Arminda Petra Cruz viene conciliando el sueño cada día mejor en las últimas semanas. Hace ya algún tiempo la Universidad de Sancti Spíritus José Martí Pérez (UNISS) coopera con ella y con su núcleo familiar, en el que viven también su esposo y uno de sus dos hijos, en la tarea de terminar la célula básica de su vivienda, para lo cual recibió un subsidio por parte del Gobierno en el territorio.
En aquel espacio transformado de manera rápida por manos laboriosas, ubicado en el Camino de las Cañas, barriada de Colón, van quedando atrás las preocupaciones por el mal estado constructivo de “la antigua casita, sin condiciones ninguna, donde me moría del susto cuando venía cualquier fenómeno meteorológico”, nos cuenta la propia Petra.
A la situación del inmueble se suma también la necesidad de ayuda que precisan los moradores para realizar todo el proceso de trámites y construcción. La propietaria, de edad avanzada y salud deteriorada; sus familiares también con trastornos de salud bien complicados.
“Desde que nos dieron la tarea y visitamos el lugar prendió en nosotros un sentimiento de solidaridad con esas personas y su situación, viendo la realidad de su vivienda y de su salud, incluso la salud mental”, nos cuenta Omar Félix, uno de los directores generales de la casa de altos estudios, quien ha apoyado reiteradamente las acciones en el lugar.
Ángel Castañeda, director de inversiones de la UNISS, quien ha comandado las operaciones de ayuda a la familia, explica: “La realización del subsidio iba a comenzar en el mes de septiembre del pasado año 2020, pero se tuvo que posponer por la escasez de los materiales y las condiciones epidemiológicas del momento”.
“Luego, iniciando el mes de febrero de 2021, en virtud de la posibilidad de asignar los recursos necesarios, se volvió a convocar a nuestra institución desde el Gobierno y nos vinculamos de inmediato, brindando ayuda incondicional en la gestión de los recursos, su extracción, transportación y la construcción de la vivienda”.
“También nos vimos en la necesidad, sobre todo moral y humanista, de apoyar con la mano de obra, pues el albañil contratado no tuvo la capacidad de asumir la obra a la velocidad que se necesitaba”, continúa explicando Castañeda.
La propietaria interrumpe la conversación y con tono humilde aclara: “Ellos —refiriéndose a los trabajadores de la Universidad— han donado cosas de sus casas para que la mía salga y se pudiera terminar. Yo no me sé el nombre de todos, pero sé que uno me trajo unas bisagras de su casa y otro los tornillos para fijar el tanque de agua de la tasa del baño, porque no sé qué se hicieron los que me dieron”.
“Desde que vimos la situación conversamos entre nosotros y nos hicimos el firme propósito de terminar en tiempo, haciendo lo que fuera necesario”, nos dice Juan Pérez Carmona, albañil de la brigada de mantenimientos y reparaciones de la universidad espirituana, sin quitar los ojos de la pared que termina de pulir.
David Fábregas Noguera, el plomero de la brigada, con su camisa toda sudada, fruto de una jornada dura y agotadora no quiere quedarse callado y con voz más tierna que la de costumbre nos dice: “Estos son los casos en los que tienes que cerrar los ojos y hacer lo que haga falta. Hemos trabajado hasta los fines de semana, horas extras, días feriados, pero a esta gente no les podía llegar la temporada de lluvia sin este techo y estas paredes”.
El impulso de los últimos días ha demandado de la concurrencia de más fuerza de trabajo. Cada tramo de la ya no tan humilde casita tiene también la huella de varios espirituanos habituados a las aulas, pizarras, computadoras y libros. Cuadros, docentes y trabajadores de apoyo a la docencia han puesto sus manos en la pintura, limpieza y terminación de aquella obra colectiva de infinito amor desinteresado.
“Gracias a la Universidad hoy tengo mi casita, me siento muy feliz al igual que mi esposo e hijos, aunque conmigo vive uno solo. No tengo palabras para agradecer el gran esfuerzo y sacrificio que han hecho por mí y por mi familia”, nos dice Arminda Petra, ya casi a modo de despedida.
En sus ojos se nota que en su corazón y en el de los suyos se quedará por siempre el agradecimiento infinito a estos hombres y mujeres que le ayudaron a tener su sueño más preciado, antes que llegara la primavera.
Noble labor de este colectivo acostumbrado a cumplir misiones sociales y humanistas. Felicidades a los trabajadores y a la familia beneficiada.
Los programas de la Revolución son realmente exitosos, aunque haya algunos que se empeñen en decir lo contrario, por la participación solidaria de entidades y personas dispuestos a darle felicidad y seguridad a aquellos que lo necesitan; por eso allí en la casa de Petra estuvieron los trabajadores de la UNISS y los esfuerzos de la dirección de la universidad para que Petra y su familia tuvieran su casita lista antes de que llegue la primavera.