Están a la que se cae. Solo bastó que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), de México, autorizara la aplicación para uso de emergencia de la vacuna cubana Abdala, y de inmediato las plataformas digitales que no ven con buenos ojos a la Revolución comenzaron a envenenar a las audiencias.
Ante la creciente espiral de reportes que intentan desacreditar el inmunógeno, diseñado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, el Presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), no anduvo con circunloquios y rechazó categóricamente la politización de los temas de salud y las críticas formuladas a la vacuna anticovid Abdala, primera de su tipo en América Latina y el Caribe.
La postura de López Obrador se sustenta en un razonamiento lógico: la salud debe estar por encima de cualquier ideología, tal como reflexionó el Jefe de Estado. Asimismo, no debe olvidarse que la certificación del fármaco por la autoridad regulatoria mexicana partió de un acucioso proceso de investigación.
Con el único compromiso de contribuir al bienestar de los mexicanos, la Cofepris expuso en un comunicado que Abdala cumple con tres requisitos esenciales: calidad, seguridad y eficacia.
Ahora bien, ¿por qué tanta alharaca en torno a la determinación de los expertos de México? Habría que exponer, al menos, dos razones, esgrimidas por el diario español El País, de casta anticubana por los siglos de los siglos.
En primer lugar, la mencionada comisión es una entidad regulatoria de prestigio, reconocida por la Organización Panamericana de la Salud. Y como admite el periódico ibérico, el visto bueno dado a la administración de dicha vacuna abre las puertas para su introducción en otros países de la región. Por ser integrante de la Conferencia Internacional sobre Armonización de Requisitos Técnicos para el Registro de Productos Farmacéuticos para Uso Humano, cada determinación de la Cofepris es tomada con base en la evidencia técnico-científica presentada, como han subrayado los expertos.
Sin embargo, otro motivo ha sacado de paso a los detractores del proyecto político cubano, no ahora; sino desde hace rato, aludido, igualmente, por El País, que plantea, con pelos y señales, que la aprobación también tiene un componente ideológico. “En los últimos meses el gobierno de López Obrador se ha convertido en un férreo defensor de la isla”, asegura un artículo publicado en su sitio web. Justamente, por ahí le entra el agua al coco. No busque más.
De modo sistemático durante el 2021 el mandatario denunció, sin eufemismos de por medio, la política de hostilidad de Washington contra la nación caribeña, y una de esas tribunas resultó la VI Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), desarrollada en septiembre último en tierra mexicana. Cada declaración de AMLO han sido las gotas que poco a poco les han llenado la copa a los anexionistas confesos.
Y no dudo que a algunos de ellos les sacara de las casillas la visita oficial que realizó a esa nación, también en el noveno mes del año, el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien fue el único orador extranjero en el desfile cívico-militar en ocasión de los festejos por el aniversario 211 del Grito de Dolores.
Meses antes, en julio, en un discurso en el Castillo de Chapultepec para rendirle homenaje al Libertador Simón Bolívar a 238 años de su nacimiento, y delante de los cancilleres de América Latina y el Caribe, López Obrador llamó al mundo a otorgarle a Cuba el Premio a la Dignidad y a considerarla Patrimonio de la Humanidad por su capacidad de resistir 62 años y de no comulgar ante las presiones de las sucesivas administraciones que han pasado por la Casa Blanca desde 1959 hasta hoy.
Ni en los dramáticos tiempos de la pandemia de la covid, el gobierno de Estados Unidos ha suavizado su política de agresividad; muy por el contrario y, a pesar de ello y de la sobrecarga consustancial a la crisis sanitaria causada por el SARS-CoV-2, la Mayor de las Antillas ha enviado brigadas médicas del contingente internacional Henry Reeve a decenas de países, entre estos México, que correspondió con el aporte de ayuda humanitaria, compuesto por insumos médicos y alimentos.
En tal escenario, la Casa Blanca apretó la llave del bloqueo, que negó el acceso de los científicos cubanos a tecnologías y otros recursos para diseñar y producir vacunas nacionales. A propósito, a finales de diciembre pasado, la presidencia del Grupo Empresarial BioCubaFarma informaba que con miras a someter las vacunas Abdala, Soberana 02 y Soberana Plus, diseñadas en Cuba contra la covid, al proceso de precalificación por la Organización Mundial de la Salud (OMS), científicos de la isla trabajan en la adaptación de la documentación que exige ese trámite.
“El avance depende de nosotros. Decidimos pasar la producción para una nueva planta, la ubicada en el Mariel. Estamos iniciando la producción allí y adaptando la documentación que se debe enviar a la OMS”, escribió en Twitter el presidente de esa entidad, Eduardo Martínez Díaz.
En disímiles oportunidades, Cuba ha denunciado los intentos de disminuir la ciencia de la nación caribeña ante la comunidad internacional. Lo que sucede ahora mismo con la vacuna Abdala en México dista, y mucho, de ser obra y gracia de la casualidad.
El problema fundamental es defender la ganancia de las.farmaceuticas con anuncios politicos pagados en los periodicos ya que las vacunas cubanas les hacen perder mercados.
Abdala no será jamás reconocida por la OMS.