Hará cinco años, en La Habana, escuché a una mujer decirle a otra que su hija no quería ir al cuido. ¡Desde la muerte de mi abuela nunca más había oído el sustantivo cuido!
Claro, el significado con que la señora lo empleaba era diferente. Mientras para mi abuela equivalía a cuidado, la acción de cuidar ―un sustantivo abstracto―; para aquella madre, cuido ―sustantivo concreto― designaba el lugar o institución por cuenta propia donde se cuida y atiende a los niños de corta edad, acepción que parece provenir del español hablado en Puerto Rico. Allí, conforme al Diccionario de americanismos (2010), a la guardería infantil se le llama cuido.
Asimismo, según la 2ª. edición del Diccionario histórico del español de Canarias (2013), cuido es un arcaísmo castellano mediante el cual tanto los nativos de esas islas como los boricuas denominan el «conjunto de atenciones y cuidados que reciben los gallos de pelea, por parte del cuidador, durante el tiempo de la preparación para las riñas». De acuerdo con ese propio repertorio lexicográfico, el pienso de los animales recibe el nombre de cuido en Tenerife.
Lo cierto es que en la obra de famosos escritores del siglo pasado se halla cuido con idéntico sentido al que le daba mi abuela. En el Corpus del Nuevo diccionario histórico del español aparecen realizaciones de Juan Ramón Jiménez, Ramón M. del Valle Inclán, Federico García Lorca, Miguel Hernández, Gabriela Mistral… De Yerma, la pieza lorquiana, es este parlamento: «Los hombres tienen otra vida, los ganados, los árboles, las conversaciones; las mujeres no tenemos más que esta de la cría y el cuido de la cría».
La mayoría de los gramáticos entienden que voces como cuido resultan sustantivos posverbales, es decir, que se derivan de verbos, a partir de la añadidura de sufijos vocálicos átonos directamente a la raíz. Son los casos, por ejemplo, de acotejo, arrimo, atrabanco, desespero, despalillo, embullo, repello, resguardo…, derivados con el sufijo –o, que son los más abundantes, sobre todo en América. También los hay con –e (amarre, arrastre, cierre, corte, embarque, empate, recorte, repunte…) y con –a (confronta, contesta, fuma, pincha, seca…).
Aunque tales derivados poseen, por lo general, significado de acción y efecto, algunos, al igual que cuido en la acepción puertorriqueña y cubana, indican lugar: atajo, albergue, despacho, consulta, embalse, reparto…
El nuevo uso de cuido se ha extendido a varias provincias y constituye un modo muy eficaz de distinguir estas instituciones cuentapropistas de sus homólogas estatales, los círculos infantiles.
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