Cuando Nelson Beltrán González, chofer del carro 716 perteneciente a la Base de Ómnibus Urbanos de Sancti Spíritus, sale a manejar, más bien parece un cosmonauta que un transportista. Enfundado en un traje sanitario que le entregan en el área de salud a la que lo vinculan cada día, recorre las direcciones de las viviendas asignadas para recoger a las personas sospechosas o confirmadas de portar la covid, y en otras ocasiones para trasladar al personal médico hacia los centros asistenciales o de aislamiento, altísima responsabilidad frente a esta agresiva pandemia.
Y es que para este hombre de 57 años de edad el enfrentamiento a la covid no es mera consigna, sino un hecho real y doloroso. “No puedo precisar a cuántos he trasladado en todos estos meses, —dice con orgullo—, ni siquiera los viajes realizados o los lugares a los que he tenido que llegar. Hace unos días, pasadas las doce de la noche, regresaba solo de Bernal 5, luego de dejar a una anciana que había salido de un centro de aislamiento, a la cual tuve que ayudar a bajar sus pertenencias, pero con anterioridad dejé a otros en Tuinucú, Zaza, Taguasco y Jatibonico, esa es nuestra misión y la hacemos con mucho cuidado”.
COLOSAL DESEMPEÑO
Tal parece que con las limitaciones de movilidad y el cese del servicio urbano los carros destinados a esta actividad estuvieran guardaditos para cuando el territorio regrese a la nueva normalidad, pero nada de eso. En la Unidad Empresarial de Base Transporte, radicada en la zona Viento Negro, en Sancti Spíritus, es constante el quehacer de choferes de ómnibus, el controlador, el responsable de tráfico, los mecánicos, electricistas, torneros, fregadores o cualquier otro personal de apoyo a la actividad, porque sin ellos resultaría imposible garantizar el traslado de personal en tiempos de pandemia.
José Orellana Vidal, director de la UEBT Ómnibus Urbanos de Sancti Spíritus, explica a Escambray que mensualmente los carros realizan unos 4 000 viajes y trasladan a más de 15 500 viajeros como parte del enfrentamiento a la covid.
“Los transportistas estamos en cualquier parte —apunta Orellana—, desde esta base parten diariamente equipos hacia diversos territorios urbanos y comunidades rurales. También apoyamos a otros municipios, como ahora, que prestamos servicio en Jatibonico por el incremento de casos que experimenta, y todo ello sin tener activos la totalidad de los carros porque cerca del 50 por ciento están parados por falta de baterías y algunos por neumáticos, debido a la situación económica por la que atraviesa el país”.
Luis Alberto Echemendía Triana, el único fregador de la base, un joven con más de 18 años de experiencia y una voluntad de acero, se encarga de la limpieza de cada equipo que regresa a la base tras concluir su recorrido.
“Aquí no se habla de horario —asegura— porque uno nunca sabe a qué hora llegará el carro que está de servicio, yo solo sé que me toca limpiarlos bien por dentro y por fuera con cloro, detergente, una manguera a presión, escoba y mucho trapo, solo después de esta higienización me puedo ir a descansar, casi siempre me coge aquí la madrugada y al amanecer ya estoy de vuelta”.
ENTRE INVENTIVAS Y VOLUNTADES
En el área del Taller de Mecánica, Francisco Ramón Contreras Zúñiga no se presenta como el jefe que es, sino como el mecánico que lleva dentro, del cual no se puede librar.
Sus manos engrasadas lo delatan; un carro espera para ser reparado, mientras otros obreros aportan ideas, posibles soluciones, inventivas, pero a Zúñiga le sale por los poros la sabiduría de 30 años envuelto en asuntos de mecánica.
“De mi papá heredé ese don y, aunque llevo años dirigiendo esta tropa, no me siento cómodo si no meto las manos en la grasa, si no le pongo el alma a cada rotura para que se solucione, mucho más ahora que nos enfrentamos a tantas limitaciones y esos carros necesitan salir rodando para asegurar los servicios que demanda esta pandemia”.
Así sucede con todos en la Base de Ómnibus de Sancti Spíritus, donde en cada miembro del colectivo se palpa sabiduría y responsabilidad, donde los choferes que tienen los carros parados apoyan la labor de los puntos en fronteras y hacen guardias en vacunatorios o centros de aislamiento. En ellos está presente ese temple que manifiestan los que dejan a un lado la familia y se meten en un traje verde o blanco para desandar caminos, buenos o malos, a cualquier hora del día o la noche, como fieles salvadores al timón.
A la cra periodista. Q bueno hubiese sido, para redondear su artìculo, q lo hubiese ilustrado con el salario q devenga uno de esos transportistas de òmnibus, taxis, motorolas, con el que devenga un mèdico en «zona roja».