A contracorriente, Milena Venegas tiene ya un pie o, mejor dicho, un remo en los Juegos Olímpicos de Tokio, Japón, fijados para julio próximo, tras una escabrosa travesía dentro y, sobre todo, fuera del agua.
El boleto lo logró hace unos días en Río de Janeiro en el clasificatorio de América, cuando llegó cuarta en la final A del single peso abierto, luego de remar tres veces en dos días después de un largo trayecto aéreo que la hizo cruzar medio mundo, con escala de 13 horas en Francia, hasta llegar a tierra brasileña, añadidas también las cuarentenas derivadas de los protocolos que impone la COVID-19.
Pero algo tenía claro la jatiboniquense: a Japón había que llegar a como diera lugar, después de meses y meses, más que atípicos, tormentosos. Por eso cuando se vio en la meta del lago Rodrigo de Fleitas entre el quinteto clasificado la alegría desbordó el bote. “Sentí lo más grande del mundo, es un sueño hecho realidad, después de tanto esfuerzo. En la eliminación clasificaba una sola y tenía rivales duros como la mexicana Kenia Lechuga. Cuando me vi de segunda no me maté tanto porque de la mitad de la regata en lo adelante siempre llega el aire y te golpea, y tenía que guardar fuerzas para la final de la tarde”.
Otro rival intentó también hacer aguas su objetivo: “En Cuba nos dijeron que íbamos a tener las embarcaciones de última tecnología y no fue así. Cuando llegamos nos dijeron que no habían arribado dichos botes y remé con uno de 20 kilogramos por encima de mi peso, cuando eso ocurre el bote es muy grande, no se hunde en el agua lo que tiene que hundirse y me queda muy alto, flota demasiado y no corta bien el agua; no obstante, dijimos que eso no podía ser un impedimento y había que echar para adelante.
“Además, es una pista muy impredecible, como es una bahía, entra el aire de pronto y así se dificulta el doble porque al flotar demasiado, el viento me viraba para los lados, la suerte fue que en la final había aire, pero no tanto como el habitual, y no me afectó como en el repechaje. Lo que sí salí a darlo todo”.
Y lo dio, con las fuerzas que tenía y hasta las que no, para vencer a otros “contrarios”, antes de llegar a Brasil. “Es esperanzador que haya logrado la clasificación, porque de verdad hemos tenido grandes afectaciones. Primero fueron los siete meses que estuvimos en la casa prácticamente parados y en el mundo nadie ha dejado de entrenar. Estuve enferma con COVID-19 y casi un mes sin remar, entre la enfermedad y el tratamiento. Estuve en la escuela de hockey remando en un aparato simulador de remos, pero igual nos faltaba el bote, los remos, que es lo imprescindible. Antes de venir para acá solo remé una semana y media, a lo sumo dos, y en Brasil nos contaron profesores de otros países que muchachos que les ha dado la pandemia aún no se han recuperado”.
Y se añade la falta de competencias. La última fueron los Juegos Panamericanos de Lima en el 2019, cuando obtuvo dos medallas de bronce. “Para esos juegos tuve una preparación bastante buena, aunque tuve que hacer un esfuerzo doble para hacer un peso para lo del bote, bajé 12 kilogramos, competí en el single peso ligero y competí con la misma mexicana que entrenada y todo, en Perú me sacó más tiempo que ahora. Ahora cambié para una modalidad que es muy difícil”.
Milena estará en su primera Olimpiada y su clasificación significa el regreso del remo espirituano a las citas estivales, hasta donde llegaron mujeres como Mayra González, la mejor remera cubana de todos los tiempos, y varios hombres como Hemeregildo Palacios, Troadio Delgado, Wenceslao Borroto y Horacio Cabrera.
Su boleto es el tercero que consiguen los atletas espirituanos para los Juegos Olímpicos después de los obtenidos por la tiradora Eglys De la Cruz Farfán y el canoísta Serguey Torres Madrigal, y es la número 42 de la delegación cubana.
Se concreta un sueño que hace años ni contaba en sus aspiraciones cuando en la EIDE Lino Salabarría cambió las raquetas por las paletas, hace ya unos 10 años. “Era tenista, pero hubo una reducción de matrícula y lo iban a quitar de la escuela y para no irme me cambié. No hice el cambio ni pensando en grande ni que iba a llegar adonde estoy ahora, más bien para terminar los estudios de grado 12 y eso, pero me vino bien, con sacrificio y disciplina cogí cuarto lugar en los Juegos Juveniles Nacionales y me subieron al equipo nacional”.
Y aunque la hazaña fue un autorregalo de su onomástico 24, no pudo evitar entristecerse: “Soy la única clasificada de mi deporte y me puso triste por el otro singlista que tenía también posibilidades de clasificar, pero no pudo, cualquier cosa te puede pasar en una regata. Yo misma quería haberme ganado una medalla porque uno siempre sale a darlo todo”.
Querida Elsa.
Aprovecho este articulo para felicitarte por haber sido nuevamente merecedores del Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez, cuyo reconocimiento hace justicia a una profesional como tu que durante muchos años y a cambio de muchos sacrificios, se entrega sin vacilaciones y limitaciones al importante objetivo de mantener informado a nuestro pueblo en los temas deportivos y en muchos otros temas de interés provincial y nacional.
Termino expresándote que para mi eres una verdadera guerrera en el ejercicio del periodismo escrito, radial y televisivo.
Un fuerte abrazo,
Omar Alvarez.
Y del béisbol ya no se habla?parece que dejó de ser el deporte nacional; que pena!!!!!
Y del béisbol ya no se habla?parece que dejó de ser el deporte nacional; que pena!!!!!