Se acaba el 2021, uno de los años más difíciles y lamentables de la historia. La retirada llega con muchos soplos de aliento y también con las incertidumbres propias de las réplicas de un gran terremoto.
Las estadísticas, los reportes de contagios de covid han pasado a un segundo plano. Algunos han adoptado la posición defensiva más fácil: borrón y cuenta nueva, a pesar de los pesares sufridos, las angustias, las secuelas que marcan la salud de muchos.
Vivir como hace meses atrás definitivamente no es vivir, pero más allá de las pruebas de resistencia a las que hemos sido sometidos, queda la gran batalla que libramos, los gestos de humanismo, altruismo real, la solidaridad colectiva y el esfuerzo sobrehumano de muchos por no entregar espacio, sumar vidas, avanzar.
En medio de tanto estuvieron los hashtag que inundaban los espacios virtuales: #SOSMatanzas, #11J, #15N quisieron posicionarse con el oportunismo propio de los que esperan los momentos de sufrimiento para hurgar en la llaga. Esa otra batalla se ganó a golpe de verdad sobre verdad, aunque sus promotores sigan publicando historias y amplios análisis de lo que alcanzaron, ensayos críticos de la realidad cubana y hasta libros contando las “hazañas”.
Contra todos los pronósticos Cuba se impuso con su mil veces probada capacidad de resistencia, pero también gracias a la creatividad de sus hijos que no descansaron hasta vacunar a todo el país y ya anuncian otro refuerzo ante una enfermedad nunca calculada por su mutación constante. Ese logro, como he dicho tantas veces, no lleva ni monumentos ni aplausos prolongados; lleva quitarse el sombrero todos los días ante los científicos, investigadores, médicos, enfermeros, transportistas, obreros y estudiantes que se plantaron en la zona roja de la pandemia a cambio de salvar vidas y detener el contagio.
La reapertura de las clases presenciales, la vida cultural y social, la llegada de turistas al país, la reactivación de la economía en sectores claves para el desarrollo, las nuevas visiones sobre el crecimiento y el orden productivo, las legislaciones que dan espacio a desempolvar viejos métodos y conceptos, retomar lo local como esencia del trabajo, han sido oportunidades muy bien aprovechadas este año, entre tantos asuntos pendientes. Nunca se dejó a un lado la esperanza, menos la seguridad de salir adelante.
Aún ante esos logros queda por resolver una inflación alucinante, reactivar la calidad en los servicios, ser novedosos y no tan de manuales, poner los pies en la tierra y producir alimentos, cerrar ciclos, alianzas, crear un ambiente de seguridad colectiva infranqueable. Pero esos pendientes dependen de nosotros, de entender de una vez y por todas que importando equipos, comida e ideas no vamos a resolverlo todo. Desatar las fuerzas productivas es una necesidad, invertir a favor de la comunidad en primera instancia y del país, al final, es obligación, no quimera.
Si bien es cierto que las medidas coercitivas que sufre la nación por parte del gobierno de Estados Unidos hacen incómodo avanzar, el encasillamiento, la inercia y el desparpajo, la ausencia de sentido de pertenencia en algunos asuntos, hacen mella y tanto daño como el mismo bloqueo imperial, perjudican, laceran el esfuerzo del gobierno y las ideas más preclaras de los gestores de la vida cubana.
Cuando repasas lo vivido en este año, cuando sumas y restas, sacas cuentas, al final queda el suave aliento de saber trabajar unidos y dar la pelea en el momento exacto. 2021 será siempre un referente de lo que somos capaces, pero también tiene que ser un punto de giro en nuestras vidas sin olvidar lo que sufrimos. Un giro que termine en un salto hacia el progreso, porque en cuestiones de resistencia ya hemos ganado hace rato.
Resiliencia es un término acuñadobrnncsdi todo comentario o editorial en el mundo para adecuarlo al cambio climático. En nuestro caso, aplicado socialmente, expresa y resume todo el período transcurrido desde la fecha de las primeras contramedidas implementadas contra el naciente proceso revolucionario por parte de sucesivas administraciones de los EEUU, hasta ka fecha actual. Esa capacidad de adaptarse a los cambio bajo presión es, define a este Pueblo, que conforma este País
Yo diría mejor: La maldita circunstancia del agua por todas partes…