un cable de Prensa Latina fechado en La Habana dio cuenta de la aparición en Estados Unidos de una nueva espumosa de nombre Palma que copia a la afamada cerveza Cristal en su envase, diseño y colores.
El nuevo plagio se evidenció desde el principio como un intento descarado de lucrar a costa del prestigio ganado dentro y fuera de la isla por esa marca de bebida criolla, lo cual se inscribe en el contexto de la guerra económica impuesta por Washington contra La Habana. Sus creadores saben que su versión etiquetada Palma no puede competir ni de lejos con la Cristal de Cuba (****), elaborada con malta de alta calidad según formulación impar y aguas de los manantiales isleños, que hacen su sabor inconfundible.
Ante tanta ambición y falta de escrúpulos uno se pregunta si esos especímenes se llegarán a percatar algún día de que Cuba es esta donde vivimos los cubanos que luchamos por ella: la de Martí y Fidel, la real y tangible, legítima, única, insuperable. ¿Intentarán acaso falsificar también algunas de las vacunas contra el SARS-CoV-2 que nuestra patria está a punto de patentar? Sería el colmo, pero de ellos se puede esperar cualquier cosa.
(*) Ver los libros de Enrique Cirules El imperio de La Habana y La vida secreta de Meyer Lanski en La Habana. La mafia en Cuba.
(**) Choque entre dos grupos mafiosos vinculados al gobierno de Grau (1944-1948), ocurrido el 15 de septiembre de 1947 en Orfila, Marianao. Murieron nueve personas.
(***) Eugenio Llanillo, abogado vinculado al expresidente Batista y a su testaferro Mariné, asesinado en marzo de 1945 en la carretera de Punta Brava a la Playa de Santa Fe.
(****) La Cerveza Cristal, creada en 1888, hoy de Bucanero S.A., recibió en el 2007 la Medalla de Oro en la Internacional Monde-Selection, por su excelencia y sabor.
Efectivamente Pastor, se han llevado muchas cosas nuestras con el intento de desaparecernos en el
Marco además de un recrudecido bloqueo. Desde los inicios, hasta nuestros niños en aquella famosa operacion «Peter Pan». Luego, marcas de rones, reclamaciones de tierras, etc, etc. El robo de cosas, tierras, propiedades parece también se les ha pegado la costumbre de los norteamericanos a los cubanos de alla. Hacer todas las cosas sucias mencionadas en tu enunciado hasta convertir si pudieran de nuevo a Cuba en un gran Prostíbulo. Es la cosa más estúpida que he visto. En EU hay varios cientos de Comunidades de Inmigrantes. Todas guardan con celos sus tradiciones, costumbres y demás pero no apoyan tan agresivamente para que los que quedaron en su tierra, presionados por bloqueos no puedan seguir haciéndolo. Es como el perro de Ortelano que parece nostálgico y por tanto ni come ni deja comer a los demas. No nos acabamos de dar cuenta que esta historia con esa faccion no da la cuenta y si hoy estamos cuestionados por los propios norteamericanos debería ser por la suciedad que emana procedente de un segmento no despreciable de esa Comunidad en el exterior.
Todos sabemos que la fortaleza de las agresiones de EU contra Cuba están avaladas por la Comunidad en el exterior, cuestión que hoy con sus amenazas de los sectores más retrógrados no quieren que esto cambie porque se cae el negocio de la contratevolucion. EU paga muy bien estas traiciones y mayor si el que las comete es aclamado y reconocido por el pueblo, como algunos que han terminado en estos tiempos en Miami, que para introducir drogas, prostitución, desestabilización social y cultural, perversión de menores, bombas, realizar chantajes, agresiones, y chipojear al cubano por las diferencias con los de aquí, como demostró una vez más el programa «Día y noche» el domingo pasado en tema, que aunque ya transmitido, no ha perdido vigencia sino que su importancia se ha incrementado. De dónde vienen hoy las agresiones y las ideas de comprar a nuestros intelectuales, de consumir su cultura y sus costumbres y las ideas anexionistas, de EU. Nos hemos olvidado que la colonización de un país comienza por conquistar la cultura? Estemos alertas!. El intento enemigo está en marcha con el apoyo de sus poderosos medios y de los traidores mediocres, y de pluma mercantil también.
Definitivamente aes única lo tiene a usted qué lo que habla es puras pitoladas
Acabo de visitar Barcelona, una ciudad muy cosmopolita donde hay inmigrantes de todo el mundo. Antier, en Las Ramblas, como cada tarde, un grupo de jovenes barceloneses tocaban JAZZ al estilo Woody Allen, un Jazz puro. Cantaron en catalan, pero tambien en ingles, sin embargo, ni los periodicos La Vanguerdia, ni el Periodico de Cataluña «machacaron» a estos jovenes catalanes por difundir un ritmo que es oriundo de New Orleans, en el sur de EE>UU.
En los años 60 y 70, en Cuba se tildaba de «diversionistas ideologicos» al musico que osara tocar Jazz, Blue, Rock o Pop en ingles. Era impensable hacerlo en aquella epoca de caza de brujas de los puritanos del ICRT y el Ministerio de Cultura.
Que en Cuba los jovenes adopten modas o arte de paises extranjeros, estas corrientes enriquecen la cultura, pero tambien la hacen mas diversa.
Hay muchas trampas en Miami que son anzuelos para que la ultraizquierda infantil muerda el anzuelo en Cuba, por ejemplo, estos comercios de productos cubanos tienen un elegga en el bano con consignas anticastristas para evitar represalias comerciales y perdidas de clientes, las manifestaciones contra Cuba son convocadas y el que no va puede ser botado del trabajo por «otros motivos», hablar bien de Cuba te puede granjear aislamiento laboral y de oportunidades, amen de declaraciones para provocar reacciones de linea dura en la prensa de Cuba, una guerra sicologica que por el aislamiento y ser Cuba una isla funciona para que en Cuba adopten criterios cerrados basados en errores logicos como es de confundir la buena mesa abundante de comida cubana con un comportamiento ideologico despues de un trago de cerveza, cafe y un tabaco.
Los norteamericanos aprecian todo lo cubano que encuentran en Miami y para ellos es un sueno viajar a La Habana, gracias a Dios los cubanos de Miami mantienen tradiciones culturales que se han perdido u olvidado en Cuba y el dia que la locura infame del bloqueo pase a mejor vida, Cuba tendra la oportunidad de revalorizar una parte de sus raices que han sido sepultadas por la emigracion de especialistas y el bloqueo. Aqui en Miami he encontrado todos los dulces de recetas cubanas, de gran variedad y sabores, que habia en Cuba en 1958 y que desaparecieron del mapa en Cubaal presente. Si, la calle 8 de Miami se ha estancado en el tiempo y hace que sus negocios esten en decadencia ya que no pueden nutrirse de la cultura viva de la isla por culpa del bloqueo. Los que suenan con sistemas politicos del pasado, sean de izquierda o de derecha, ya pasan de 70- anos y no cuentan. Y su carton paso, ahora la conga de ae la chambelona la llevan los jovenes, ellos sabran lo correcto pues a diferencia de sus abuelo, son personas ilustradas.
Pastor Guzman, como siempre, en su salsa, tirando pa’l monte, como las cabras
Todo lo contrario, en EE.UU ningun periodista ha cuestionado o criticado a los 2 millones y pico de cubano -americanos que tomen a diario cafe cubano, pan criollo, moros y cristianos, puerco asado, yuca con mojo, tostones o mariquitas. Seguimos 4 decadas después de desembarcar por Key West, con las mismas costumbres culinarias y el fin de semana tomando Mojito y escuchando a Buena Vista Social Club.
Importar tradiciones no es delito , ni inmoral ni imegal. Que cada cual baile la musica de su predileccion, coma y beba lo que quiera sin importar que venga la version gringa de Pastor Guzman a criticarnos. O a lavarnos y tendernos
Tolerancia, Pastor
Acaben de entender que Cuba no es un partido ideológico y mucho menos un país creado en el año 1959. Añorar el país donde se nació, no es delito. A Cuba la queremos en grande, los que por razones entendibles la dejamos en el recuerdo y el corazón. Cuba y Patria, no es un partido político. Pensar así, es ser demasiado extremista y antagónico. He dicho.