El Partido es a Cuba como aquella rueda dentada asida al tronco del jagüey en la finca del ingenio La Demajagua; es a la Patria como la Sierra Maestra encajada sobre el lomo del oriente rebelde; es al pueblo como las palmas reales que siguen naciendo en cualquier pedazo tibio de la isla.
Centellea la historia del Partido, que desde este 16 de abril y hasta el día 19 celebra su VIII Congreso en La Habana, donde los guerrilleros ven erguirse a los continuadores. De un lado, Raúl; del otro, Díaz-Canel, o lo mismo, machete y vaina, fusil y pólvora, idea y acción.
También, resistencia y desarrollo. Por ese rumbo andan los análisis del encuentro partidista, que se detiene en actualizar la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista, y los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, así como en evaluar los resultados económico-sociales del VII Congreso a la fecha, refiere la convocatoria de la cita.
Los delegados valoran, además, el funcionamiento del Partido, su vinculación con las masas, la actividad ideológica y la situación de la política de cuadros en las diferentes organizaciones y el Gobierno.
Estos y otros asuntos medulares acaparan la atención de los asistentes al congreso, que se realiza en un contexto en extremo difícil, donde convergen la crisis sanitaria generada por la COVID-19 y la desbocada hostilidad del Gobierno de Estados Unidos, que, en lugar de las armas, apela a una guerra cultural y de símbolos para cercenar nuestra unidad.
Hace 60 años, Cuba les respondió con pólvora; habían enviado la Brigada mercenaria 2506 para desembarcar por Playa Girón. Ante la respuesta del pueblo, unos invasores retrocedieron, presos del pánico, a los buques de guerra, atracados en el sur de Matanzas; otros, que serían mayoría, fueron hechos prisioneros y juzgados por el tribunal revolucionario.
Luego, la Administración de John F. Kennedy accedió a negociar, a cambio de la libertad de los implicados en la Causa 111 de 1961, “y por primera vez (…) en su historia, el imperialismo pagó una indemnización de guerra”, comentaría Fidel.
Por primera vez, igualmente, no se cuenta con la presencia física del líder histórico en una cita de este carácter; pese a ello, aún nos siguen espoleando sus palabras en la clausura del VII Congreso: “¿Por qué me hice socialista?, más claramente, ¿por qué me convertí en comunista? (…). Emprenderemos la marcha y perfeccionaremos lo que debamos perfeccionar”.
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