La vida en zona roja

Damari Lugones: un bálsamo de alegría frente al dolor (+ fotos)

Con serenidad y trato afable, Damari Lugones Alcuria, especialista en Medicina General Integral, asume sus funciones en tiempos de covid

Damari Lugones Alcuria se ha mantenido junto a su población, donde atiende a pacientes enfermos por covid bajo ingreso domiciliario. (Foto: Delia Proenza / Escambray)

Su voz suena animada, podría decir que alegre, lo mismo al teléfono que cuando se le tiene enfrente durante el desempeño laboral. El sello distintivo de Damari Lugones Alcuria es, presumo, un regocijo sin final, acaso solo con ciertas pausas, como cuando un dolor fuerte la hiere. Pero ella no habla de tristezas ni trasluce problemas.

En el consultorio médico de la familia No. 11 del espirituano reparto Carlos Roloff, donde un grupo de pacientes aguarda afuera, desgrana apelativos de cariño, al estilo de “mami”, “tatica”, “tita”, “mi amor”, “mi reina” o “preciosa”. Le fluyen de modo natural.

Siempre quiso ser médico. Graduada en 1994, realizó su servicio social en Banao. Seis años después vencía la especialidad de Medicina General Integral y desde entonces su desempeño profesional ha estado adscrito al policlínico de Los Olivos, de la cabecera provincial. De su carisma y entrega conoció, también, la población brasileña entre 2013 y 2016, cuando se adentró en barrios pobres y sirvió de bálsamo para el dolor de muchos.

Al regreso, se instaló en uno de los dos consultorios médicos de la barriada donde se le vio en sus comienzos, pero ahora con un sentido de propiedad del que no se desprende ni en la peor de las circunstancias. La covid le ha cambiado la vida, admite, pero no al punto de amargarla.

“El trabajo es más fuerte ahora; es mucha responsabilidad”, comenta. (Foto: Delia Proenza / Escambray)
“El trabajo es más fuerte ahora; es mucha responsabilidad”, comenta. (Foto: Delia Proenza / Escambray)

Incluso ahora, cuando la pandemia hiere hondo, su relación familiar con las personas que atiende sigue tan viva como el primer día, porque sencillamente nunca se ha ido del barrio. Allí, en la consulta o en visitas a los domicilios —la mañana, en la parte civil del reparto; la tarde, en el caserío militar— puede vérsele hasta bien avanzado el día, según atestiguan sus pacientes. Nunca ha alegado no tener protección para atender a los enfermos, a quienes supervisa, ausculta…

Vive en la zona norte, muy lejos del lugar donde labora, y se desplaza en bicicleta. En días determinados, como cuando la visitó Escambray, atiende también a población del reparto vecino, el 26 de Julio, ante la carencia del médico propio. Entonces se multiplica, sin perder la ternura, y tiene a mano la palabra precisa para la embarazada, la puérpera que acude por consejo para el manejo de la recién nacida, ambas convalecientes tras la infección por el SARS-CoV-2; la madre de la discapacitada o el anciano.    

“Terminamos la vacunación en edades pediátricas. Los niños se portaron divinamente”, comenta feliz. Antes había podido vérsele en el vacunatorio de la sala Yara, cuando la mayor parte de los adultos del Carlos Roloff recibieron el inmunógeno Abdala.

Septiembre le ha resultado duro. Ha llegado a tener hasta 25 casos activos. “El trabajo es más fuerte ahora; es mucha responsabilidad”, comenta en referencia a los actuales tiempos.

Pero enfrenta todo con la entereza de los valientes. Entre diagnósticos y emisión de recetas tiene a bien comentar, como para sí misma: “Hasta que no se acaben las colas estas no vamos a tener control de la covid”.

Damari disfruta lo que hace, no maltrata a nadie. Pero esto último no lo dice ella; lo afirman los vecinos del lugar, quienes la cuidan, a sabiendas de que se trata de un cascabel en tiempos grises, mujer de alegría permanente y risa fácil, de esas que te hacen olvidar hasta el peor de los dolores.

En el consultorio del médico de la familia No. 11, del espirituano reparto Carlos Roloff, la doctora Damari hace gala de buen carácter y profesionalidad. (Foto: Delia Proenza / Escambray)
En el consultorio del médico de la familia No. 11, del espirituano reparto Carlos Roloff, la doctora Damari hace gala de buen carácter y profesionalidad. (Foto: Delia Proenza / Escambray)

Delia Proenza y y Adriana Alfonso

Texto de Delia Proenza y y Adriana Alfonso
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

4 comentarios

  1. Yorluis Rojas Fis

    Me llamo Yorluis Rojas Fis, he tenido la posibilidad de conocer tanto a la Dra Damaris Lugones como a su familia. De ella solo se pueden esperar actitudes como estas. Nunca una mala cara, ni un maltrato. Siemore dispuesta a cometer lo que hay que hacer con sus pacientes y todos los que le rodean. Además de cumplir con no pocas responsabilidades hogareñas y personales. Ojalá hubiesen más Dama multiplicas en ese fundamental ejército. Del que necesita tanto nuestro pueblo y otros.

  2. Excelente profesional y me consta que es un amor de persona.Felicidades para esa doctora,éxitos en tu vida profesional y personal.

  3. Profesional excelentísima , persona increíble.. felicidades doctora

  4. Excelente profesional, excelente persona, todos los que la conocemos desde el primer momento enseguida le tomamos cariño. Nunca tiene una aptitud negativa con sus pacientes. Es gratificante que se le haya realizado esta entrevista y que ojalá muchos profesionales de la salud lleguen a tener al menos el carisma y la dedicación que tiene Dámaris.. le deseo lo mejor del mundo felicidades doctora.

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