En los últimos días las redes sociales y cuanto espacio público existe se han saturado de memes, denuncias, comentarios a favor y en contra de los nuevos precios que se aplican en Cuba como parte del ordenamiento monetario que comenzó el primero de enero.
A simple vista y sin pensar mucho pareciera que todos estamos en contra de las nuevas medidas, pero no hay nada más incierto. Si la expresión colectiva se ha impuesto y llevado a una relectura de esos precios aquí o allá, es por una razón obvia: se está trabajando a todos los niveles de gobierno con el oído y los pies en la tierra.
Unas semanas antes del llamado “día cero” Alejandro Gil, ministro de Economía, aseguraba en la Mesa Redonda que “la eliminación de la dualidad monetaria y cambiaria por sí misma no solucionará mágicamente todos los problemas acumulados en la economía”. Sin embargo, muchos se han formado falsas expectativas y han creído que con una varita mágica el peso cubano (CUP) se puede igualar al dólar. Tanto Gil como otros dirigentes del país han venido alertando que lo que va a revertir la actual situación y a consolidar el futuro económico de la nación es el trabajo.
Hasta ahora ha sido casi imposible medir con certeza los costos y la rentabilidad en los sectores más sensibles del país, que están en su gran mayoría presupuestados. Se han subsidiado por años y años productos de primera necesidad, se han atendido las vulnerabilidades sociales de una manera ejemplar, pero es necesario seguir haciéndolo con una visión real, objetiva.
Toda resistencia al cambio es lógica. Nos cuesta asumirlo y eso es de humanos. Pero acto seguido hay que recordar uno de los principios que legara Fidel en su concepto de Revolución y que conviene releer en estos días: “Revolución es sentido del momento histórico, es cambiar todo lo que debe ser cambiado”. Y en ese cambio siempre hay que pensar en la realidad de la sociedad cubana, una sociedad que lleva décadas asediada, bloqueada aquí y allá, enfrentando contra vientos y mareas todos los ciclones que dirigen contra el sistema social que decidimos construir por voluntad de la mayoría.
En lo personal, me preocupan los desatinos de algunos precios, las rectificaciones apresuradas o aquellas rectificaciones masivas, porque dan la imagen de que se está trabajando a bandazos. Pero también creo que estamos en un momento de ajustes, de engrasar cada elemento y rectificar, como reza el proverbio, es de sabios.
El ordenamiento monetario en Cuba viene acompañado de otros temas que van a ir acaparando atención en la medida que avancemos en el 2021. Si ahora se trata de precios y su relación con la calidad de lo que consumimos en la mesa nuestra de cada día, hay que mirar hacia lo que está sucediendo en los gobiernos e instituciones presupuestadas y empresariales. Ahora no tienen que esperar que desde arriba le digan cómo hacer, qué es lo mejor para las comunidades que representan. Ahora tienen la alta responsabilidad de responder a las demandas de sus ciudadanos en dependencia de sus capacidades para lograr riquezas en beneficio colectivo. Nadie mejor que ellos saben dónde poner los recursos, cómo disminuir los costos, llegar a una mayor satisfacción. Esa responsabilidad la tienen por mandato constitucional, no por Resoluciones o Leyes del momento, es su obligación.
Lo que está claro que es que las reglas del juego van cambiando para todos, para los decisores y los consumidores; que los rendimientos y las utilidades hay que conseguirlos trabajando; que no hay espacio para quedarse con los brazos cruzados porque el Estado me lo va a resolver; que la unidad hace la fuerza; que la audacia, la inteligencia y la realidad se imponen.
Puede, de hecho, que usted no concuerde conmigo. Puede que sigamos con los memes y las insatisfacciones públicas a todos los niveles y por cuanta vía tengamos. Eso no es lo importante en estos días. Lo realmente importante es trabajar, mantener la celeridad y la calma, aprender a sacar cuentas, ir construyendo una sociedad más equitativa en la que se vea el beneficio de nuestra capacidad productiva.
Que siga la marcha…Pa´alante.
No es solo el trabajo lo que podría enrumbar la economía cubana. Porque llevamos años trabajando y estamos en una situación francamente crítica. Son los cambios en las políticas económicas los que pueden, esencialmente, revertir la crisis. Y de eso no veo mucho.