«Cultivando los conocimientos, cultivando la inteligencia, no habrá obstáculo que no se pueda vencer». Por esa y otras razones de las cuales habló este jueves el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, él quiso hacer énfasis en la gratitud hacia todos los maestros cubanos, quienes en estos tiempos tan complejos y difíciles han desplegado grandes esfuerzos para que la transmisión de saberes y sentimientos no se detenga en el país ni siquiera en medio de la COVID-19.
Desde el Palacio de la Revolución y al dirigir la reunión anual de trabajo del Ministerio de Educación (Mined), el Jefe de Gobierno dijo a los más de 200 participantes —gran parte de ellos dentro del encuentro gracias a la herramienta de la videoconferencia—: «Quería reiterar este agradecimiento a todos los maestros, a todos los profesores, y especialmente a todos aquellos que por un llamado del propio ministerio, de la propia Revolución, han tenido que ejercer esta importante e imprescindible profesión (incluso) fuera de sus lugares de residencia, lejos de sus familias».
Algún día tendrá que contarse la historia de lo que ha hecho y está haciendo ese ejército de quienes tienen la responsabilidad de enseñar y educar. Esa certeza puso el tono a la reunión que además contó con la presencia del viceprimer ministro, Roberto Morales Ojeda, de la miembro del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista, Olga Lidia Tapia Iglesias, y de la titular del Mined, Ena Elsa Velázquez Cobiella.
En sus palabras que dieron inicio a la jornada de reflexiones, Velázquez Cobiella reflexionó que el encuentro tenía lugar a pocas horas de que este 10 de abril se cumpla el aniversario 60, en Cuba, de la fundación «de los círculos infantiles por nuestro querido Fidel y la eterna presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), Vilma Espín».
Seguidamente enumeró prioridades de trabajo y tareas que realiza el organismo que fue objeto de análisis. Hizo referencia, por ejemplo, a la formación, atención y superación de directivos y docentes. En ese frente, dijo, ya hay condiciones para dar un salto, desde «un análisis puramente cuantitativo», a uno más cualitativo.
«La preocupación mayor la hemos puesto en garantizar los maestros necesarios», apuntó la ministra, quien explicó que ese propósito ha llevado implícito prestar atención al ingreso a las escuelas pedagógicas, a la universidad, sin descuidar la eficiencia en los ciclos de formación.
No basta con que cada alumno tenga su maestro —destacó la titular—; hay que trabajar con intencionalidad en la preparación de los docentes. Es necesario avanzar en la formación de Doctores y Máster, subrayó; e hizo alusión al valor de identificar dirigentes y profesores con posibilidades, de dar prioridad a los más jóvenes: «Contar en cada centro y en los equipos municipales y provinciales con docentes que posean estas categorías, garantiza mayor rigor en la labor metodológica y científica».
La ministra habló de fortalecer el trabajo educativo a partir de un certero diagnóstico de alumnos, de la caracterización de la familia y la comunidad, y la consiguiente atención diferenciada. En ello, según Velázquez Cobiella, está la garantía de inculcar valores, comportamientos adecuados, de usar óptimamente los recursos disponibles para la labor política ideológica; para, en fin, alcanzar «la calidad en la formación integral de niños, adolescentes y jóvenes, que es el objetivo supremo de la educación».
Constituye una prioridad, resaltó, «la aplicación de las adaptaciones curriculares con las que concluimos el curso 19-20, iniciamos el 20-21, y debemos hacer el 21-22, lo cual guarda una estrecha relación con el trabajo científico metodológico, desde el organismo central hasta la escuela».
Igualmente hizo referencia a cómo las instituciones educacionales han tenido que hacer un alto en la vida presencial, a raíz de la pandemia, para incorporarse a distintas formas de trabajo que la escuela cubana ha tenido que diseñar para no detenerse.
«El curso escolar —rememoró la ministra— se detuvo el 24 de marzo de 2020; y en tiempo récord, seis días, iniciamos las actividades docentes televisivas para todos los niveles educativos, lo que fue posible porque contamos con un sistema nacional de educación bien estructurado», que cuenta —detalló— con un Instituto Central de Ciencias Pedagógicas (ICCP), la empresa Cinesoft, el Portal CubaEduca, comisiones de disciplina y fuertes alianzas de trabajo con las universidades, otros centros de investigación, la mayoría de los organismos de la Administración Central del Estado, y el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).
En esta labor –afirmó— hubo ciencia e innovación, lo que también ha permitido un seguimiento riguroso a los programas de informatización, con prioridad en la robótica y en la producción de audiovisuales.
«Consideramos que hubo mucha ingeniosidad, creatividad y responsabilidad en todo lo que se hizo en cada institución educacional para, en medio de las limitaciones de recursos, crear las condiciones para cumplir con las medidas higiénico-sanitarias y evitar la transmisión de la COVID-19».
En estos tiempos el Mined ha tenido entre sus fortalezas la retroalimentación permanente aportada por maestros, padres y alumnos. «Constituye un reto, valoró la ministra, la culminación de este curso escolar y la aplicación de las diferentes variantes para cada territorio, según las condiciones que impone la pandemia».
Lecciones que dejan estos tiempos
El Mined pudo seguir trabajando en medio de la COVID-19 porque ya tenía, de etapas precedentes, un camino que apostó por la creatividad, la audacia y la preparación profesional. En esa idea se movieron varios análisis aportados al encuentro por los profesionales de la educación.
Se avanzó en tareas medulares, como el perfeccionamiento de los libros sobre Historia de Cuba –esfuerzo que no termina; no se ha dejado de la mano el trabajo preventivo con los estudiantes, para evitar que entre ellos se entronicen comportamientos negativos como la violencia u otros que degradan al ser humano; se ha seguido de cerca la formación de maestros y profesores; más de 200 instituciones del ámbito educativo se han convertido en centros de aislamiento en la lucha contra la pandemia; la ciencia ha estado presente en la optimización de los procesos docente-educativos; y se ha trabajado con el convencimiento de que la educación es capaz de movilizar todas las fuerzas vivas de un país.
En sus palabras conclusivas el Primer Ministro habló del 2021 como un año muy complejo, matizado por el recrudecimiento del bloqueo y por la pandemia. Ambas situaciones, reflexionó el Jefe de Gobierno, significaron duros golpes para el sistema educacional cubano.
Marrero Cruz hizo un reconocimiento al aporte de los educadores en la lucha contra la COVID-19, y reparó en cómo los profesionales de la enseñanza tienen entre sus objetivos de trabajo medir el impacto que está teniendo en niños y jóvenes el largo confinamiento por cuenta de una enfermedad que le ha cambiado la vida al mundo.
«Tenemos incluso que irnos preparando para ese retorno a las aulas, trabajarlas directamente porque nosotros tenemos que evitar un rechazo del estudiante hacia el aula, hacia un proceso que es extremadamente necesario», alertó el Primer Ministro, quien también elogió los ajustes curriculares que han hecho posible seguir adelante con el curso escolar.
La importancia del trabajo político-ideológico —diseñar contenidos atractivos y que transmitan conocimiento—, ir mejorando los inmuebles escolares a pesar de todas las dificultades materiales, la trascendencia de programas como el de los círculos infantiles –esos que en medio de la pandemia han jugado un papel crucial—, la nobleza de las casas de niños sin amparo familiar, o el valor del sistema de educación especial en Cuba, fueron temas sobre los cuales también reflexionó Manuel Marrero Cruz.
De igual manera él hizo referencia al proceso de informatización, a las escuelas pedagógicas como canteras vitales en garantizar la continuidad del sistema educacional, a la importancia de las escuelas rurales. Y reconoció «el papel que han jugado y sé que continuarán jugando los educadores».
A los presentes comentó sobre la necesidad de seguir trasladando a todos los niños, a todos los estudiantes, confianza en el futuro, convicción de que hay que cuidarse, de que «hay que mantenerse en las casas hasta que tengamos una situación que nos permita regresar a las aulas», apoyados en la claridad de que la educación es justamente eso: el futuro.
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