Guillermo García le puso nombre al título y definió como un grande, para que su equipo de Granma se coronara por tercera vez como campeón de la pelota cubana en un juego que cerró por todo lo alto la Serie Nacional de Béisbol en su versión 60, con un partido que terminó también por la mínima 6-5 en la burbuja neutral del “José Antonio Huelga”.
Y hasta el azar hizo su parte. Al joven que presentó credenciales en esta postemporada, le tocó una decisión más grande que sus 19 años. La alineación dio vueltas y más vueltas hasta que en el noveno capítulo con empate a cinco en la pizarra, su equipo llenó las bases sin outs.
Joel Suárez embasó a los dos primeros y el mánager matancero, en un intento por llevar la finalísima hasta el séptimo partido, llamó a Jonder Martínez que abrió con deatball a Guillermo Avilés para cogestionar las almohadillas. Entonces le tocó el turno al otro Guillermo, de apellido García, quien largó un hit, el cuarto de la tarde, este de oro a la pradera derecha y dejó tendido a un Matanzas que entregó cara su corona.
“Me concentré bien en el home, traté de pegarle a la bola, lo más alineado posible y salió como queríamos. Estoy muy contento, este es mi segundo año, para mí es una satisfacción muy grande. Le dedico este triunfo a mi madre que ya falleció y siempre quiso esto”.
El desenlace coronó un partido hermoso, más allá de esta o aquella cuestionable decisión, que siempre existen en juegos como este, casi decisivo para los dos.
Los “Santos” le pusieron temprano apellido al partido. En el tercer acto, ante un Noelvis Entensa, que rindió una buena faena, a pesar de soportar nueve hits, conceder cuatro boletos y propinar un pelotazo, pero justo es decir que más de una vez la defensa lo salvó con doble play. Roel disparó hits, como en todos los encuentros de la finalísima. Luego se robó por sexta vez una base, la segunda, desde donde anotó la primera del juego empujado por doblete de su primo Raico.
Los granmenses querían evitar un posible séptimo y complicado choque. Fiel a sus rotaciones, Carlos Martí puso a abrir al zurdo Leandro Martínez, quien, justo es decir, cumplió su cometido durante cinco entradas. Pero en el sexto, llegó la rebelión yumurina con racimo de cinco que impuso la salida de Martínez. Mas la opción de traer al abridor César García en rol de relevo, chocó contra el ímpetu matancero. Tras varias conexiones de foul, Eduardo Blanco limpió con un doblete las bases que estaban llenas, Yariel Duque lo empujó a él con fly de sacrificio y Yadil Mujica trajo la quinta con otro tubey, antes que Miguel David Paradelo terminara con las angustias de su equipo.
El fantasma del séptimo juego empezó a rondar en el “Huelga”. Pero los caballos comenzaron una cabalgata tan lenta como aplastante y tornaron en pesadilla el sueño yumurino, cuando empezaron a fabricar carreras a cuenta gotas. En el cierre del sexto, Guillermo Avilés conectó doblete y avanzó a tercera por hit de Guillermo García y desde allí entró con la segunda para su equipo cuando el receptor Prieto conectó para doble play.
De acercar a su elenco en el marcador 5-3 se encargó Roel Santos, quien parece hecho para estos juegos tensos. El fogoso jardinero disparó cuadrangular por el jardín derecho a la salida del séptimo.
Tras el boleto a Osvaldo Abreu en ese ining salió Entensa y el zurdo Naykel Cruz, resolvió a pesar de su descontrol manifiesto. La escena quedaba lista para el octavo. Erluis Blanco, quien trabajaba desde el séptimo, liquidó a los Cocodrilos pese al hit de Aníbal Medina.
Al cierre de esa entrada los granmenses agregaron tensión al partido. El relevista Naykel Cruz concedió boleto a Guillermo Avilés y permitió hit de Guillermo García. Armando Ferrer llamó a Joel Suárez y Martí sacrificó a Iván Prieto. Entonces Yulián Milán cumplió su rol con fly a los jardines para empujar la cuarta, mientras Roel empataba con hit.
En el noveno Yoel Mojena retiró de uno, dos y tres a la toletería matancera y dejó listo el escenario para el cierre que ya le conté y su victoria en el partido.
No pudo tener ni mejor desenlace, ni mejor campeón, esta Serie Nacional de Béisbol jugada en su versión sesenta en el más complejo de los escenarios.
Le quedaban dos opciones, pero Granma quiso y pudo definir como los grandes. El galope de los Alazanes fue aplastante para destrozar todas las tesis, incluida aquella de que los equipos contagiados por COVID-19 estaban destinados al fracaso pues en esta postemporada los más afectados antes que ellos -Sancti Spiritus, Cienfuegos y Santiago de Cuba- no ganaron en nueve oportunidades. Pero Granma sacó fuerzas de donde las tenía. Tras 16 días confinados, tuvo siete días para reajustar y salió a la batalla sin chistar.
Destronaron también los pronósticos de muchos que endiosaron a Matanzas, no solo porque salió ileso de la pandemia, sino porque se artilló con tres jugadores del béisbol profesional.
Granma es el gran campeón. Lo fue desde que terminó en primer lugar la clasificatoria, aunque empatado con Sancti Spiritus. Lo fue cuando sus filas no flaquearon cuando se le fueron parte de sus hombres claves por asuntos de contrato. Lo fue, porque en esta Serie que no pudo tener refuerzos, ganaron con uno de los elencos más puros del país, con Alazanes auténticos.
Quizás por eso, Carlos Martí, desvestido de la pose serena e impasible, se deshizo en llanto mientras daba sus declaraciones a la prensa acreditada. “Un séptimo juego es peligroso, mucho más con un equipo como Matanzas, que es un equipo de gran nivel, por eso tratamos hoy de resolver el problema, somos optimistas, el equipo siempre se vio peleando en el dogaut , hasta cuando hicieron las cinco carreras, sabía que no era una ventaja para nosotros”.
Habló de cómo el no ser favorito pudo también inyectar a los muchachos: “El favoritismo depende de muchas cosas, Matanzas es el campeón y te repito un gran equipo, pero el nuestro viene batallando hace años, esta es la tercera corona, y no sé si merece un poquito más de reconocimiento de ustedes, los medios, y es posible que eso influya y demostramos que no solo es un problema de propaganda, y como ese dichito que dicen: esto no es de nombres, sino de hombres”.
Y pudo, explicar el peso de este, su tercer título en Series Nacionales: “Todos los títulos son buenos, pero este puede ser mi último año, estoy emocionado de verdad, dedicamos este triunfo a Fidel, al pueblo granmense y a los familiares de los peloteros que tanto han tenido que pasar en estos largos meses”.
Como símbolo de la humildad de su equipo, Lázaro Blanco ponderó la autenticidad de la corona, la tercera que él alcanza: “Llevábamos dos veces campeones con refuerzo y algunos comentaristas decían que era por eso, ahora lo logramos sin refuerzos y eso nos deja un gran sabor, queremos darle las gracias a todas las personas que nos ayudaron, fue un año difícil para todos los equipos en Cuba y para nosotros más porque cuando salimos varios de contrato el equipo se debilitó pero las figuras jóvenes supieron responder, nos contagiamos con la COVID-19 y en la final nadie nos daba de favorito. Lo importante es que vinimos a dar lo mejor en el terreno y nos merecemos el campeonato porque jugamos mejor que ellos”.
Después de ocho largos meses en la Serie más larga de la historia, los Alazanes tuvieron la mejor resistencia. Por eso cuando levantaron su copa de campeón en el terreno neutral del “Huelga”, de manos del presidente del Inder, Osvaldo Vento Montiller, y de la presidenta del Consejo de Defensa Provincial, Deivy Pérez Martin, Cuba alzó también su trofeo.
ALELUYA AL FIN SE ACABÓ LA SERIE 60 DE BÉISBOL. VAMOS A VER SI SANCTI SPIRITUS PUEDE ACABAR DE HACER SU TRAJE A LA MEDIDA Y CONCENTRARSE EN LA COVID Y TERMINAR SU LABORATORIO DE BIOLOGÍA MOLECULAR.