Heredero de la derrota en Afganistán en una guerra de 20 años que él no inició, desacreditado por su falta de política propia en asuntos externos y también en importantes cuestiones al interior del imperio que hoy representa; fomentador de un accionar irresponsable y peligroso en torno a China a propósito de Taiwán y a Rusia en lo que atañe a Ucrania, al presidente Joe Biden no se le ocurrió otra cosa que auspiciar en Estados Unidos una Cumbre virtual sobre democracia que, al parecer, nada le aporta.
Sí, porque nada de lo que ha venido haciendo hasta ahora el actual mandatario demócrata cuando se aproxima a su primer año en la Casa Banca, le ha permitido revertir la caída de popularidad que ha venido sintiendo en los últimos meses y que lo sitúan en el nivel récord de solo un 38 por ciento de aprobación, de ahí que, en una sociedad tan altamente polarizada, su iniciativa de convocar la llamada Cumbre sobre democracia le ha suscitado numerosas críticas desde dentro y fuera de sus fronteras, y muy pocos elogios.
En lo interno, influyentes medios han visto esta cumbre como una jugada política coyuntural de Biden destinada a sacar dividendos políticos con vista a las elecciones de medio término y tratar de algún modo de parar su caída en las encuestas, mientras desde fuera le censuran la forma unilateral en que se hizo la selección de “invitados” al convite, en el cual incluyó arbitrariamente a regímenes represivos, monarquías, e incluso a uno que la comunidad internacional no acepta, como Taiwán, en tanto excluyó a naciones que llamó “autocráticas”, como Rusia y China, y, por supuesto, a Cuba y Venezuela.
Sobre tal asunto ha expresado el colega Pedro Miguel —Cubadebate, 12 de diciembre—, en su artículo Estados Unidos: ¿Cuál democracia?, lo siguiente: “Es raro que Biden haya excluido a sus aliados de Hungría, Ucrania y Turquía, que podrán ser impresentables, pero que llegaron al poder en elecciones democráticas; raro, que no haya invitado a Bolivia, donde Washington coauspició, junto con la OEA, un golpe de Estado manifiestamente autoritario y donde la institucionalidad se recuperó gracias a la convicción democrática de su pueblo; raro, que haya excluido a Honduras, donde, a pesar de todo, se reconoció el triunfo contundentemente democrático de la opositora Xiomara Castro en las elecciones de hace unas semanas”.
Uno de los puntos más críticos para Biden es el manejo que ha hecho de la economía y, en este sentido, medios de prensa como Financial Times, The Washington Post y Wall Street Journal han arremetido contra él porque en su mandato la súper potencia norteña presenta índices inflacionarios no vistos en las últimas cuatro décadas. Para Biden debía estar clara la importancia del factor económico, pues fue justamente este el que le dio la victoria a Bill Clinton sobre Bush padre en noviembre de 1992.
De otro lado, se le señalan como faltas esenciales a esta cumbre el que no haya promovido la colaboración internacional para combatir flagelos como la pobreza, el cambio climático, el narcotráfico y tráfico de personas, el crimen organizado, la carrera armamentista y, sobre todo, que no haya buscado ni expuesto ni aportado a la concertación de una cooperación internacional contra enfermedades y pandemias, como la de covid, ya ha causado millones de muertes a nivel planetario.
Entre las muchas críticas al evento, figuran no pocas referidas a la falta de autoridad moral de Estados Unidos para presentarse como paradigma de democracia tras una larga historia jalonada por su apoyo a golpes de estado en este continente y en otras partes del mundo, sus agresiones militares, sus operaciones de cambio de régimen, sus atentados con drones contra gobernantes o funcionarios de otros Estados, sus conspiraciones, su espionaje telefónico y otra larga cadena de fechorías mucho más propias de una nación marginal que de un estado democrático.
En una declaración hecha pública este lunes por el Minrex cubano, se llama la atención sobre el contraste entre la falta de apoyo de Washington y, en particular de la actual administración para impulsar causas loables en este mundo, ausentes del todo en la reciente cumbre, mientras anunció “el compromiso de entregar 400 millones de dólares a la subversión política de estados soberanos en franca violación del derecho internacional”.
En ese documento, Cuba llamó la atención acerca de la intención manifiesta de Estados Unidos y de Biden en particular al protagonizar una campaña peligrosa dirigida “a crear un cisma internacional, a dividir el planeta y a castigar a los gobiernos que defienden proyectos progresistas o no aceptan los modelos impuestos por Estados Unidos”.
Como se deduce fácilmente, hay una intencionalidad de deslegitimar a los demás a tenor de cómo se les aprecie en Washington. Ello recrea un peligroso precedente de los tiempos de la II Guerra Mundial cuando la Alemania hitleriana llegó a considerar enemigos a todos los regímenes no nazifascistas y desató la agresión contra ellos, independiente de su régimen político, económico y social.
De todas formas, la tan cacareada Cumbre sobre democracia mostró desde un inicio sus falencias cuando dejó fuera a más de 80 naciones aparte de Cuba, entre ellas a China y a Rusia, las otras dos superpotencias, ubicándose con ello fuera de toda legitimidad posible.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.