Rumbo Este y a solo 4 kilómetros de la ciudad del Yayabo, sobre la cúspide de una colina de contornos irregulares desde donde parece tocarse las nubes con las manos, se yergue la imagen de un santo que, desde hace varias décadas, constituye referencia visual para quienes viajan por la Carretera Central de un extremo a otro de la isla.
Para muchos espirituanos de fe el Sagrado Corazón de Jesús ha hecho milagros; para otros ha salvado vidas; incluso, hay quienes lo admiran como un monumento local con valor histórico, porque identifica un punto geográfico en el mapa del territorio.
Dicen que fue gracias al aliento, la voluntad y el desembolso económico de Anunciación Palacios, esposa de Ramón García Gómez, un rico terrateniente que por aquel entonces era el propietario de esta finca, que el santo pudo colocarse en la cima de la loma, donde permanece hasta nuestros días.
Otros aseguran que algunos habitantes de la zona de El Majá fueron los que trabajaron primero en la construcción del pedestal y luego en la escalera que inicialmente contaba con 151 pasos y varios descansos intermedios, la cual de forma empinada conduce hasta la imagen religiosa, un conjunto que se edificó a un costo cercano a los 15 000 pesos.
De La Habana trajeron los moldes de yeso y al frente de los constructores estuvo un escultor de apellido Claramonte. Con rastras de bueyes subieron los materiales, entre ellos: acero y una arena especial que mezclaron con cemento blanco para rellenar la figura.
Siete días después quedó conformado el santo, pero todavía hay quienes dicen que ese tiempo respondió quizá a la versión bíblica según la cual el mundo fue creado en siete días.
Pero lo cierto es que, desde sus inicios, la figura de mortero se convirtió en objeto de veneración por los espirituanos, los mismos que cada año acudían al lugar para cumplir promesas o en procesiones y, hasta hace poco, el área aledaña constituyó centro de acampadas para los estudiantes de las escuelas primarias de la ciudad.
Hoy dicho santo está enmascarado y en los alrededores del monumento crecieron árboles que, además de impedir la visibilidad del mismo desde cualquier punto de la Carretera Central, con sus raíces ha dañado la base de la escalera. Actualmente, estas tierras pertenecen a la unidad Niña Bonita, de la Granja Genética Dos Ríos, y constituyen zona de pastoreo para el ganado mayor. ¿Por qué limitar entonces el uso religioso-cultural que tuvo durante años? ¿Hasta cuándo estará en el olvido y sometida al deterioro esta escultura que forma parte del patrimonio de nuestra ciudad? Esperemos que las empresas y entidades implicadas tomen carta en el asunto y le devuelvan al sitio el esplendor de antaño.
Pertenezco a un club deportivo que en varias ocasiones hemos decidido correr hasta el lugar y varias veces hemos realizado la chapea de sus escaleras, aún seguimos visitándolo y seguiremos realizando la labor que has el momento hemos realizado
Periodista le agradezco profundamente su preocupación sobre ese monumento,que visite cuando niño y del cual no he vuelto a saber hasta hoy gracias a su artículo,le agradezco como creyente y como espirituano y me acercaré a la iglesia,que junto a las autoridades deben preocuparse por el.Es triste ver el deterioro del monumento y otros edificios como la antigua escuela Santa Teresita,próxima al parque de la Caridad o la propia iglesia en ese parque