Nancy, la enfermera de las manos de seda

Con su uniforme blanco, ese que la acompaña desde hace décadas y la identifica como la “seño” que regala amor y cariño a sus pacientes en el Consultorio No. 30 del área sur, se presentó ante una representación de sus vecinos esta espirituana residente en el barrio de Jesús María de la ciudad cabecera provincial, para recibir el modesto pero merecido homenaje de los Comités de Defensa de la Revolución y de la Federación de Mujeres Cubanas.

Y aunque un diploma quizás no sea suficiente para recoger la extensa obra desarrollada durante los 17 meses de lucha contra la COVID-19, para Nancy Valle Huelga, ese papel recoge todo el sentir de la mayor organización de masas del país a la cual pertenece desde que arribó a los 14 años y en la que ha desempeñado varios cargos hasta convertirse en la presidenta del CDR de su cuadra.

Con lágrimas en los ojos se le vio mientras leían la reseña de su trayectoria laboral y social, pero debajo de esa careta de acrílico que usa para protegerse del virus, ella respira sabiduría y entrega, mientras trasmite frases de agradecimiento a los allí presentes.

De Nancy hablaron también los vecinos, quienes coincidieron en reconocer su entrega, las horas de desvelo en cada tarea que le ha tocado desempeñar, la forma afable y bondadosa conque asiste al enfermo del barrio, en el momento y la hora que lo necesiten, incluso de las múltiples ocasiones en que le ha tocado estar en centros de aislamiento brindando aliento a los enfermos de COVID-19 y ahora en el apoyo al proceso de vacunación.

“Ella tiene manos de seda”, decían algunos al referirse a la forma en que vacuna a la población, o sobre el trato que prodiga a los enfermos dentro o fuera de cualquier institución sanitariaOtros apuntaban: “Es incansable, dedicada y cuando se habla del cumplimiento del deber deja atrás sus compromisos domésticos porque para la “seño” lo primero es la salud de las personas”.

Con un nudo en la garganta contó anécdotas buenas y tristes de la experiencia vivida en estos 17 meses de pandemia, habló que le ha tocado despedir a un fallecido como si fuera su propio familiar, también ha vivido la satisfacción de darle el adiós victorioso a otros que sobrevivieron a la pandemia, momento gratificante al saber que el esfuerzo del personal de la salud y de quienes los apoyan en esta lucha, no fue en vano.

Prácticamente con un diplomado en COVID-19, Nancy, la Licenciada en Enfermería, es hoy un ejemplo de altruismo, quizás por ello hasta los indígenas de una aldea de Guatemala que tuvieron el privilegio de contar con su asistencia sanitaria, la recuerden por muchos años.