Las grandes hazañas del pueblo cubano en Revolución, como Girón, la Crisis de Octubre y el final victorioso de la Operación Carlota (1975-1991), tuvieron tal significado y su repercusión fue tan grande que forman parte del arsenal patriótico e internacionalista de la patria de Martí y Fidel, algo sin parangón en la historia del mundo.
Fiel a su legado histórico, Cuba no esperó a terminar su epopeya africana ni finalizar el proceso de repatriación de sus tropas de Angola para devolver a la patria y a sus familias los restos de los 2 289 combatientes caídos bajo otros cielos en defensa de la soberanía de países hermanos o trabajando por su educación, cultura y desarrollo, y por ello organizó y llevó a efecto la Operación Tributo, culminada con todo éxito el 7 de diciembre de 1989 en toda la nación.
Ese día, cuando se cumplían 93 años de la caída gloriosa del Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales y su ayudante, el capitán espirituano Francisco Panchito Gómez Toro, se efectuó en El Cacahual —lugar de veneración que guarda sus restos gloriosos—, la ceremonia nacional de homenaje e inhumación de los caídos en misión internacionalista, presidida por el Comandante en Jefe Fidel Castro, la cual fue simultaneada a esa misma hora con actos similares en cada uno de los 169 municipios del país.
Desde entonces, cada 7 de diciembre el pueblo acude a los camposantos a lo largo y ancho de la isla para rendir homenaje a los mártires atesorados en los panteones de los caídos por la defensa y recordar a Maceo y Panchito en esa fecha asumida como luto nacional por cada cubano y cubana dignos.
DE LA OPERACIÓN CARLOTA A LA OPERACIÓN TRIBUTO
La génesis de la Operación Tributo se remonta al 5 de noviembre de 1975, cuando por solicitud de la dirección del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), la dirección del Partido Comunista de Cuba decidió enviar con toda urgencia una formación de tropas especiales para frenar el avance hacia Luanda de una coalición de tropas sudafricanas, de Zaire y de las organizaciones fantoches UNITA y FNLA cuyo objetivo era impedir la declaración de independencia de Angola programada para el 11 de noviembre de ese año.
Se iniciaba así la Operación Carlota de ayuda internacionalista de Cuba al hermano país africano, la cual duraría 15 años, pues aunque las primeras unidades cubanas enviadas allí lograron su objetivo de ayudar a rechazar de las proximidades de la capital angolana a las tropas sudafricanas y de la UNITA que se aproximaban por el sur, y a las del FLEC (separatistas cabindeños), Zaire y el FNLA que avanzaban por el norte y nordeste, aquella situación derivó en una larga guerra civil espoleada por Sudáfrica, Estados Unidos e Israel.
En contraste con su discurso de alarde democrático, Estados Unidos estuvo detrás del régimen racista sudafricano en sus constantes agresiones a la nueva nación, prestándole todo tipo de ayuda en violación de las resoluciones de la ONU que proscribían el apartheid y llamaban a adoptar sanciones contra Pretoria por sus violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Fue necesario un esfuerzo excepcional por parte de la pequeña Cuba a lo largo de tres lustros y del pueblo angolano para vencer definitivamente a los sudafricanos y sus títeres nativos y llevarlos a la mesa de negociaciones.
Finalmente, en diciembre de 1988 se alcanzó, con el auspicio de la ONU, el Acuerdo Trilateral de Nueva York entre Angola, Cuba y Sudáfrica, mediante el cual se pactó la independencia de Namibia y el compromiso sudafricano de no apoyar más a la UNITA, lo que significó tácitamente la aceptación de la derrota por Pretoria, que no tardó en verse presionada tras la debacle a formar un gobierno provisional, sacar de la cárcel al líder del Partido del Congreso Nacional Africano, Nelson Mandela —en prisión desde hacía casi 30 años—, legalizar esa agrupación política y luego convocar a elecciones que ganaría el mítico luchador por los derechos civiles en su país.
Cuba y Angola, por su parte, suscribieron un convenio bilateral para la retirada de las tropas cubanas que en ese momento sumaban 52 000 hombres. Poco después, ya en 1989, una vez establecidas las premisas de la paz, se dieron las condiciones para traer de vuelta a la patria a los 2 016 compatriotas caídos en Angola, para entregarlos a sus familiares y honrarlos, junto a los 160 que perecieron en Etiopía y a los 113 fallecidos en otros países, como parte del esfuerzo bautizado como Operación Tributo.
Por el momento en que se desarrolló, la Operación Tributo fue, además, el símbolo de una época que se cerraba y otra más compleja aún que se abría en el azaroso camino de la Revolución cubana, pues coincidió con el derrumbe del campo socialista europeo y la descomposición de la URSS, lo que dio lugar en la isla al inicio del llamado Período Especial en tiempo de paz que tantas vicisitudes traería a los cubanos.
Como ha dicho alguien, en las nuevas circunstancias Cuba tenía que reagrupar las fuerzas para una nueva batalla en la cual su principal misión internacionalista y el mejor servicio al movimiento revolucionario en América Latina y el mundo ha sido defenderse a sí misma y preservar su independencia y el socialismo.
A pesar de los 32 años transcurridos desde aquel inolvidable 7 de diciembre de 1989, Cuba no olvida a sus mártires internacionalistas, de los cuales 119 eran espirituanos, como no olvida el dolor punzante de madres y padres, de los hijos, hermanos, esposas y amigos que los vieron partir en plenitud de facultades para arriesgar y dar sus vidas por la libertad y el progreso de otros pueblos. Hacia ellos nuestra admiración y gratitud.
historia Gloriosa la de nuestro pueblo.