Frente a los estantes colmados de pomos blancos, mientras atiende a cientos de alacranes, Maikel Rivas Peña, técnico integral en producción biofarmacéutica, hemoderivados y medicamentos, demuestra que le han bastado cuatro años en el oficio para dominar tanto la teoría como la práctica.
Maikel forma parte del colectivo que labora en la Unidad Empresarial de Base Escorpionario Cabaiguán, un centro ubicado en el kilómetro 321 de la Autopista Nacional, perteneciente a la Sucursal Provincial del Grupo Empresarial Labiofam y donde se crían en cautiverio 12 784 alacranes de la especie azul o rojo.
“Los ejemplares permanecen en una cuarentena después que los capturadores que tenemos en Jíquima y Fomento los traen, en ese período solo se alimentan. Luego se ordeñan cada 21 días, un proceso que puede durar más de una semana, porque son alrededor de 500 alacranes diarios y es gota a gota”, explica Yenisbel Pérez Rodríguez, Jefa de Brigada.
Las toxinas del veneno del alacrán sirven para la producción de Vidatox, un producto bioterapéutico homeopático que permite mejorar la calidad de vida de las personas que padecen cáncer o cualquier otra enfermedad donde prevalezca el proceso inflamatorio, al decir de Pérez Rodríguez.
Desde hace una década el Escorpionario Cabaiguán constituye una especie de refugio temporal para los alacranes, pues solo permanecerán aquí durante dos años. Posteriormente recibirán una marca en su cuerpo de modo que no afecte su reinserción en el medio ambiente y que será la señal de que ya han permanecido en el centro.
Durante el tiempo en que los alacranes son usados por la ciencia y en favor de la salud humana, las condiciones de vida que se ofrece a los miles de ejemplares responden a lo que dicta el manual y que puede comprobarse in situ: un salón silencioso de suelo pulcro en el que entran los técnicos con ropa limpia; la temperatura oscila entre los 21 y 23 grados Celsius y se les proporciona una alimentación a partir del gusano de la mosca.
Pudiera pensarse que los alacranes son animales siempre a la defensiva, pero en su aguijón no solo se esconde su instinto de supervivencia sino también una medicina para aliviar el dolor. Al parecer ese y otros secretos motivan sobremanera a Maikel Rivas, quien insiste en que cada respuesta se ajuste estrictamente a lo pautado por la ciencia, otra demostración de que los alacranes están en buenas manos.
Me imagino en realidad no sea homeopático porque si es así ya sabemos que la dilusion es tal que no queda principio activo y por tanto es totalmente inefectivo.