Hay misiones que uno se niega a cumplir y termina aceptando tal vez por disciplina, tal vez por ese compromiso que se contrae con la profesión, aun en las peores circunstancias; o quizás —quién sabe— por la deuda de la despedida que no fue.
Una encomienda de esas es, nadie lo dude, escribir de la muerte de un amigo. Y lean bien, que no digo colega ni compañero de trabajo: Julio Reina Romero era mi amigo, al que por azar conocí gracias a dos de las cosas comunes que nos unieron: el periodismo y Jatibonico.
Aunque fuera oriundo de Taguasco, se ganó a fuerza de empeño un lugar en el corazón del pueblo del central Uruguay, desde que Radio Sancti Spíritus reclamara sus servicios como reportero en ese territorio.
Ya había bregado como corresponsal de varios medios de prensa, porque la vocación por informar lo hizo cambiar los destinos de su existencia.
Julio no lo dudó, aunque le asaltaran los temores de asumir una empresa de tamaño significado. Se “mudó” en botella para Jatibonico y desde los altos del edificio del Sindicato Azucarero instauró su corresponsalía con la dignidad de un consagrado.
Nadie me dejará mentir: no hubo noticia en ese sitio que se le escapara en aquel tiempo. Se montaba en un camión o en un caballo, pero llegaba a todas partes; lo mismo desde una escogida que desde un plantón de caña, día tras día se agenciaba su entrada en los espacios informativos.
Otros azares nos mantuvieron cercanos. Tal vez gracias a mí —y me enorgullezco de ello— le dijo adiós a la botella. En una visita ocasional a mi casa le presenté a la que luego fuera su compañera hasta el final de sus días. El amor los unió y él se convirtió por un tiempo en mi vecino, para hacerme cientos de veces cómplice de su entusiasmo periodístico.
Llegaba con sus apuntes, sus historias y aquella humildad tremenda para mostrar sus textos. Lo admiré tal vez en silencio, aunque fuera siempre él quien me profesara admiración a toda voz. Julio se atrevía con deseos y pasión a experimentar en el oficio lo que yo, con mi academia y todo, temía tantas veces enfrentar.
Y así venció también su curso de diplomado para reafirmarse como integrante genuino del gremio y de la Unión de Periodistas de Cuba, aunque en verdad demostrara con su ejemplo que en este trabajo no hacen falta tantos los títulos como las ganas. Y la constancia. Y la pasión.
Por esas paradojas de la vida, un buen día se alejó de los micrófonos. Pero la gente siguió recordando con gratitud su nombre. Y hoy ese nombre llega convertido en triste titular: Julio Reina Romero ha muerto, inesperadamente joven, con muchos proyectos por cumplir. Esta vez nadie quiso creer la noticia. Su voz se escucha a ratos entre las torres del Uruguay, mientras yo escribo la crónica más triste de mi vida. He perdido a un amigo y Jatibonico, a un hijo.
En verdad Yole , haces un retrato exacto del amigo colega , el gremio está de luto , Julio seguirá entre nosotros , escucho sus reportes .EPD.
Muchas gracias a todas esas personas q han hablado bien de mi padre no saben lo mucho q me alegran y lo único q puedo asegurar es q yo seguiré su ejemplo ,y cumpliré todas las cosas q le prometí y le daré el cariño q siempre quiso darle a mis hermanos y a mi mamá te amo mucho mi viejo ePD ??❤️
Hay Yoli no sabes cuánta alegría me da escuchar estas cosas tan linda de mi padre enserio muchas gracias no sé cómo te lo agradezco
Evité opinar hasta hoy, porque me duele demasiado. Julio Reina antes que periodista fue corresponsal de Escambray y esa actividad la atendía yo, por tanto estaba en contacto directo con él. Sencillo, humildísimo, noble y cordial, siempre sonriente, así lo ceo todavía hoy.
Descansa en paz, amigo. Creo que nos vimos por última vez no hace tanto, ya en pandemia, cuando caminabas junto a Nicolás rumbo al parque Serafín Sánchez y yo iba en sentido contrario, y nos saludamos los tres con cariño recíproco.
A tu familia mi abrazo sentido. ¡Gracias, Julio!
EPD Julio Reina, un buen muchacho porque eso era para mí, un muchacho por su edad, pr su carácter jovial y jodedor. No consigo otra imagen suya: siempre sonriendo y vivaracho.
Lo siento mucho por su familia, por sus hijos en particular. Qué tristeza esta m….. de pandemia que se lleva a tantas personas sin vacilar.
Descansa en paz colega.
Un último abrazo antes de la eternidad.
Yo le decia Julito ya que en su epoca como delegado del poder popular tuvimos una relacion estrecha .pero un mal dia cuando mi accidente fue lo que mas me marco que el dentro de decenas de personas me auxilio y me acompaño hasta el hospital entregandome a mi mas allegados a partir de ahi paso a ser un familiar mio .lastima no pude acompañarlo porque en verdad ni supe que habia enfermado.
Excelente y sentida crónica de nuestra compañera Yoleisy Pérez Molinet, acerca del periodista Julio Reina Romero, con quien pude intercambiar varias veces, siempre en un clima de cordialidad y resperto mutuo. Como expresé en un reciente trabajo titulado Cuando esta guerra se acabe, cada pérdida física -como la de Julio Reina-, deja un vacío muy difícil de llenar, pues con esas personas de nuestro entorno que parten para no regresar, se va de alguna forma también una parte de nuestras vidas y del mundo interior de cada uno, de sus recuerdos, de sus evocaciones, dejando un limbo lleno de dolores y nostalgias. A un ser humano como Julio, se le aprecia y pondera y por eso resulta muy difícil acosumbrarse a su ausencia. Yole, de verdad que suscribo tus palabras de alto vuelo, muy merecidas por alguien que deja una estela de afectos. Gracias.
Me sorprende esta noticia. Otra vez la maldita enfermedad termina con una vida aún joven. EPD
Triste y dolorosa encomienda, si, Yola. Pero también necesaria para rendir tributo a quien fue amigo, compañero, colega, siempre capaz de compartir una anécdota, una inquietud, en todos esos años dedicados a explorar el quehacer de ese terruño y compartir vivencias a través de las ondas de la emisora provincial, esa que por casi una década nos unió a muchos, los de los Estudios Centrales y los que asumimos la labor periodística desde casi todos los municipios en los Estudios Municipales de Radio. Inesperada noticia. Lamentable. Honremos su memoria. Gracias por traer tus recuerdos. EPD, querido amigo, compañero, colega.
Habló tu corazón.Gracias por tan merecidas palabras a uno de los tres Mosqueteros los otros:Sicilia y Nicolás por quien supe la noticia y apenas escuchaba su voz.La tristeza es compartida junto a muchos recuerdos en la radio.Muy triste debe sentirse Osmany García quien mortifica a Julio todos los días,jamás lo vi bravo.Julio era exactamente asi como lo describes de una manera brillante.Descansa en Paz Julio Reina.
De Julio Reina conozco hasta sus más íntimos secretos, era y seguirá siendo mi hermano; bien lo saben su esposa e hijos que ayer no titubearon para contactar conmigo y ofrecernos aliento con palabras a media.
La principal virtud de Julio fue que jamás le guardó rencor a nadie; ni a los que lo forzaron a dejar la radio una vez que ayudó a edificar y fundó la Emisora Radio Jatibonico. Nadie imagina el duro golpe que significó para él.
Así y todo, siempre que llegabas a su casa tenía sintonizada esa emisora y más tarde Radio SS muy fiel a lo que sabía suyo también.
Lo único que no pierdo con Julio es la esperanza de poder llegar un día a ser como el en toda su magnitud; una persona totalmente des prejuiciada, capás de entender hasta el más cuestionable comportamiento, aunque en verdad, siempre supo discernir.
Gracias Yole por esa crónica tan profunda y conmovedora.
Julio seguirá siendo de los más aplaudidos periodistas espírituanos por su atrevimiento; por su valentía; por su audacia.
Gracias Nicolás soy la cuñada de Julio estás palabras tuyas y de Yoli me han conocido tanto que no es fácil por lo que estamos pasando sé que era un gran amigo un abrazo Olga
Que se.puede decir de la humildad, de la gratitud, del amor infinito a lo que se hace con el corazon, de la amistad sin tapujos y clara y fértil. Que podemos decir de Julio Reina quienes le conocimos y compartimos todas esas virtudes humanas que le arroparon? Cada palabra quedaría coja y Julio Reina merece le recordemos siempre desde el más sagrado de los altares, el alma misma. Creeme amigo Julio, en cada palmo de tu Jatibonico, cada vez que nazca un suceso noticioso, esa, la, noticia, estará a la espera de tu atrevimiento periodístico.