Excepto el susto normal que provoca su confirmación, Diasmany Palacios Rodríguez ni se enteró que la COVID-19 lo azotó y lo privó de estar en la postemporada con sus Gallos.
“Me siento bien, ni cuando di positivo me sentí nada, pues fui asintomático todo el tiempo”.
Y eso que desde que se conoció la noticia de los dos positivos de Cienfuegos se encendieron las alarmas: “Había conversado con Yusniel Ibañez en el lobby del hotel antes de entrar al restaurante, todos se asustaron, pero me tocó a mi. El director Eriel y el comisionado Nelson Ventura llegaron a la habitación en Rancho Hatuey, donde ya estábamos aislados y Eriel no hallaba cómo decirlo, yo estaba en el baño y Ventura le dijo a Luis Alberto Meneses, mi compañero de cuarto, que debía salir porque había dado positivo y entonces me lo confirmó…; me puse como loco, yo decía: pero ¿por qué si no me siento nada?, lo primero que pensé fue en los play off porque yo quería jugarlos”.
Lo llevaron al Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos y luego al de Rehabilitación: “me dieron muy buena atención en los dos lugares, se preocuparon mucho por mí y me dieron los medicamentos de la COVID-19, esos sí me dieron reacciones como fiebre, dolor de cabeza y decaimiento como unas cuatro horas. Los médicos y el psicólogo hablaban conmigo y me explicaban que como era joven y deportista, era normal que no me sintiera nada”.
Su estrés se mitigó porque” menos mal, gracias a Dios que fui el único que dio positivo en el equipo, eso sí me preocupaba”.
Lo que más afectó a Palacios fueron los síntomas de la impotencia: “Tenía la esperanza de poder estar en los play off, por eso en la habitación hacía planchas y algunas cosas, quería que prorrogaran el inicio, pero desde La Habana dijeron que no, y que yo debía esperar los 14 días del alta epidemiológica, eso sí me puso mal. Llamaba a mis compañeros y les decía: Díganle a Eriel que me ponga en la alineación, que estoy listo para jugar y se lo decía a él. La doctora me respondía: ‘No vas a poder ir’ y yo: que sí, yo sí voy.
También tuvo síntomas de desesperación de ver a los Gallos fuera de la valla. “Me afectó ver los juegos por televisión y cómo tuvimos dos partidos casi ganados y los perdimos, pero así es la pelota; no se le puede echar la culpa a nadie; no me gustó que Eriel se echara las culpas, ahí todo el mundo tiene que apoyar y poner su grano de arena, pero las cosas no salieron como pensábamos. Hay que pensar que nos pasamos como catorce días sin entrenar, sin batear en el terreno y eso sí influye, terminamos muy bien y perdimos forma, aunque el bateo se comportó bien. Enfrentamos a un Pinar del Río que estaba en plenitud de forma y no podemos quitarle el mérito, después la gente del barrio empezó a darme cuero y eso me afectaba”
Es normal. Palacios había rendido una excelente fase regular en la que compiló para 286, con 50 hits (14 dobles, un triple y un jonrón), 32 anotadas, 31 impulsadas y OBP de 345.
“Trabajé mucho la preparación física con Daniel Zerquera y el bateo con Héctor Huelga, mejoramos muchas cosas, aunque me quedan otras por mejorar. Lo único que hice fue creerme desde el principio que tenía la calidad y las condiciones para jugar en ese equipo, el director me dio la confianza y dijo en una entrevista que quien lo hiciera bien era el que iba a jugar, que no había nadie seguro. Antes de empezar la serie, estuve muy bien al bate y me dijo: ‘Vas a abrir regular en la serie’ y yo me dije: Esta oportunidad no la puedo desaprovechar, me siento bien lo mismo en primera que en los jardines”.
Y como no sintió la COVID-19, mucho menos puede hablar de secuelas y aunque la Serie 61 está bien lejos, ya reinició su preparación: “Estoy en mi casa entrenando con un profesor que tuve en mi infancia; hago pesas… Tengo metas que no las puedo adelantar, pero quiero dar un salto de calidad”.
Palacios tiene un agradecimiento especial: “A la categoría Sub-23 porque me desarrolló como pelotero con Lázaro Martínez y con Eriel. De los Juveniles a la Serie Nacional el salto es muy grande, son otros pensamientos, el pitcheo es más fuerte, muchos de los lanzadores de nivel en la Serie fueron del Sub-23 y estaban en la zona de nosotros y cuando uno los enfrenta, dice: si ya les pude batear allá, ¿por qué no hacerlo en la serie?, y eso te va dando la confianza”.
Porque la última derrota —que también siente como suya— aun le martilla, vuelve a hablar con la afición: “Le decimos al pueblo de Sancti Spíritus que entendemos su inconformidad; mucha gente me han dicho dos o tres cosas por la calle que me han molestado, hasta he discutido, pero les aseguro que tenemos equipo para seguir clasificando y estar entre los mejores de Cuba por años, el pueblo lo que quiere es la corona y vamos a seguir luchando por eso”.
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