La primera Marcha de las Antorchas de los estudiantes universitarios bajó la escalinata hasta la Fragua Martiana la medianoche del 27 de enero de 1953 para esperar el advenimiento del centenario del natalicio del Apóstol. Dentro de ella, una columna de 300 hombres fue comandada por Fidel Castro Ruz.
En el libro Fidel Castro Ruz, guerrillero del tiempo, el líder de la Revolución Cubana relata a la periodista y escritora Katiuska Blanco que decidieron movilizar esa noche a 300 hombres de los 1 200 que habían reclutado, y una selección de los cuales serían ese año los asaltantes al cuartel Moncada y al cuartel de Bayamo.
«Allí los organizamos en grupos de tres, conformando una columna larga que llegó desde el primer peldaño hasta arriba. Íbamos sin armas, pero bien estructurados en una columna sólida, decidida. Era la única fuerza organizada esa noche allí. Aquel día se produjo una demostración de pujanza necesaria, incluso para nuestra propia gente, que apreciaron su propia fuerza», dijo Fidel.
Coincidía entonces el centenario del natalicio del Héroe Nacional con una de las etapas más dramáticas de la vida cubana. Los crímenes cometidos por la tiranía y la persecución a los jóvenes que estaban dispuestos a cambiar el rumbo político de la Isla, se hacía cada vez más insoportable.
Frente a las injusticias de la tiranía, la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y otras organizaciones sociales comenzaron a crear condiciones para rendir tributo a un hombre que supo entregar su vida por la libertad de Cuba. Es entonces que un grupo de jóvenes dirigentes estudiantiles, entre los que se encontraban Flavio Bravo, Léster Rodríguez, Conchita Portela y Alfredo Guevara, organizan sus ideas para esperar el 28 de enero.
Alfredo Guevara sugirió que podía ser un desfile con antorchas desde la Universidad hasta la Fragua Martiana. La iniciativa prendió enseguida en el grupo.
La tiranía de Batista se negó a concederles el permiso a los jóvenes para que efectuaran la actividad. Sin embargo, la negación no logró que se acobardaran, sino que siguieron con sus propósitos y convirtieron las antorchas también en armas de defensa, colocándoles clavos, por si eran agredidos por los esbirros batistianos. El desfile en honor al Maestro no fue interrumpido por los soldados del Ejército y todos los medios tuvieron que reconocer el gran homenaje.
Ese 27 de enero partió la imponente Marcha de las Antorchas desde la escalinata hacia la Fragua Martiana, bajaron por San Lázaro hasta las calles 27 y Hospital. A la cabeza del desfile, una bandera cubana llevada por mujeres universitarias y de la segunda enseñanza. Detrás de la bandera, el ejecutivo de la feu en pleno. Las mujeres iban cogidas de brazo al frente de una multitud iluminada por las antorchas.
Cuando comenzaron a corear los gritos de: ¡Revolución!, ¡Revolución!, sobresalían las voces del grupo que seguía a Fidel como un torrente atronador, que hizo vibrar la calle e impresionar a un pueblo, que a ambos lados también con tristeza, rendía tributo en su centenario al hombre de La Edad de Oro.
Desde entonces, cada año los jóvenes universitarios realizan el patriótico ritual que hace más de medio siglo comenzó la Generación Histórica para no permitir que el Apóstol muriese en el año de su centenario. Cada aniversario de la Marcha de las Antorchas constituye una muestra del apoyo del estudiantado a la Revolución. El natalicio de José Martí es recordado por todos los cubanos frente a las dificultades acrecentadas por el férreo bloqueo impuesto por EE. UU., y este año, con el rebrote de la pandemia mundial de la COVID-19, continúa el honor a este gran hombre, por el que se iluminarán las redes sociales.
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