Justo a la una de la tarde, cuando el sol estaba dando todo de sí, y después de casi cuatro horas en San Isidro, Habana Vieja, llegó el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez a Paseo, entre 11 y 13, la casona del Vedado habanero sede de la Federación de Mujeres Cubanas, lugar escogido para otro de esos diálogos que por estos días retoma el mandatario con varios actores de la sociedad cubana.
De intercambiar con líderes comunitarios en la mañana pasó a hacerlo con mujeres de un sinfín de profesiones. Días previos había estado con jóvenes, juristas, economistas, productores, religiosos y en todos se habían puesto sobre la mesa buenas y malas maneras de hacer, pero fundamentalmente propuestas para cambiar cuanto debe ser cambiado.
La cita de este jueves a la sombra de los árboles que habitan el jardín de la Federación no fue diferente, o sí: tuvo la impronta de las mujeres cubanas, líderes donde estén, resolutivas, emprendedoras. El Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista les dijo “ustedes tienen la palabra”, y ellas no desaprovecharon ni una vocal.
Hemos venido — comentó en compañía de Roberto Morales Ojeda, jefe de Organización y Política de Cuadros del Partido Comunista — para hablar “de todos los temas que nos quedan pendientes, de emancipación, de igualdad, de participación y de cualquier otro asunto que ustedes quieran abordar”.
Lo que nosotros queremos, aclaró, es que a partir de los criterios de cada uno de los sectores se enfilen las políticas públicas, ver qué cosas hay que ir perfeccionando; también con qué tareas se quedan las personas con las que estamos compartiendo y tener también una visión de lo que se está haciendo en el país, de la manera en que se está participando. La introducción duró un minuto, el diálogo volvió a rondar las tres horas y fue dirigido por la miembro del Buró Político del Partido y secretaria de la FMC, Teresa Amarelle Boué.
Para la doctora en ciencias Clotilde Proveyer Cervantes, que en más de una ocasión la voz se le cortó por la emoción del momento, las mujeres cubanas son la fortaleza de la Revolución, y esa verdad como un templo marcó todo el conversatorio. “Porque sobre las mujeres recae, por ejemplo en este tiempo de pandemia, la sobrevivencia de la sociedad, no solo en lo que aportamos cada una de nosotras en la trinchera que nos toca, sino además en la retaguardia, los cuidados de la vida cotidiana de este país que es sumamente difícil”, consideró la investigadora.
“Las cubanas somos artesanas de la cotidianidad en el país”, sentenció ante el Jefe de Estado, quien asentía todo el tiempo. Reconocer el papel de la mujer cubana, indicó luego, es indispensable para garantizar la continuidad de la Revolución. Nosotras, precisamente por la estructura patriarcal que aún tenemos y contra la cual debemos seguir luchando, somos las que llevamos sobre nuestros hombros la educación de los hijos, por tanto somos transmisoras de valores y principios.
La especialista refirió cómo la FMC ha acudido a las ciencias sociales y ha escuchado a las expertas. Las científicas sociales no hemos sido complacientes porque creemos que la manera de poder mejorar la Revolución no es haciendo alarde de complacencia, sino buscando dónde están las deficiencias que tenemos para mejorar la realidad.
También se escuchó la voz de Lizette Vila, documentalista y directora del Proyecto Palomas, casa productora, dijo, para el activismo social, donde la creación artística se torna creación humana. Según explicó, durante años se han dedicado a registrar historias de vida de hombres y mujeres, que muchas veces no tienen la promoción necesaria en los medios de comunicación. De ahí su reclamo para hacer más visibles otras realidades cotidianas, en las que no se satisfacen todos los derechos.
Lizette le habló al Presidente también de la necesidad de utilizar el lenguaje de género desde los espacios de decisión hasta en los medios de comunicación. Es la expresión, dijo, de la deseada equidad.
Con menos años sobre sus espaldas, Laura Rodríguez, estudiante de la CUJAE, contó de sus recientes experiencias en los barrios habaneros como parte de la transformación que en ellos se ha iniciado, y donde ha podido relacionarse con madres adolescentes y otras que no tienen con quien dejar sus hijos para poder trabajar, familias numerosas, personas en desventaja económica. Hay que aterrizar, opinó, el Programa Nacional para el Adelanto a la Mujeres en Cuba a esas comunidades.
Díaz-Canel se refirió también al rescate de programas sociales que tuvimos en otros momentos con otra dimensión; volver al trabajo con las familias que tienen grietas formativas, que quedan en desventaja económica y social; ir con un razonamiento inteligente y movilizador; que no haya ningún niño ni ningún joven desvinculado del estudio o del trabajo; alejarlos de situaciones que los puedan llevar a delinquir.
El Jefe de Estado apostó por articular el trabajo comunitario, traer a la contemporaneidad muchas de las experiencias puestas en práctica por Vilma Espín y también por el Comandante en Jefe con la Batalla de Ideas, de manera renovada para transformar los problemas que se nos han acumulado y evitar que nos vuelvan a ocurrir.
Desde las ciencias, aportó sus experiencias Dagmar García, una de las creadoras de la vacuna Soberana, para quien las mujeres en su sector están bien posicionadas: superan el 62% de su fuerza. ¿Limitantes? claro que las hay y mencionó el acceso al círculo infantil para las madres trabajadoras que a veces demora y el cuidado de los adultos mayores que recae sobre muchas mujeres científicas en plenitud laboral.
Malú Cano Valladares, coordinadora nacional de la Red de Personas Trans, Parejas y Familias (TransCuba) narró cómo desde hace más de 20 años el Ministerio de Salud Pública y el CENESEX les abrieron sus puertas para el activismo por los derechos sexuales y la salud. Estar aquí, reflexionó, es muestra del reconocimiento hacia nosotros.
Malú propuso al Presidente un encuentro particular con la red que coordina para hablar de problemas en nuestras familias, de la educación y de otros temas que nos afectan, dijo. “Nos vamos a ver”, respondió el Presidente y le comentó sobre el nuevo Código de las Familias, más inclusivo, avanzado, moderno, donde se reconoce la diversidad de Cuba.
En excelentes intervenciones, varias federadas mencionaron la urgencia de no callar la verdad de la Revolución en las redes sociales, el papel preventivo de la Policía Nacional Revolucionaria, la educación en valores, la necesidad de reconocer la heterogeneidad de Cuba, los proyectos para la producción de alimentos liderados por mujeres y la profundización de los espacios para dialogar en una Revolución que se ha construido, precisamente, sobre la base del diálogo.
Muy sentida fueron las palabras de Teresa de Jesús Fernández, filóloga y coordinadora nacional de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales, quien habló de decencia, de formar buenos seres humanos, de que los niños crezcan sin prejuicios, porque si hay algo que atenta contra la dignidad de los seres humanos son precisamente los prejuicios. Se trata, apuntó, de crear una sociedad para todos con justicia humanista.
Del consejo popular Colón, en Centro Habana, y de La Güinera, en Arroyo Naranjo, también estuvieron junto al Presidente en la sede de la FMC, Pilar e Ileana, mujeres con historias de vida sorprendentes, nacidas en el andar por sus barrios. Las dos hablaron de la impronta de Fidel que dura hasta hoy, de la continuidad que vislumbran en Díaz-Canel, y de los desafíos en las comunidades donde militan.
Ponerle corazón a las cosas, dijo Pilar, es trabajar todos los días desde el amanecer. Y sí que amanece esta guerrera que a las cuatro de la mañana ya está empujando la vida.
Para Ileana, que vivió y aún sufre los disturbios del 12 de julio en su barrio, ahora se trata de sumar, no de restar. En mi comunidad viven personas maravillosas, aclaró como queriendo borrar de un tirón la imagen que trascendió aquel lunes aciago sobre su lugar favorito: la Güinera.
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