En su condición de fundadores del Ejército Central, varios integrantes de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en la provincia de Sancti Spíritus rememoraron el surgimiento de esa agrupación armada el 4 de abril de 1961.
Entre anécdotas y recuerdos, estos protagonistas de hechos históricos narraron cómo el Ejército Central (el primero constituido en el país hace 60 años), al igual que el Occidental y el Oriental, se inscribió en el proceso de creación y fortalecimiento del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, constituido el 16 de octubre de 1959.
El coronel (r) José Ignacio Surí Morera evocó que de acuerdo con informaciones de la inteligencia militar cubana, se presumía una agresión mercenaria orquestada por el gobierno de Estados Unidos a inicios de 1961 para derrotar a la joven Revolución, porque los adversarios de esta no se conformaron con ese triunfo del pueblo.
Varias estructuras de tropas revolucionarias que luchaban en las montañas del Escambray contra alzados en esa zona, se movilizaron hacia Trinidad porque se apreciaba que por la costa de esa región ocurría el desembarco enemigo, teniendo en cuenta que sería apoyado por las bandas contrarrevolucionarias que operaban en esos parajes.
Esa situación, acotó Surí Morera, hizo que el batallón en que me encontraba en esos momentos permaneciera en estado de alerta cerca de Trinidad; pero el ataque ocurrió 13 días después de fundado el Ejército Central por Playa Girón, al sur de la actual provincia de Matanzas.
No pude estar en el bautizo de fuego de mi ejército, pero desde mi puesto de combate fui uno de los iniciadores de aquella fuerza militar, de lo cual me siento orgulloso, acotó este coronel de la reserva, quien se jubiló en 1990 en la Academia Superior de las FAR Máximo Gómez, donde ocupaba el cargo de jefe de la cátedra de inteligencia militar.
El coronel (r) Ángel Moreno Urquiza, aseguró que para él la permanencia en las fuerzas armadas constituyó una escuela en la formación de su carácter y espíritu revolucionario, y le permitió adquirir conocimientos militares y mayor conciencia en la necesidad de preservar a toda costa la Revolución cubana.
Otros combatientes también relataron su participación en la lucha armada desde el Ejército Rebelde y las Milicias Nacionales Revolucionarias, y pusieron ejemplos conmovedores de aquellos días, entre ellos, el de algunos adolescentes que no podían con el fusil M-52, y entonces fueron armados con subametralladoras llamadas metralletas para combatir al enemigo en la Lucha Contra Bandidos.
En todas las intervenciones se puso de manifiesto el entusiasmo con que se cumplieron las misiones combativas, al igual que las de apoyo a tareas de la economía, con preponderancia en las denominadas zafras del pueblo y la producción de alimentos.
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