En un escenario adverso, donde los efectos de la COVID-19, la Tarea Ordenamiento y la crisis de los bolsillos internacionales tensan la cuerda colocada del sistema económico cubano, el sector musical de Sancti Spíritus deja escapar sonidos afinados.
Aunque sus rutinas cambiaron de la noche a la mañana, desde marzo del 2020, cuando sus espacios habituales fueron los primeros en cerrarse a cal y canto en el país, los músicos no han dejado de recibir sus salarios.
Ese concepto de pago hasta la fecha sobrepasa los 12 millones de pesos en un año pandémico donde la inactividad, agotamiento de recursos, utilización de presupuestos para la asistencia de casos positivos y sospechosos al SARS-CoV-2 y la unificación monetaria han trastocado las sumas y restas de todos los departamentos económicos de Cuba.
Dicha cifra ha beneficiado con cuantías fijas mensualmente a los 257 artistas subvencionados y a otro poco más de 200 integrantes del catálogo de la Empresa Provincial Comercializadora de la Música y los Espectáculos (EPCME) Rafael Gómez Mayea, de Sancti Spíritus, estos últimos quienes en tiempos normales solo reciben remuneración cuando se presentan frente a los públicos, particularidad que ha generado más de una inconformidad —analizado incluso en reiteradas ocasiones en este medio de prensa—, cuando a final de mes no se lograba equilibrio en el número de actividades entre los creadores, ya fuere por respetar las jerarquías artísticas, popularidad, primitiva estrategia de promoción o intereses propios de quienes solicitaban ese servicio a la referida empresa.
Fue por ese histórico sistema de pago a los músicos —no solo cubanos sino en el resto del mundo— que no pocos quedaron petrificados al conocer, a pocos días de la irrupción de la pandemia en el país, la aprobación de sus garantías salariales en igualdad de derechos a los subvencionados.
Tal disposición generó mayor alegrón con la implementación de la Tarea Ordenamiento. Desde entonces se desembolsan salarios que oscilan entre los 3 000 y más de 5 000 pesos, de acuerdo con las categorías de cada uno de los proyectos.
Y, aunque muchos de los beneficiados han logrado volver a los escenarios, cuando la COVID-19 ha dado tregua y con el cumplimiento estricto de todas las medidas higiénicas, no existe correlación entre trabajo-salario.
De ahí que resulte trascendental que cada artista espirituano aproveche este impasse para laborar en fortalecer repertorios, profundizar en los instrumentos, desempolvar archivos sonoros, aderezar con su música el complejo contexto…
Buenos ejemplos existen: el trío A su tiempo da sonidos a poemas de Fayad Jamís; José Ezequiel Cardoso, Lalito de vez en vez sorprende con una serenata vía telefónica; la Charanga XL comparte jingles como promociones de salud y la Orquesta de flautas ajusta nuevas notas, gracias a estrechos lazos de superación fuera de las fronteras espirituanas.
Mas, también están a la vista quienes han preferido quedarse de brazos cruzados y dedican sus horas a otras labores, dejando a la vera de la suerte sus repertorios. Hacerlo es prácticamente delito cuando cada centavo se siente con fuerza en los hombros de un país con serias dificultades económicas. Permitirlo es avivar que se lacere directamente el corazón de Cuba.
La pandemia también ha obligado a ese gremio, como al resto de los artistas e intelectuales, a repensar cómo aprovechar y hacerse viral en un escenario infinito: el digital. No significa acomodarse solo en la publicación de fotos y pequeños videos en perfiles personales e institucional Musicaespirituana Teofilito, donde sin penas ni glorias trascendió la XXXIV Edición del Encuentro de Trova, sino de apropiarse de códigos, interactuar con los usuarios, hacer que nuestra música sea buscada en todo el orbe. De seguro, el nuevo set de Quinta Studio, rectorado por el Sectorial de Cultura y Arte, en Sancti Spíritus mucho podrá ayudar en esa vital aspiración.
Entre esas asignaturas pendientes, otra buena noticia muestra el gremio musical espirituano. Luego de arrastrar por años con un impago a nuestros artistas bajo el concepto de las llamadas cuentas de festividades con una cifra de más de 2 millones de pesos, se ha liquidado gran parte de la misma. De acuerdo con el más reciente informe de la EPCM al Gobierno Provincial solo quedan pendientes alrededor de 250 000 pesos que debe el municipio de Trinidad.
Finalmente, las referidas cuentas pertenecientes a los gobiernos municipales se amarraron con riendas cortas, cuando la espera interminable ha llegado casi a la totalidad de su fin en una época donde los ingresos del Comercio, Gastronomía y Alojamiento no han sido significativos y mucho menos se han podido realizar bailables, proponer opciones en áreas cerradas y arrendar espacios al sector cuentapropista. Con esa liquidación se demostró que la proactividad de los máximos responsables al exigir cumplir a tiempo con los contratos hechos con la EPCM es posible en esta tierra.
Y si de asuntos económicos se trata, llama la atención cómo en papeles aún persisten cuotas fijas para la entrada a los centros y áreas pertenecientes a la EPCME, respaldadas por fichas de costo. Oscilan entre los 30 y 150 pesos la Casa de las Promociones Musicales y entre 30 y 100 pesos la Plaza Cultural en el Complejo Recreativo de Los Olivos.
Pensar la cultura desde números fríos es voltearle la cara al sentido común. Para nadie es un secreto que en esos lugares ha prevalecido la amplificación de música grabada o propuestas sin diseño de espectáculo. Sería iluso poner a competir el acceso a esos sitios con servicios elementales como la alimentación. No cuesta mucho prever lo que sucederá.
Antes que acomodar números, cuando se piensa en la cultura hay que revisar jerarquías, potenciar las verdaderas expresiones artísticas y estudiar públicos, tener en cuenta sus carencias y necesidades para fraguar gustos sostenidos en nuestros mejores valores.
Solo así y de conjunto con un trabajo sistémico, constante y con coherencia será posible realmente que el sector cultural no continúe siendo una carga para el Estado cubano.
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