Aunque estaba prevista por la historia de su misma fecha de fundación, 17 años atrás, por iniciativa de Fidel Castro y Hugo Chávez, la celebración este 14 de diciembre en La Habana de la XX Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), a solo cuatro días de finalizar en Washington la cacareada Cumbre por la Democracia concebida por Joe Biden, redobla su importancia y simbolismo al reiterar principios y trazar nuevos caminos para la amistad y solidaridad frente a la hostilidad del imperio.
Esta Cumbre del ALBA vino entonces como anillo al dedo por su coyuntura política y vigencia para reiterar sus principios fundacionales, basados en el pensamiento latinoamericanista de Simón Bolívar y José Martí, sus originales inspiradores, de cuyo acerbo bebieron Fidel y Chávez a la hora de concebir una entidad que, al decir del Presidente venezolano Nicolás Maduro, es una organización de iguales: “(…) aquí somos hermanos, aquí no hay poderosos que dominan a los débiles. El ALBA es la casa de la unión, de los iguales, la casa de los sueños grandes”.
Ocurrió que, aunque nadie se lo propuso en particular, ha sido el mismo desarrollo de los acontecimientos con el ataque redoblado de Estados Unidos contra pueblos y gobiernos de la región y el azote combinado de la presente pandemia de covid los dos factores que más centraron la atención en un cónclave encaminado a pasar balance al camino recorrido y a potenciar la amistad, la solidaridad y los esfuerzos integradores del grupo de 10 países que conforman la Alianza, de cara al presente y el futuro, cuyas puertas están abiertas para todo el que se acoja a sus nobles propósitos.
Bajo estos presupuestos se celebró esta Cumbre, que transcurrió en un momento de avances políticos progresistas en el subcontinente, como han sido la derrota de los intentos desestabilizadores en Bolivia y las inobjetables victorias del pueblo venezolano en las recientes elecciones regionales y del nicaragüense en las presidenciales que ratificaron en el poder al líder histórico sandinista Daniel Ortega Saavedra.
Éxitos también que precedieron esta cita ha sido la reincorporación de Santa Lucía como miembro pleno de la Alianza y la victoria en las elecciones hondureñas de Xiomara Castro, primera mujer en ser electa para tan alto cargo en esa república centroamericana que fue miembro del ALBA hasta 2009 cuando su esposo, el entonces presidente Manuel Zelaya Rosales, fue derrocado por un golpe de estado que tuvo el apoyo velado de Washington.
A todos estos prometedores sucesos se refirió el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez en su discurso inaugural, en el cual dejó bien en claro el oportunismo criminal de Estados Unidos, que ha utilizado la enorme presión política y económica generada por la pandemia para incrementar sus políticas injerencistas y expoliadoras en este continente y en el mundo, en lugar de utilizar su enorme peso a nivel planetario para contribuir eficazmente a combatirla.
Para esa coyuntura parece estar hecha la frase de Díaz-Canel cuando defendió los gobiernos de democracia participativa existentes en los países del ALBA y expresó: “Nuestras democracias no basan sus fuerzas en el poder del dinero o las armas. Quienes hemos nucleado nuestras energías y potencialidades en torno al ALBA-TCP no cabemos en los moldes diseñados por el imperio para sus súbditos o sus cómplices”.
A este planteamiento siguió una serie de sólidos argumentos del Presidente que demuestran por qué el gobierno de los Estados Unidos está muy lejos de constituir la democracia que alega ser y su comportamiento es, por el contrario, violatorio de los principios y las leyes internacionales acerca de la convivencia entre naciones.
En términos similares se expresó Nicolás Maduro cuando abundó sobre las tropelías imperiales en esta y en otras partes del mundo y señaló a propósito: “Pasará mucho tiempo antes de que ocurran cambios profundos en la visión estadounidense —pues— siguen viéndonos como el patio trasero, es la doctrina Monroe la que se impone cuando toman decisiones sobre nuestros países”, afirmó.
En lo referido a la labor inmediata del ALBA, Díaz-Canel y Maduro coincidieron en lo imperativo de concentrar esfuerzos en las direcciones priorizadas como son el desarrollo económico, la alimentación y la salud de nuestros pueblos, para lo cual, subrayó el mandatario venezolano, se dan las condiciones si se utilizan plenamente las estructuras monetario-financieras y crediticias como el Banco del ALBA.“Les pediría que hiciéramos un esfuerzo superior para un plan integral de desarrollo económico, financiero, comercial”, acotó.
Contundentes también fueron las palabras del Presidente nicaragüense Daniel Ortega, tercero en usar de la palabra, quien, luego de elogiar los esfuerzos de los padres fundadores de la Alianza y su exitoso bregar a contracorriente del imperio, manifestó: “Predican la paz y practican la guerra. Predican el antiterrorismo y practican el terrorismo de estado”. Luego comentó cuánto ha impactado esa política cínica en nuestra región. “Contra Cuba, contra Venezuela, contra Nicaragua, contra Bolivia”, apuntó.
Prácticamente todos los jefes de estado o gobierno presentes elogiaron el exitoso programa cubano de vacunas anticovid, sin parangón en el planeta para un país pequeño y bloqueado y expresaron su satisfacción por la ayuda recibida desde la perla antillana, agradecimientos que Díaz-Canel reciprocó al reconocer a su vez la importancia de la solidaridad con Cuba en los momentos más críticos de la pandemia, al tiempo que aseguró a los presentes la colaboración cubana en este y otros campos, de acuerdo con sus posibilidades.
Emotiva también resultó la intervención del Presidente de Bolivia, Luis Arce, quien señaló que su país es uno de los mejores ejemplos de cuánto significa el ALBA-TCP. Luego de encomiar el apoyo a su patria del ente grannnacional, el dignatario boliviano pidió disculpas en nombre de su país a los médicos cubanos que fueron maltratados por las autoridades golpistas a raíz de apoderase del poder y forzar la renuncia del entonces Presidente constitucional Evo Morales Ayma.
En nombre del gobierno de Santa Lucía, de regreso al ALBA-TCP en esta Cumbre, el canciller Alva Romanus Baptiste llamó la atención sobre los problemas que impidieron el éxito de proyectos de cooperación iniciados con Venezuela. Baptiste apuntó que “podría estar 40 horas hablando sobre los beneficios de la ALBA-TCP, pero el mejor homenaje a los comandantes fundadores, Fidel y Chávez, es dedicarles todas las energías de nuestras vidas. Solo queda decir: la lucha continúa. Hasta la victoria siempre”.
Esa fue la tónica de esta magna reunión que sí contó con una Declaración final, por demás amplia, detallada y firme en sus términos, la cual traza una clara línea de principios al incluir acuerdos de concertación política y un plan de acción en lo económico para la cooperación en diversos campos que refrenda su rumbo independiente, por la integración, el progreso y contra la injerencia de Estados Unidos en este continente.
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