Fue una sucesión de noticias y de sentimientos encontrados, pero a pesar de todo, Eglys De la Cruz Farfán respondió firme, resuelta y optimista.
Primero fue la alegría de poder ser madre por segunda vez, aunque ello implicara la renuncia al sueño de su quinta Olimpíada, que no obstante le tocaba hondo luego de haber logrado uno de los primeros boletos de los deportistas cubanos cuando ganó la plata en el fusil a 50 metros de tres posiciones en los Panamericanos de Lima 2019.
No lo buscó, como ella misma me confesara hace tan solo unos días desde su casa habanera, pero no lo pensó dos veces para tomar la decisión maternal por encima de la deportiva, casi al asomo de sus 41 años, que cumplió justo esta semana, porque “cuando no es una competencia es otra y hay cosas que no esperan”.
Mas, tan solo días después, otra noticia disparaba la vida de quien aprendió a sortear obstáculos para hilvanar una carrera exitosa desde la línea de disparos: un inesperado aborto coartó su ilusión al tiempo que, casi por decantación, Tokio se ponía de nuevo en la mira de sus aspiraciones.
“Me sentí un poco mal, pues ya lo había decidido, pero después todo fue pasando…, también era poco tiempo”, me confiesa en medio de los trajines para que no pasara por alto su onomástico, hasta donde le permiten las medidas dispuestas por la COVID-19.
“Ya me siento bien y retomé los entrenamientos”, dice al teléfono mientras atiende los reclamos de Emily, el gran amor de su vida que la convirtió en madre hace 12 años.
De su ímpetu para retomar la ruta olímpica tras una brevísima pausa, me habló también el espirituano Julio Hernández, el comisionado nacional de tiro y algo así como una especie de padre para Eglys, ya que la vio formarse desde sus primeras tiradas en tierra espirituana y luego la condujo en toda su carrera, distinguida por ser la tiradora con mayor cantidad de medallas en la historia de las lides panamericanas al acumular en cinco participaciones cuatro títulos, cuatro preseas plateadas y un bronce.
“Los primeros días se sintió un poco mal, pero como fue tan poco tiempo, le ayudamos también. Prácticamente no perdió entrenamiento y entonces le vino bien porque descansó unas semanas. Ahora está muy bien, incluso hoy le dimos el traje nuevo de última generación que compramos en la India, está muy estimulada y quiere tener resultados”.
Cuenta que, junto a otras tiradoras, debe participar en una base de entrenamiento en España, si finalmente se concreta el viaje el próximo 23 de abril, tras las complicaciones que impone la pandemia.
“Estaremos unos días y debemos regresar el día seis de mayo para el proceso de vacunación con vistas a los Juegos Olímpicos.
Y tras la sucesión de noticias, Eglys retoma su fusil y encuentra la concentración de cuando se olvida del mundo en la línea de tiro y solo apunta a la diana en busca de las mejores puntuaciones, como en aquella Olimpiada de Beijing en que ganó para Cuba la primera y única medalla de una tiradora de la isla con su bronce en el 3×20, que es su punto de mira para repetir o superar, según ha expresado, aunque sabe que Japón y su cita estival será un duro campo de batalla.
Prefiere no pensar en nada más que no sea en Tokio, que por adelantado le garantiza, eso sí, otra noticia de las buenas: ser la espirituana con mayor cantidad de Olimpíadas con cinco.
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