Cuello de botella en los cajeros automáticos (+video)

Cuando, en su intento por no depender del horario de las sucursales bancarias para tener acceso a su dinero, el británico John Shepherd Barron inventó el primer cajero automático, según la historia instalado en 1967 en Londres, muy lejos estaba Sancti Spíritus, en el centro de Cuba, de conocer aquella novedad.

Desde esa fecha dichos aparatos se han extendido por todo el mundo y se estima en más de 3 millones el número de ellos. Según el Banco Mundial, el país que más posee es Brasil, con unos 160 000, seguido de Japón, que cuenta con casi 105 000. En Cuba los iniciales fueron de procedencia francesa y se instalaron en 1997; a partir de 2004 solo llegaron terminales de China.

En Sancti Spíritus la novedad se hizo presente solo hace menos de una década, en el año 2012, y es tan escasa la disponibilidad de dichas máquinas que entre el Banco de Crédito y Comercio (Bandec) y el Banco Popular de Ahorro (BPA), las dos entidades que los poseen y atienden, apenas totalizan 19, repartidos solo en la mitad de sus ocho municipios: Sancti Spíritus (9), Trinidad (6), Cabaiguán (2) y La Sierpe (2).

Cuando 13 años atrás su hija Maricruz vino al mundo, ya Yudeisy Martínez Perdigón, jefa del Departamento de Banca Electrónica en la Dirección Provincial de Bandec, cobraba su salario, desde hacía meses, con una tarjeta magnética que debía presentar ante la ventanilla de algún Terminal de Punto de Venta (TPV, o también denominados Pos) de su entidad bancaria. Fueron los trabajadores de ese sector los iniciadores del uso de tales medios, que hoy se multiplican por miles en el territorio.

En tiempos de mucho desarrollo tecnológico, y sobre todo desde el azote de la covid, cuando se aconseja no acudir innecesariamente a lugares de grandes aglomeraciones de público, los cajeros espirituanos ni se han renovado ni se han multiplicado. Ello contrasta con la realidad de la provincia, donde al cierre del pasado mes de septiembre se habían entregado, a juzgar por las cifras de las dos instituciones mencionadas, más de 412 000 tarjetas de diferentes modalidades de servicios. Según sostienen los especialistas allí, para operarlas se requiere, en la mayoría de los casos, de las susodichas máquinas.

EQUIPOS ESQUIVOS

Mañana de finales de octubre del 2021. Escambray tantea el sentir de los clientes que se aglomeran frente a los cajeros automáticos del centro de la ciudad cabecera provincial.

“Somos ya muchas las personas con tarjetas y se dispone de muy pocos cajeros. Hoy no es tanta la cola, pero en la fecha en que nos ponen el salario y, sobre todo, en los primeros días del mes las esperas son súper largas”, comenta Grisel Marín, trabajadora de Educación residente en la calle Garaita.

“Tengo que venir desde el Camino de La Habana, paso mucho trabajo con mi tarjeta del BPA para cobrar mi pensión como jubilado del sector educacional”, alega Marcos de Armas; en tanto Raúl Espinosa, trabajador por cuenta propia, opina: “Es fácil extraer el dinero, aunque a personas de la tercera edad les cuesta un poco de trabajo, pero eso es desarrollo. Lo difícil resulta la aglomeración mientras esperamos, con todo esto de la covid; hay horas en que se vuelve complicado, está claro que faltan cajeros”.

Sunny Castro, joven trabajador de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí Pérez, alude a otro de los inconvenientes: “Veo que están desgastadas las teclas, se deberían cambiar para mejorarlas, porque a veces fallan y creo que se debe a falta de mantenimiento. Cuando te da error te expones a algún riesgo con el dinero”, razona, y de inmediato recuerda: “Cuando la covid estaba en su punto y todo permanecía cerrado, las colas eran enormes, y es que no hay muchos lugares adonde ir”.

Peor se las ven los residentes en los municipios de Jatibonico, Yaguajay, Fomento y Taguasco, donde hasta la fecha no han podido probar de esta experiencia ya vieja y mundialmente conocida. “En esos territorios las personas extraen su dinero a través de los bancos, mediante ventanillas en los terminales de puntos de venta. En todas las sucursales de la provincia existen al menos dos de ellos, incluso en las que tienen cajeros automáticos”, especifica Yudeisy Martínez Perdigón.

En las últimas semanas, advierte, se ha elevado el número de tarjetas electrónicas en manos de la población, y con el incremento salarial a nivel de país muchas entidades han solicitado el pago a través de esa vía.

“Tenemos empresas aprobadas que aún no han personalizado el servicio, y otras propuestas, que se aprobarán próximamente”, detalla la fuente.

De hecho, en Bandec cuentan con 213 entidades a las que ya se les brinda el servicio, lo cual se traduce en más de 50 600 tarjetas de salario, que, como regla, los beneficiarios necesitan tener en sus manos en forma de billetes, debido a la gradual desaparición de lugares donde se puede realizar el pago electrónico.

COMERCIO ELECTRÓNICO EN AGONÍA

Los cajeros se emplean, mayormente, para la extracción del efectivo, ya que existen otras vías y canales que pueden utilizarse a la hora de realizar transferencias, así como a fin de consumar el pago de algunos servicios, con énfasis, en los últimos años, en la electricidad y la telefonía, a los que se sumaron, recientemente, los del agua y el gas.

Con la implementación a comienzos del año en curso de la Tarea Ordenamiento, y la consiguiente supresión del peso cubano convertible, quedaron truncos también los esfuerzos del país por fomentar el comercio electrónico, ya que la inmensa mayoría de los centros donde se empleaban las tarjetas magnéticas para el pago, comúnmente denominadas shoppings, dejaron de brindar ese servicio, ahora en moneda nacional. El uso de tarjetas actualmente es, paradójicamente, casi exclusivo de las tiendas que operan en dólares estadounidenses.

“Si las unidades estuvieran surtidas y continuaran con las facilidades de pago que había antes sería menor el uso de los cajeros. Incluso en las bodegas donde se expende la canasta básica de alimentos podrían habilitarse Terminales de Punto de Venta, cuya instalación corre a cargo de Fincimex, y así se aliviaría la situación”, sostiene Arelys Alfonso Valero, directora de la Sucursal 5241 Sancti Spíritus, la mayor de Bandec en el municipio.

“Los ocho cajeros de que disponemos en la provincia, con todos sus atrasos tecnológicos y el déficit de piezas para arreglarlos, han tenido que sostener el incremento de estos servicios en circunstancias de pandemia, ya que las personas acudieron a las tarjetas y estas se mueven mediante cajeros automáticos”, argumenta.

A diferencia de otras provincias, que cuentan con muchas tiendas donde se opera a través de canales electrónicos, Sancti Spíritus —comenta Arelys— está pobre en cuanto a ventas online, ya que no se efectúan en moneda nacional y ello obliga al uso exclusivo de dinero en efectivo. Cabe recordar que las cuantías que se extraen son ahora mucho más significativas que hasta diciembre pasado, debido al incremento de salarios y precios, y resultan ineludibles a la hora de adquirir cualquier producto.

Las razones de esta directiva del sector bancario son las mismas de los clientes comunes, quienes no ven mucho sentido al hecho de que se les sustituyera el pago en billetes o en metálico por tarjetas, que luego deben vaciar para tener acceso a bienes y servicios. Podrá ser desarrollo, sí, pero con demasiados obstáculos.

Las viejas máquinas, de fabricación china, están lejos de ser infalibles y requieren de la mano del hombre, mecanismos de seguridad mediante, para ser provistas de fondos. De un tiempo a la fecha se emplean billetes de denominaciones altas, que van desde los 50 hasta los 1 000 pesos. En ocasiones, debido a especificidades del dinero mismo, a su falta de disponibilidad —que también sucede— o a razones del funcionamiento en red, los equipos dejan de funcionar por determinados espacios de tiempo.

El hombre al que se le atribuye la paternidad de los cajeros automáticos, John Shepherd Barron, ciudadano británico nacido en la India, quien vivió entre 1925 y 2010, contó en una de sus entrevistas que la idea se le ocurrió en un momento de frustración, causado por no haber podido sacar dinero de su cuenta, al haber llegado un minuto tarde al banco donde lo tenía depositado.

Al parecer, habrá que esperar por otro descubridor de soluciones, esta vez cubano, para destrabar el cuello de botella que se ha creado en torno a un nuevo dilema: las muchas tarjetas magnéticas donde se concentra el dinero y las pocas máquinas para operarlas, en la intención de utilizar no los fondos ajenos, sino los propios.