El optimismo de Ernesto

Como un oasis en medio del desierto calificaba esta redactora la carta de un septuagenario residente en el municipio de Taguasco, vinculado a la Casa de los Abuelos de aquella localidad, que motivó la columna titulada “Con el corazón en la pluma”, del 4 de mayo del 2019. Aquella vez

Como un oasis en medio del desierto calificaba esta redactora la carta de un septuagenario residente en el municipio de Taguasco, vinculado a la Casa de los Abuelos de aquella localidad, que motivó la columna titulada “Con el corazón en la pluma”, del 4 de mayo del 2019.

Aquella vez Ernesto Rodríguez Francisco no formulaba reclamo ni petición o queja alguna, tenía 76 años y residía en la calle Eladio Fernández No. 5, entre Frank País y 20 de Mayo. Escribía para dar cuenta de su preferencia por nuestro medio de prensa y para ratificar su fidelidad a Fidel y a la Revolución, pues vivió en el capitalismo y considera que ese régimen no tiene nada bueno para ofrecer.

De gran alegría para quien teclea ahora estas líneas resultó conocer que el anciano continúa allí y aún figura entre nuestros más apasionados lectores, e incluso en circunstancias de COVID-19 persigue Escambray hasta conseguirlo, pues es dado a la lectura desde los 10 u 11 años.

En medio de sus múltiples reflexiones, el abuelo se pregunta si será el bloqueo a Cuba la razón de que el número de ejemplares de periódicos que llegan a su municipio se haya reducido. Sentado en un sillón y con el papel apoyado sobre las piernas escribió, ora con lápiz, ora con un repuesto de bolígrafo, la carta, extensa, sincera y con una gran carga de emotividad.

Declarado como el mejor lector del municipio durante varios años consecutivos por parte de la biblioteca local, esta vez Ernesto relata que una trabajadora de esa institución le lleva los libros a la casa para que siga leyendo.

Ya no permanece en la Casa de los Abuelos entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m., como escribía en su carta anterior, sino que acude a ese centro en un horario próximo a las 11: 00 a.m. a recoger su comida. “La pandemia nos lleva a esto y los trabajadores de allí son mi familia, por buenos y responsables”, apunta.

No pierde la oportunidad para evocar su infancia pobre y el legado de los padres de entonces, quienes “te enseñaban a ser honrados desde niño”, significa. Y envía un abrazo a todos en el periódico “por sus esmerados trabajos en bien de la Patria y la Revolución”.

Con una marcada inclinación hacia el análisis sociopolítico, en esta oportunidad el remitente comenta: “Trump fue caótico, pero al nuevo presidente no le veo constancia y humanidad para Cuba, o la camarilla anticubana no lo deja desarrollarse”.

Alberga la esperanza de que “vendrán tiempos mejores” y se despide con un ¡Hasta la victoria siempre! No tiene que repetirlo el ya casi octogenario lector, quien en su carta anterior declaró estar dispuesto a colaborar con Cuba incluso si defenderla significara entregar la vida que le queda.

Delia Proenza y y Adriana Alfonso

Texto de Delia Proenza y y Adriana Alfonso
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

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