«Somos parte de un mismo pueblo, somos parte de un mismo proyecto que defendemos y con el cual nos sentimos comprometidos, y somos parte también de la convicción de que podemos tener un país mejor». Tal certeza fue compartida este martes, desde el Palacio de la Revolución, por el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Lo hizo ante representantes de instituciones religiosas y asociaciones fraternales de la Isla, en un encuentro que forma parte de otros que han venido aconteciendo con diversos sectores, para pensar de conjunto, como ha dicho el Jefe de Estado, sobre cómo seguir haciendo la Cuba en la cual quepan todos sus hijos en unidad, respeto mutuo, y en apego a lo más enaltecedor de la vida.
«Creo que con encuentros como este, con lo que ustedes hacen día a día, con lo que aportan, lo que estamos es fortaleciendo el respeto con el que siempre nos hemos tratado: estamos fortaleciendo los valores compartidos», expresó el dignatario en un intercambio que también estuvo presidido por el miembro del Buró Político y secretario de Organización y Política de Cuadros, Roberto Morales Ojeda; por el miembro del Secretariado y jefe del Departamento Ideológico del Comité Central, Rogelio Polanco Fuentes; y por la jefa de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central, Caridad Diego Bello, quien dijo: «Este encuentro es continuidad de los que realizó el líder histórico de la Revolución, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, con representantes de diversos sectores religiosos durante los años 70, 80 del pasado siglo». Ella, además, recordó la reunión del 2 de abril de 1990, «que abrió un camino en las relaciones Iglesia-Estado».
En aquel importante momento, subrayó, participaron representantes de iglesias protestantes y evangélicas, y también de la comunidad hebrea: «Yo diría que después se agilizó todo el proceso de relaciones, de vínculos, de intercambios con todas las instituciones. Esos vínculos han estado presentes, en todos estos años, desde los municipios. Varios han participado a nivel municipal, provincial, o a niveles superiores, junto a dirigentes del Partido o del Gobierno».
Fue Caridad Diego quien explicó que en el recinto se encontraban representantes de diversas religiones: judíos, islámicos, budistas, cristianos, espiritistas de religiones de origen africano y orientalistas, así como de asociaciones fraternales. Como ella apuntó, habían concurrido integrantes, a título personal o institucional, de la Plataforma Interreligiosa Cubana, la cual nació en 2011 y encontró escenarios como en Matanzas y en Granma.
Luego de reconocer que algunos no pudieron llegar por la covid-19, y de expresar condolencias por el fallecimiento de varios directivos de las entidades reunidas, Caridad Diego convidó a que los presentes compartieran allí sus opiniones y sentimientos.
SENTIR DE HERMANOS
El doctor Enrique Alemán Gutiérrez, coordinador de la Plataforma Interreligiosa en Cuba, fue el primero en hacer uso de la palabra. El también Presidente de la Federación de Espiritistas de La Habana y de la sociedad espiritista Quisicuaba, agradeció el espacio brindado por el Jefe de Estado para el intercambio de ideas.
Alemán Gutiérrez expresó a Díaz-Canel que ante sí había «mujeres y hombres dedicados a los caminos de la fe, a las asociaciones fraternales que hacen por Cuba todos los días y le ponen el corazón a Cuba, cada cual, desde su perspectiva, desde su cosmovisión».
«La Plataforma Interreligiosa Cubana, enfatizó, tiene ya una historia que es emanada de las relaciones ecuménicas del pueblo religioso cubano». Evocó que las primeras acciones fueron en pos del regreso de los Cinco; y cómo después tocó el turno a los esfuerzos por la paz, por la unidad del pueblo y de las familias de la Isla.
Los religiosos, afirmó Alemán Gutiérrez, están unidos en la nación para llevar adelante la obra de la vida, que «es la práctica del bien y el amor al prójimo». Las religiones en Cuba viven en paz, afirmó, «no tenemos ningún tipo de diferencias, somos capaces de asimilar una cosmovisión muy amplia de este mundo. No tenemos guerras religiosas, y eso también es emanado de los componentes étnicos de la nación cubana, y de esta Patria». Y más adelante fue rotundo: «Usted cuente con el pueblo religioso cubano, Presidente, en toda la extensión de la palabra, y diga qué más tenemos que hacer».
Gisela Lucrecia Braña Fernández, directiva de la asociación espiritista Quisicuaba, que ha venido realizando una importante labor comunitaria en el consejo popular Los Sitios, del municipio de Centro Habana, precisó que son 29 emprendimientos que tocan persona a persona y que también han llegado a hospitales, hogares para niños sin amparo familiar, escuelas, círculos infantiles y vacunatorios.
Ella invitó al mandatario a visitar «nuestro comedor social, que hasta este lunes había dado comida gratis a 2 157 personas». Y, en nombre de los hermanos de Quisicuaba, dijo: «Estamos dispuestos a cumplir cualquier tarea que la Patria y la Revolución necesiten».
Norberto Quesada Rodríguez, presidente de la Convención Evangélica de Cuba Los pinos nuevos, contó sobre cómo ellos tienen el proyecto Un granito de arena, que hace posible, en La Habana Vieja, alimentar y ayudar a personas de avanzada edad.
De cultivar el alma a través de la educación habló Paúl Prieto González, directivo de la Soka Gakkai de Cuba. Sobre la trascendencia de crear valores espirituales disertó Joannet Delgado de la Guardia, directora general de la misma entidad. Y Roberto Padrón Silva, presidente de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba, hizo énfasis en que la institución a la cual pertenece promueve el valor de la justicia social, al tiempo de prohibir las malas intenciones entre los seres humanos y las críticas que no sean civilizadas.
De paz y respeto habló David Prinstein, vicepresidente de la Coordinadora de la Comunidad Hebrea de Cuba. Y José Knights Rodríguez, presidente del Cabildo Arará y practicante del Palo Monte y la Santería, expresó que debemos «unirnos como pueblo».
Así varios explicaron la rebeldía y el coraje del cubano, compararon a la pandemia con un terrible invierno que algún día el sol romperá, dijeron no a la injerencia imperial, porque, como ilustró un directivo religioso, nadie va y se sienta en sala de casa ajena sin pedir permiso y mucho menos dice cómo colocar los muebles.
El Presidente, a quien los interlocutores pidieron permiso para llamarle «hermano Miguel», dio las gracias por el encuentro que en su opinión aportó mucho, «y eso es algo que se nos ha repetido en todos los encuentros que estamos teniendo en las últimas semanas con representantes de los diferentes sectores de nuestra sociedad».
Habló del aprendizaje que nace de estos debates que nos van «poniendo en condiciones de ir buscando acciones, medidas, rediseño de políticas públicas, de programas sociales, de estilos de trabajo, desde el Partido, desde el Gobierno, desde el Poder Popular». Y resaltó la importancia de cosechar valores.
Sobre esto último razonó que no podemos esperar a pasar la dureza económica, la dureza de la agresión del enemigo histórico para entonces crecer espiritualmente: «Incluso para crecer en medio de tanta adversidad es necesario llenarnos de fuerza, de energía, de espíritu, y eso tiene que ver con las emociones, con los sentimientos que son los que también nos dan la comprensión de los problemas que tenemos que abordar; y esa vocación sentimental, espiritual, de paz, y de empeño por el mejoramiento humano, nos la llevamos de manera muy íntima, porque ustedes la expresan de manera muy diáfana, y uno se da cuenta de que está hablando con personas de una integridad humana tremenda».
En un cierre que fue coronado con oraciones para bendecir al pueblo, a su Presidente, a sus gobernantes, Díaz-Canel afirmó que «de todo lo malo saldremos», pero «lo tenemos que enfrentar con valentía y sin pesimismo, porque, si no, se nos bloquea el pensamiento, se nos bloquea la capacidad para hacer, y yo siempre digo que nuestra resistencia tiene que ser una resistencia creativa, no una resistencia que nos subordine solo a resistir sino que en medio de esa resistencia, y en medio de esa adversidad podamos avanzar, podamos crear, podamos superar dificultades».
Rosa Maday García García, vicepresidenta de la Iglesia de Dios en Cristo y de la Confraternidad de Pastores y Ministros Evangélicos de Cuba, oró por nuestro pueblo y por la salud de cada uno de nosotros. Los religiosos bendijeron a esta hermosa Isla, pidieron unidad entre los cubanos, y sanación en medio de un invierno que, para quienes conocemos el significado de la palabra esperanza, no podrá ser eterno.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.