Todos los días, desde que apareció el primer caso positivo en la provincia, ha estado expuesto a contraer la COVID-19, pero sin dejar de cumplir con su labor, como chofer de un auto vinculado a la Agencia Taxis-Cuba, en Sancti Spíritus, José María Triana asegura que para él estar cerca de la línea roja ha sido la misión más humana y riesgosa de los 38 años que lleva ejerciendo este oficio.
¿Cuál fue su disposición cuando comenzó la pandemia?
Esta tarea la acogí con todo el respeto que merece, por eso mi primera reacción fue acercarme a la dirección de la Agencia para darle mi disposición de cumplir cualquier misión, por riesgosa que fuera. “Usted cuente conmigo que seré el primero en salir, le dije al jefe, cuando solo habían transcurridos dos días de que en la provincia aparecieran los primeros casos positivos y desde entonces, no puedo decir cuántos servicios he cumplido”.
¿Qué siente cuando sabe que en su auto viaja el virus?
Nunca he sentido miedo, solo sé que la responsabilidad de nosotros los choferes está primero, tal es así que desde el mes de marzo nos vinculamos al traslado de casos sospechosos para el Hospital de Rehabilitación, muchos de los cuales dieron positivos, también llevamos a los que reciben el alta médica desde los centros asistenciales hasta sus casas y, unido a esto, continuamos transportando las muestras que se analizan en los diferentes laboratorios del país, incluido el IPK.
Mi familia y mi hija están en Italia y cuando escuché que allá la pandemia estaba arrebatando tantas vidas me preocupé mucho, al igual que ellos lo hicieron por mí, pero al saber la noticia de que Cuba enviaba las primeras brigadas médicas hacia las ciudades de Crema y Lombardía me sentí mucho más comprometido en ayudar a nuestro pueblo, por ese sentido humanista que siempre se ha puesto de manifiesto en diversos países del mundo.
¿Cuál fue el mensaje que le envió por las redes a sus compañeros choferes al principio de la pandemia?
A través de Facebook les dije: “Adelante, taxistas, este es el momento de crecernos como buenos ciudadanos” y lo hice con el objetivo de que fuéramos un gremio al servicio de este gobierno y de este país que tanto necesita de nuestra ayuda.
¿Cómo ha sido la interacción con los pacientes que lleva de vuelta a sus hogares?
Figúrate, es duro, muchos de estos, una vez que suben al auto, empiezan a llorar y a expresar lo que sienten, entonces a mí me toca consolarlos mientras nos dirigimos a su hogar, los voy preparando para cuando lleguen, les digo que estén tranquilos, que ya todo pasó, que no se preocupen, que en pocos minutos estaremos en su casa.
Recuerdo el día en que me tocó llevar a una ancianita que no tenía familia, vive por las inmediaciones de la escuela Serafín Sánchez Valdivia y yo tuve que hacer toda la operación; ayudarla a subir, a bajar del auto, le cargué sus pertenencias, claro que a nosotros en el Hospital de Rehabilitación nos visten con toda la protección establecida, pero, aun así, es difícil.
Confeccionó un tapiz para lograr el distanciamiento en el interior de su carro. ¿En qué consiste exactamente?
Como yo le doy servicio desde hace tiempo al Instituto de Ciencia e Inmunología Monoclonal, eso me ha dado un nivel mayor de responsabilidad, en cuanto a la forma en que debo llevar el protocolo, incluida la higiene del carro. Entonces se me ocurrió poner un tapicero, confeccionado con nailon y vinil, para dividir el asiento delantero del trasero, limitando así el espacio entre los pasajeros y el conductor. Mi propósito fue mantener las distancias, sin dejar de vernos a las caras y de esta forma asegurar la protección de todos, incluso, de los viajeros que regresan al país y que desde los aeropuertos también debemos transportar”.
Sentado al volante José María se despide del equipo de Escambray, a través del celular recibe una llamada, nos pide disculpa por la premura con que debe partir, se trata, acota, de un nuevo caso que trasladará desde el Hospital de Rehabilitación de Sancti Spíritus hasta el municipio de Cabaiguán. Una vez más este experimentado chofer se enfrenta al desafío de servir y guarda distancia porque como bien dice, la COVID no tiene cara.
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