Ni con la piel desgajada en mil dobleces Miriam García Rementería olvidará los días vividos a partir del 12 de enero de este año. Y es que los recuerdos la acechan, pero, aun cuando prefiere no tocar el asunto, decide dialogar con Escambray sobre la COVID-19, esa enfermedad que le ha dejado un sabor amargo.
Se ajusta el nasobuco, se acaricia el pelo y emprende la conversación que sobrepasa una hora. Detalla cada paso, cada minuto vivido con el virus SARS-CoV-2, y con la mirada a veces distante expresa el dolor de haber sido uno de los seis primeros casos diagnosticados con la enfermedad en el Consejo Popular de Iguará, perteneciente al municipio de Yaguajay.
“Ese martes salí a trabajar, como de costumbre, para la Planta de Secado, Beneficio y Empaque de Granos Eduardo Lamas Díaz, a la cual pertenezco. Como a las dos de la tarde empecé con unos escalofríos raros, pero creí que era pasajero y seguí trabajando. Un poco más tarde aquel malestar se fue acrecentando hasta que comencé a tener fiebre de 38 grados.
“No me sentía catarro, mucho menos tos. No obstante, al día siguiente fui hasta el consultorio del médico de la familia, donde me auscultaron, me revisaron y no detectaron ningún problema en los pulmones. Sin embargo, al estar una compañera de trabajo ingresada en un centro de aislamiento, decidieron aislarnos a mí y a otros compañeros que presentábamos síntomas y que éramos contactos directos de ella. Ya el jueves 14 amanecí con mucho dolor en las piernas y fue ese mismo día cuando se supo que la trabajadora del lugar había resultado positiva al PCR”, cuenta Miriam.
Tras la noticia se dispararon las alarmas. De inmediato la trasladaron hasta la Playa Vitoria, uno de los centros de aislamiento del municipio destinados a la atención de casos sospechosos. “Yo pensé que me volvía loca. Lo único que hacía era pensar en mi hijo, en mi hermana, en mis compañeros de trabajo, en tanta gente… Y esos pensamientos se agravaron cuando supe que también yo era positiva al nuevo coronavirus.
“Fue entonces cuando llegamos hasta la casa de descanso del gobierno provincial para ser asistidos. Allí nos recibieron con la mejor de las atenciones y no me asombró toda esa amabilidad porque se trata de Cuba, país donde el sistema de Salud está probado. Los médicos entraban y te tomaban la presión, te auscultaban, te daban el medicamento, el desayuno…, nos llevaban hasta el agua tibia a las habitaciones. Primaban tanta preocupación y tanto amor que no hay margen a las dudas sobre la profesionalidad del personal sanitario cubano.
“Esos rostros los tengo frente a mí, aunque no los pude identificar por el ropaje que llevaban, pero les agradezco infinitamente todo el cariño que nos profesaron en medio de tanta desesperación. Si pude vencer esta enfermedad fue gracias al empuje de esas manos santas”, confiesa Miriam.
Hasta los días de hoy la China, como todos la conocen en el poblado e incluso más allá de sus fronteras, no sabe cómo pudo contagiarse. Está segura de que se cuidó y aun así este virus escurridizo llegó hasta ella. Quizás por eso sabe que no es obsesión protegerse. Ahora, con una especie de manía incurable, usa dos y hasta tres nasobucos y desinfecta constantemente sus equipos de trabajo.
“Todos los días higienizo los utensilios del laboratorio, las manillas de las puertas, los lapiceros… Trabajo con guantes y con sobrebatas similares a las que usa el personal de la Salud, y a mi casa no entro con la ropa de trabajo, me la quito y me desinfecto antes de entrar.
“Tampoco voy a casa de los vecinos, ni me acerco a los niños que me gustan tanto”, detalla esta mujer de 54 años de edad.
Han pasado seis meses desde que la China conoció de cerca el rostro de la COVID-19. Y aunque muchos se empeñan en atestiguar que el tiempo lo cura y lo borra todo, ella sabe que necesitará mucha fuerza para seguir.
En su intento de abortar el llanto cambia la mirada. Se mueve en el sillón y, con un gesto de inquietud en el rostro, alude a las secuelas que le ha dejado el coronavirus. “Me he quedado con muchos problemas circulatorios, me duelen las piernas, tengo mucho decaimiento…”, alega Miriam.
Así, asolada por padecimientos “nuevos” para ella, no quiere terminar el intercambio sin antes alertar a las personas sobre la necesidad de cuidarse. “Todavía nos falta mucha percepción del riesgo porque creemos que la enfermedad no nos va a tocar nunca. Solo nos preocupamos cuando nos pica cerca, cuando a un amigo o a un vecino se lo llevan por sospechas de contraer el virus. Tenemos que entender que la mejor vacuna es el aislamiento social y que lo más importante es protegerse”, apunta finalmente.
,Es muy sacrificado el trabajo del ejército de batas blancas de nuestro país y hacen lo.imposible por salvar las vidas de sus pacientes a todos ellos nuestras felicitaciones ,se lo merecen.Es muy cierto, esta señora le gano la pelea a la Covif gracias al esfuerzo de los profesionales de la Salud de la Provincia a ellos muestro agradecimiento..
,Es muy sacrificado el trabajo del ejército de batas blancas de nuestro país y hacen lo.imposible por salvat lss vidas de sus pacientes a todos ellos nuestras felicitaciones ,se lo metecen.Es muy cierto, a esta señora le gano la pelea a la Covif gracias al esfuerzo de los profesionales de la Salud de la Provincia a ellos muestro agradecimiento..
Me alegra que la señora halla superado el virus, pero creo que desde que ella se enfermo hasta ahora ha llovido mucho y que en estos momentos da vergüenza lo que está pasando sin ambulancias sin medicamentos sin nada, no se porque se prestan periodista y entrevistada para tratar de disfrazar la caótica situación actual.
Y sin posibilidades de mejora.
Pues sepa usted Miriam que el personal de salud es asi en todos los lugares del mundo, con la diferencia que otros sistemas de salud que tambien estan probados tienen debidamente equipado todos sus inmuebles y su personal conoce sus responsabilidades y alcances. Por ejemplo un medico nunca te suministraria el medicamento o te alcanzaria el agua tibia, para suministrar el medicamento esta la enfermera y para el agua tibia esta la instalacion de agua, si necesitas que te bañen lo hara la enfermera, la enfermera se encargara de toda tu atencion y monitoreo, no se requiere acompañante, ni llevar de la casa cubos, ventiladores, colcha, comida, cafe y demas o buscar (comprar) medicamentos en la calle para que te sean suministrados en el hospital. Tampoco hay que hacerle un regalito al doctor, ni llevarle 3 gallinas, 20 libras de frijoles o recargarle su celular. Miriam usted requiere atencion medica debido a sus secuelas de la Covid, la esta recibiendo?? En la noticia no se hace referencia a eso.
Concho Xiomara que agua fiesta tu eres. Eso es lo que tenemos y felicito a Miriam por haber salido viva de la COVID y si se lo debe al personal de la salud en Sancti Spíritus
Con orgullo cualquier médico y enfermera le alcanza al enfermo un cubo de agua caliente, o una tableta para el dolor, o las gotas de Nasalferón o le administra el interferón.
Felicidades a todo el personal de la salud.