Con su abanico de intensas lluvias, inundaciones repentinas y fuertes vientos, el huracán Ida continúa este 30 de agosto sobre vastas áreas del sur de Estados Unidos.
El fenómeno hidrometeorológico cayó con su furia este domingo sobre Luisiana justo cuando se cumplieron 16 años de otro huracán, el devastador Katrina, que arrasó Nueva Orleans después de tocar tierra el 29 de agosto de 2005.
Las autoridades dibujaron efectos desoladores, pues Ida quedó a 11 km/h de alcanzar la categoría máxima en la escala Saffir-Simpson (5), que mide a estos eventos por la fuerza de sus vientos.
El Servicio Geológico dijo que ya Ida detuvo el flujo del río Misisippi e invirtió su cauce y que elevó el nivel de sus aguas, algo ‘extremadamente inusual’, mientras más de medio millón de clientes quedó sin servicio eléctrico.
A causa de Ida, Alabama (sureste) suspendió las clases este lunes y mañana, los empleados estatales no esenciales que tengan condiciones podrán trabajar desde su casa.
Por su parte, el Departamento de Salud de Misisipi (sur) informó que centros de vacunación y de pruebas de la Covid-19, así como otras oficinas gubernamentales permanecerán cerrados.
El presidente Joe Biden, quien visitó la víspera la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA), advirtió que esta es una tormenta muy peligrosa y es probable que su devastación sea inmensa.
No debemos engañarnos, expresó al comprometerse a poner ‘todo el poder del país’ en los esfuerzos de rescate y recuperación.
Biden alabó el sistema federal de diques del estado, que experimentó importantes mejoras luego del desastre provocado por ‘Katrina’.
Previo a la llegada del fenómeno decenas de miles de personas en Nueva Orleans y las zonas costeras de Luisiana decidieron evacuar rumbo norte ante el temor de que se repitiera la tragedia de hace 16 años.
Perduran en la memoria colectiva las imágenes de la destrucción ocasionada por Katrina cuando colapsó los diques, de los cadáveres flotando en las calles y los miles de personas en el techo de sus casas tratando de impedir que se les escapara la vida en espera del rescate.
Dejó cifras totales cercanas a los dos mil fallecidos (incluidos los reportados en Misisipi, Alabama, Georgia y Florida) y poco más de un millón de desplazados.
La falla en los diques, la mayor de la ingeniería civil en la historia de Estados Unidos, dio lugar a una demanda contra el Cuerpo de Ingenieros del Ejército que lo diseñó y construyó.
También hubo una investigación sobre la actuación de los gobiernos federal, estatal y local, lo que llevó a la dimisión de Michael Brown, entonces director de la FEMA, y de Eddie Compass, superintendente del Departamento de Policía de Nueva Orleans.
Las pérdidas superaron los 100 mil millones de dólares y la reconstrucción tardó años.
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