Desplegar todos los recursos de que se disponga desde el punto de vista emocional para ser resilientes ante la pandemia; mantener la serenidad, no desesperarse. Se dice fácil, pero no se consigue del mismo modo con que se enuncia. No si alrededor las personas enferman y mueren, muchas veces dentro del propio seno familiar, o de la vecindad, o del colectivo de trabajo. No si quien está llamado a ser resiliente padece o padeció la covid y sufre de serias secuelas.
Durante más de año y medio nos hemos adaptado a escuchar partes y más partes, reflexiones y más reflexiones, números y más números. Lo que ha predominado en los medios de comunicación masiva, nacionales y provinciales, son elementos relacionados con quienes enferman o fallecen. De manera significativa y contraproducente, han escaseado los mensajes y consideraciones dirigidos a las personas sanas, o a quienes vencieron la enfermedad, pero necesitan saber cómo conducirse e interactuar con el resto de la ciudadanía.
Los especialistas de la Sicología no dudan en formular un grupo de consejos elementales, cuyo hilo conductor es la necesidad de mantener conductas equilibradas, que se traduzcan en acciones enfiladas a preservar la salud mental de los adultos y, en particular, de niños y ancianos, tan sensibles a cambios de ambientes o rutinas y, en el último caso, proclives a la depresión.
Alimentarse correctamente y en los horarios establecidos, practicar técnicas de relajación, ingerir abundante agua, realizar ejercicios físicos, respetar los espacios de cada quien y organizar actividades que ayuden a la distracción (música, lectura, juegos pasivos, conversaciones agradables) son algunos de los tips que se leen o se escuchan en diferentes publicaciones como fórmulas para fortalecer los sistemas nervioso e inmunológico ante la adversidad.
Particularmente en lo relativo a los infantes, se insiste en el imperativo de no abusar de los medios audiovisuales, sobre todo a la hora del sueño —ya que despabilan y favorecen el insomnio—, así como de mantener un trato cordial y respetuoso hacia ellos, evitando los gritos y otras formas de violencia.
“Se debe sobrellevar con calma, inteligencia y buena disposición la cuarentena; hay que lograr un manejo correcto del estrés”, subrayan los sicólogos. Al indicarlo toman en cuenta lo atípico de la actual situación, calificada como de desastre planetario, y en la que no ayudan el pánico, la negatividad, el egoísmo o la resignación que se instala, a veces, cuando se cree perdido el combate contra un enemigo minúsculo que ha obligado a desplegar políticas y estrategias jamás imaginadas.
Expertos del territorio han subrayado las enormes ventajas de mantener viva la esperanza y confiar en las medidas de autoprotección, toda vez que se ha demostrado la posibilidad de convivir con individuos enfermos sin enfermar.
Las conductas correctas y responsables generan tranquilidad, menos estrés, sostienen. Y recalcan la correlación entre un cuerpo sano y una mente sana, lo cual implica nervios fortalecidos y mayor bienestar para el organismo. La clave está en conseguirlo en el reducido espacio de un hogar, del cual se ha estado privado de salir durante largos períodos de tiempo, porque las medidas a nivel de sociedad han llevado a ello.
La realidad de numerosos países fuertemente azotados por la covid se ha encargado de poner las cartas sobre la mesa: es preciso seguir adelante, comunicarse activamente, regresar a la vida en sociedad, aprender a vivir en circunstancias diferentes a las de antes de la pandemia. Es preciso, también, adaptarse a nuevas normas, como un menor intercambio de abrazos y de saludos con las manos, y reuniones grupales más reducidas, sobre todo si transcurren en espacios cerrados.
También se recuerda la necesidad de evitar el consumo de alcohol y otros productos que actúan como drogas, y se aconseja, a nivel social, participar, en la medida de lo posible, en alguna iniciativa comunitaria o de ayuda grupal. Afortunadamente, existen en nuestro territorio numerosas muestras de solidaridad y desprendimiento estimuladas tanto de forma personal como a través de las redes sociales de Internet, de las que salen fortalecidos quienes hacen el bien y también aquellos que lo reciben.
Se insiste, asimismo, en lo conveniente de pensar de manera realista, no anticipar consecuencias, valorar el riesgo en su justa medida a partir de una información clara, oficial y segura, y generar expectativas positivas para el futuro. Evitar la exposición excesiva a información sobre la enfermedad, con toda la carga negativa que ello puede traer consigo, es otra de las recomendaciones de los especialistas.
Si bien la nación continúa en una etapa compleja de esta crisis pandémica, también es cierto que en las últimas semanas se han producido señales de mejoría en la situación epidemiológica. El incremento diario de los niveles de personas vacunadas y la reducción en los números de nuevos casos de enfermos y de fallecidos son, a no dudarlo, avances de una luz al final del túnel. Aprendamos a visualizar esa luz incluso antes de que aparezca y podremos, con un actuar correcto, acercarla a nuestras vidas.
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