Ramón Conrado López es el primer trinitario en alcanzar el Título Honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba. De manos del Presidente Miguel Díaz- Canel Bermúdez, recibió la estrella de oro y el diploma que lo acredita, junto a otros 12 valiosos compañeros de los más diversos oficios y profesiones.
Desde el restaurante Manaca Iznaga viajó hasta La Habana para lucir en su pecho la más alta condecoración de los trabajadores cubanos. Le acompañaron su modestia, consagración y ese sentido de pertenencia que le conducen —aun en los días de descanso– a la casona asentada en el Valle de los Ingenios, donde combina, con igual maestría, un Cuba Libre y las leyendas de amor de los dueños de la otrora hacienda.
Más de 30 años de labor en uno de los centros pertenecientes a la Sucursal Palmares Sancti Spíritus le devuelven no pocas recompensas y vivencias como la de haber recorrido en autobús la ciudad de Milán, en Italia, para contar la verdad sobre los Cinco Héroes prisioneros injustamente durante varios años en Estados Unidos y crear un Comité de Solidaridad en el restaurante trinitario que contribuyó a sumar a hombres y mujeres al reclamo mundial por su liberación.
Es que a Ramón Conrado lo definen las causas nobles, por ello no escatima en aportar de su propina a programas tan sensibles como la lucha contra el cáncer, o llegar con golosinas y equipos hasta el hospital pediátrico de Trinidad, o a una escuela; tampoco dudó en extender el brazo y compartir su sangre, participar en trabajos voluntarios, y sin proponérselo, ser líder en la comunidad que lo reconoce también como delegado de su circunscripción.
En gesto de gratitud a Fidel Castro, que “conquistó para los cubanos el sistema más justo y humano posibles”, entrega desde hace muchos años el salario correspondiente al mes de agosto como día de haber y en coincidencia con el cumpleaños del Comandante en Jefe, expresión, además, de la valía de los trabajadores de un sector decisivo para la economía del país y de la provincia espirituana.
La honradez, la honestidad y la ética en el trabajo Conrado las defiende como principios esenciales de un cubano y que no lo hicieron vacilar cuando encontró la cartera de un turista noruego “con cerca de 3 000 euros, tarjetas y una moderna cámara fotográfica” en medio del asombro del cliente y el aplauso de sus compañeros. “Es la mejor enseñanza para mis hijos, son siete y me esfuerzo por ser un padre excelente para ellos.
“Nunca he trabajado para premios y reconocimientos”, confiesa en todas las entrevistas este guajiro de Limones Cantero devenido cantinero, pero cuando le vimos en el salón El Laguito en La Habana, reconocimos al compañero que atesora las medallas Elpidio Sosa, la Jesús Menéndez y la Lázaro Peña de primer y segundo grados, al militante comunista, al dirigente sindical, al hombre que le late fuerte el pecho coronado —como se merece— con una estrella de oro.
Felicitaciones a Ramón Conrado por su altruismo y entrega diaria. Es un ejemplo a imitar y seguir.